Querido cáncer:
Te
escribo ésta carta para decirte adiós, deseo que te marches lo antes posible.
Pero antes de
la despedida, quiero darte las gracias por todo lo que hemos compartido éstos
últimos meses.
Me has
enseñado tantas cosas y tan importantes, que siempre te estaré agradecida.
Aprendí que
nadie debe luchar contra ninguna enfermedad o problema. Lo primero es aceptar
la situación y después ver las opciones que tenemos para sanarnos.
Que cuando uno
emprende una lucha o batalla es porque tiene un enemigo y que nunca debemos
considerar al cáncer cómo tal, al ser parte nuestra por estar alojado en alguno
de nuestros órganos. Si decidimos luchar y vamos a combate tendremos muchas más
posibilidades de perder que de ganar, él es un enemigo demasiado fuerte. Por lo
tanto, ¿por qué no cambiar nuestro punto de vista y verlo simplemente como otra
situación más que vamos a superar?. Si mantenemos el control de la situación
habremos ganado gran parte del terreno a conquistar. Nuestra aptitud es lo que
realmente nos sana.
También he
aprendido mucho sobre alimentación. Para evitar comer aquellos alimentos que te
aportan energía y te permiten crecer. De ésta manera, he conseguido debilitar
tus células.
He aprendido a
proyectar, imaginando una y mil veces cómo desaparecías, cómo la quimio mataba
tus células y cómo células de los demás órganos continuaban vivas y felices. He
visualizado otras mil veces a mis glóbulos rojos reproduciéndose, para hacer
retroceder la anemia.
En fin, han
sido y son tantas las cosas que he aprendido en tú compañía que te deseo un
buen viaje.
Adiós.
Paula Cruz
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