sábado, 26 de mayo de 2018

SoNReíR...



Últimamente sonrío más que de costumbre, no sé si me he encontrado con un rinconcito de paz bien amueblado aquí adentro, o simplemente me he vuelto más observadora de lo que realmente me importa, más disfrutona (como dice una amiga), más tolerante para unas cosas y menos tolerante para otras. La sinceridad me da paz. Es verdad que al sumar años vas perdiendo tela y vas ganando piel.

Este va a ser un post fácil. Tan fácil como ensanchar los labios y sonreír. Por qué? Porque si, porque vale la pena. Hace todo mucho más fácil y hermoso.

La sonrisa, esa que surge sin pensarlo pero pensando, es como una prolongación de uno mismo. Es un canto a la vida, un reconocimiento a lo universal, un agradecimiento al olor que inunda la plaza cuando asomo por la puerta, a la luz que, imagino, me revolotea al caminar, a todo lo verde, amarillo, violeta y rojo que se despliega solo para el disfrute, a la luna que se acuesta en el suelo de mi habitación, silenciosa y cómplice, al sol que me apura de buena mañana, a lo bueno y a lo feo, porque así lo transformas. Echar la moneda al aire y que salga de tu lado solo depende ti.

La sonrisa es fruto de una armonía que si no cura, si atenúa. Es contagiosa y suele pasar rápido de un alma a otra, como las gotitas de Pflügge, al hablar, toser o estornudar.


Cuando sonríes, sonríe el estómago, los pulmones, sonríe el hígado, las manos,… el corazón. Todo en su conjunto sonríe.

Pensé en esto cuando conocí a Pablo. Pablo es el médico de Cuidados Paliativos coprotagonista, junto a sus pacientes y sus familias, del documental “Los Demás Días”. Para Pablo la sonrisa es una parte de sí mismo, como su voz o su nariz. No sé si siempre fue así. La boca se le despliega de manera natural acompañando a la palabra, al mirar, al estar, al ser. Su pareja, que fue una de sus pacientes y ha recuperado parte del bienestar, aún sonríe más.

Sonrisas de ternura, de complicidad, de ventilar, de descansar, de querer, de placer, de sentirse escuchado y comprendido, de compartir silencios, de añoranza, de soledad,… de sentir la ViDa como un mar en el que nos sumergimos cada día. Incluso en algunos momentos, de darse cuenta de que, a pesar de todo,… sí. Hay, sobran o aún quedan motivos para sonreír.


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