Julio nos espera en la calle. No quiere que subamos a su casa,
donde vive con su madre desde que el padre falleciera hace unos cuantos días. No quiso
que ella y su nostalgia sufrieran cada día el olvido y la ausencia. Y no quiere
que ella recuerde cualquier cosa que le lleve al pasado, aunque sea un poco.
Su padre fue minero, vivía en una cabaña cerca de la mina, y en
ella, hace muchos años, recién casado, ocurrieron cosas terribles. Un compañero
rondaba a su esposa, quizás demasiado, sobre todo cuando bebía de más. Una mañana
lo descubrió merodeando su casa, cogió una escopeta de caza y lo mató. Estuvo en
la cárcel y cuando salió, su esposa, él y Julio, de pocos años, se fueron
lejos. A la mina otra vez.
Fue un secreto guardado durante toda una vida, del que Julio
se enteró pocos días antes de fallecer su padre. Nunca sospechó nada, aunque a
veces sentía la tristeza de él en la mirada.
Nosotras estuvimos en su casa durante esos días. Fue duro, su
madre lo negaba. Fuimos testigos mudos
de un drama silenciado durante años, nadie en el pueblo sospechó nunca nada.
Eran una familia de lo más normal, nos dice Julio.
Al fallecer su padre, según sus últimas voluntades, lo
incineraron. Su madre, que ya presentaba síntomas de la enfermedad del olvido,
aceleró sus pasos hacia esa nada que nadie entiende muy bien.
La urna seguía en casa. Hasta que un día a Julio se le ocurrió
llevarla al lugar donde todo empezó, donde un buen día su padre conoció a su
mujer, donde nació su único hijo. Al lugar en el que una etapa terminó y empezó
algo nuevo, con un peso a las espaldas.
Cargó las cenizas de su padre, las metió en una mochila, se
montó en su moto y se fue a Asturias. Nos cuenta que fue un trayecto precioso
junto a él. Sintió emociones que nunca antes había sentido. “En nuestro último
viaje juntos hablamos más que nunca, sé que todo estaba bien y que estaba
haciendo lo que él habría deseado que hiciera. Lo sé."
Las visitas de duelo tienen estas cosas…
Muy emotivo!! Me he visto envuelto en el viaje y en el interior de la cabaña o bajo el porche soltando las cenizas.
ResponderEliminarNo dejes de contarnos estas bonitas historias que consiguen trasladarnos a los rincones más perdidos y olvidados, aunque muchas veces estén más cerca de lo que pensamos, solo debemos mirar a nuestro alrededor y observar. Muchos besicos!!