Hace unos días una buena amiga me mandó esto, algo hermoso y
real. Sólo dejo una parte del artículo, que podéis leer entero si pincháis el
título. Si la mayoría de la gente pensara así, este lugar
sería el paraíso.
….. Y ahora, ahora, en este momento de mi vida, no quiero casi nada. Tan sólo la
ternura de mi amor y la gloriosa compañía de mis amigos. Unas cuantas
carcajadas y palabras de cariño antes de irme a la cama. El recuerdo dulce de
mis muertos. Un par de árboles al otro lado de los cristales y un pedazo de
cielo al que se asomen la luz y la noche. El mejor verso del mundo y la más
hermosa de las músicas. Por lo demás, podría comer patatas cocidas y dormir en
el suelo mientras mi conciencia esté tranquila.
También quiero, eso sí, mantener la libertad y el espíritu
crítico por los que pago con gusto todo el precio que haya que pagar. Quiero
toda la serenidad para sobrellevar el dolor y toda la alegría para disfrutar de
lo bueno. Un instante de belleza diario. Echar desesperadamente de menos a los
que tengan que irse porque tuve la suerte de haberlos tenido a mi lado. No
estar jamás de vuelta de nada. Seguir llorando cada vez que algo lo merezca,
pero no quejarme de ninguna tontería. No convertirme nunca, nunca, en una mujer
amargada, pase lo que pase. Y que el día en que me toque esfumarme, un puñadito
de personas piensen que valió la pena que yo anduviera un rato por aquí. Sólo quiero eso. Casi nada. O todo.
Ángeles Caso. Lavanguardia.com
querer eso es todo,bien dicho el paraiso.
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