Hemos iniciado la quimio. Es dura, todo el mundo lo sabe,…
pero déjame quejarme! Te sientes un trapo, demasiado cansada para seguir, las
piernas no te llevan, lo dejarías todo por no volver a pasar ese mal trance, el cuerpo
se te vuelve del revés, no puedes comer porque en seguida lo vomitas, “el bicho”
no para de cagar blando y líquido poniéndome perdida y obligándome a cambiarme
continuamente.
Me está costando mucho acostumbrarme a él, tiene vida propia,
hace ruidos que no puedo controlar en los momentos más inesperados, huele mal o
a mí me lo parece, lleva su ritmo haciendo caca cuando le parece y, sobretodo,
me miro la tripa y ahí está él; apareció un buen día asomando su nariz fuera de
mi piel y ya se ha acomodado. Me lo podrán quitar algún día?, Ójala…
Ya damos paseos buscando el sol, nos sentamos a hablar de mil
cosas que dejamos rezagadas hace mucho, mucho tiempo. Callamos, nos tocamos y
reímos todo lo que podemos.
Ella ha cambiado. Se ha hecho más tierna, menos
intransigente, más positiva, menos dramática,… curiosamente menos víctima. Más
cercana que nunca.
Qué ganas tengo de hacer lo que ahora no puedo...
Si esto sale bien, un día nos iremos a ver a la virgen, me
dice.
Alma
Más cercana que nunca... así tal cual, es como si de repente se esfumara todo lo que no sea dar y recibir amor.
ResponderEliminarUn abrazo cálido para las dos.