A mi querida Paula la conocí un verano a través de una amiga
común. Fue en un lugar lleno de encanto, rodeado de naturaleza, animales y
personas que aportan, que llenan esos huecos que, en algún momento, todos
tenemos. Por suerte, tengo varios lugares que me sirven de terapia, y este es
uno de ellos. Bueno, pues Paula, por su timidez, su actitud, su vocación por su
trabajo, por cómo formó su familia, por su vida anterior de superación constante,… es una gran mujer de ojos
claros que encandilan.
La última vez que nos vimos estaba inmersa en un universo de
pruebas médicas, porque no se encontraba bien. De ellas se derivó lo
inesperado, aquello para lo que nunca uno está preparado, aquello que te sorprende
oír y que crees que nunca te puede pasar a ti.
De una forma u otra hemos estado en contacto y hace unos días
me mandó algo hermoso, algo grande: me mandó las referencias y los detalles de
lo que es VIVIR, con mayúsculas. Ahí va!
Mi pronóstico hace cuatro meses, no fue malo, fue peor. Pero
yo elegí vivir y a ello me dedico las 24 horas del día. No tengo otra cosa
mejor que hacer.
Un intruso decidió instalarse en mi ovario, lo hizo de manera
cobarde, en silencio y nadie sabe cuándo sucedió. Vivió agazapado,
parasitándome poco a poco, invadiendo toda mi cavidad abdominal. Tan sólo dio
la cara cuando la gravedad ya era demasiada. Su estadío, el 3.
Al conocer la noticia me quedé en estado de shock. Y aún me
mantuve así una temporada, entre que me sometían a cirugía y llegaban los
resultados finales. Cuando éstos llegaron hubo que tomar una decisión. En realidad
fueron varias. La primera fue decidir que iba a salir adelante, que no pensaba
morir. Y la segunda, la de buscar toda la información y los recursos necesarios
para llevar a cabo la primera idea.
En los momentos en que el ánimo flojeaba, me imaginaba la
cara de mis hijos sin mí y volvía a recuperar las fuerzas.
Es complicado, pero hay que intentar las decisiones adecuadas
al principio, aunque lógicamente habrá que seguir tomándolas durante todo el
proceso.
Yo decidí cerrar el camino a la rabia o al enfado pensando el
por qué me había tocado a mí. Consideré que estas preguntas sin respuestas sólo
me llevarían a meterme en una dinámica de desánimo, que no me ayudaría a
superar la enfermedad.
Por el contrario, decidí enfrentarme a la situación sin
rencor, sin luchar contra él, porque pensé que quisiera o no, el cáncer era una
parte de mí, y si luchaba contra él, lucharía contra mí misma. Por otro lado,
creo que cuando luchas contra algo lo legitimizas y le das poder, yo no deseaba
eso. En todo momento he querido ser yo la dueña de la situación. Nada de lucha
pero, por supuesto, haciendo todo lo posible para que desaparezca, pero siempre
con amor, sin darle tregua ni fuerza. La fuerte soy yo, no él.
Y con esta filosofía van pasando los meses y, contra todo
pronóstico, voy avanzando y él retrocediendo, mucho más rápido de lo esperado.
Paula Cruz
Admirable. Mucho ánimo Paula.
ResponderEliminareres grande paula...como te admiro...como persona,como madre, como profesional....simplemente grande...tu pequeña y mi pequeño fueron nuestro inicio de amistad...y tengo k decir que eres un tesoro!!!.te deseo todo lo mejor!!!.
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