Ser cuidador es como estar de guardia las 24 horas del día,
sin descanso apenas y sin librar al día siguiente. Esto no se comprende si no
has estado al otro lado, puedes hacerte una idea, como yo creía, pero no, el
parecido es remoto. Renuncias a ti y a tu existencia, en alguna medida y de
pronto.
Por supuesto tus rutinas diarias, tus gestos, desaparecen por
completo. Pasas de ser tú (casi) a todas horas, a vivir la vida de otros, en
ellos y a través de ellos. Tus proyectos a corto y medio plazo se deshacen, y
tus objetivos se difuminan como las nubes en la tormenta. Proyectas amor a
raudales, dedicación sin tregua, emociones… a veces contradictorias y otras
contenidas. El cansancio físico no tiene límites… y uno que creía que cuando
se cansaba era antes!!
Apenas tienes tiempo de retomar aquel libro que dejaste a
medias, aquella charla, aquel café o la cena que continuamente postergas, un
viaje, ese proyecto,… tus plantas se mueren, la comida se estropea en la nevera, hace frío y
tú aún tienes la cubierta de verano en la cama,… has dejado tantas cosas en opción
“pausa”,… ora porque no tienes tiempo, ora porque cuando lo tienes, estás tan
cansado que no tienes ganas de nada… y cuando digo nada, es nada.
Sin embargo, si eres capaz de parar a pensar un minuto mientras estiras las
piernas y escuchas algo que te de paz, te haces consciente de repente de todo
lo que estás haciendo, del mundo que estás creando, de que nadie es imprescindible,
desde luego, pero ahora tú eres la pieza sobre la que bascula ese pequeño
universo que, sin duda, sigue adelante y eso es, en gran parte, gracias a ti. Y
aunque este razonamiento te reconcilie una vez más con la vida, no es
suficiente. Necesitas asomar la cabeza fuera de la vida de los otros y volver a
entrar en la tuya, sumergirte hasta ahogarte, en la vida que se queda postergada, ni
siquiera coprotagonista, sólo figurante.
Requiere tomar distancia, intentar que la enorme interdependencia
que se establece y el instinto de protección, que van estrechando más y más el
círculo, se tomen un respiro, destensando la cuerda que une a los dos mundos.
Difícil
y duro…Todo un reto.
Alma
6 comentarios:
¡Qué bién describes esta situación! Es como "estar asomado al mundo de los demás" renunciando al propio. Me ha encantado la ejemplificación. Besos
En momentos como este es un lujo y una necesidad sentirse apoyado. Y también por ti. Besoenorme.
Y a pesar de todo, lo más duro es cuando todo se termina, no eres capaz de encontrar tus antiguas metas o crear unas nuevas. Los mas cercanos, la mayor parte de las veces no entienden, que tu no eres el mismo,que necesitas un tiempo para recuperar el vacío que ha quedado en tu vida. Todo el mal que no salio antes se va acumulando y sale todo de golpe.
Violeta, si voy algún día por tu zona preguntare por tí, hace unos das vi a tu compañera, que vino a visitar a una persona y paso por la puerta de casa
Nunca podre demostrar mi agradecimiento a mis Angeles de la Guardia, todo su cariño, comprensíon ayuda, compañía....
Un abrazo: Pascual
Querido Pascual, tu historia, como la mayoría para nosotras, fue especial. Especiales las salidas al patio entre las parras, la botella de Font-vella que nos dabas para realizar las paracentesis,las charlas con tu madre, todo un carácter, y contigo en las que siempre acabábamos viendo la luz y llegando a acuerdos, los gatos ronroneando por el sofá, tú y el internet, Homer saltando a nuestro alrededor cuando llegábamos a tu casa,... La despedida.
Lo duro es ahora, pero, como bien dices, lo aún más duro vendrá después, y a pesar de que uno debiera saber que ha hecho las cosas lo mejor que ha podido y sabido, y de que llevamos esa paz en la conciencia, el duelo por la pérdida, todo el tiempo dedicado olvidándose de uno mismo,... todo eso y más nos pasará factura.
Un beso Pascual y, ya verás, el día menos pensado nos vemos.
Pero también... estando dedicado a atender a otras personas, eso nos da la posibilidad de, renunciando al propio "ego" convertirnos en observadores, en contemplativos de la vida... ¡que siempre es más que lo que se ajusta a nuestro cuerpo!
Seguro que si, JOSE-MARIA. Gracias por asomarte y acompañarnos. Un beso
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