Tal vez por mi timidez y por ser poco habladora, nunca he
tenido una gran cantidad de amigos. Es cierto que por mi vida ha pasado mucha
gente, amigos de verdad, conocidos y otros que siendo amigos tuve que dejar de
lado por no ser demasiado convenientes para mi “salud mental”. Aún así todos me
han enseñado algo.
Con el tiempo me fui quedando con aquellas personas que
simplemente me querían por ser yo. Y aunque pueda parecer extraño, estas
amistades oscilan entre los 30 y los 85 años. ¿Por qué tanta diferencia de edad?
Pues simplemente porque todos a su manera aportan su granito de arena para
construir mi camino.
Tengo un grupo de amigos que llevan conmigo media vida y
otros que habiendo llegado más tarde, han decidido quedarse. Sobre ellos me
apoyo y de ellos saco en muchas ocasiones la fuerza necesaria para seguir
adelante. Gracias a su amor, a su apoyo, a su paciencia y su confianza infinita
en mí. Saben que todo eso y más es recíproco y sé a ciencia cierta que lo
seguirá siendo.
Me siento afortunada por tener gente a mi lado con calidad humana. Gente especial, que me ofrecen
todo lo que tienen sin pedir nada a cambio y sin hacer ningún reproche.
Son mi apoyo incondicional en éstos meses de enfermedad, con
ellos me desahogo y recobro fuerzas.
Como dice Ariel Rot en unas de sus canciones:
Como un
capitán extraviado y errabundovagando por el espacio en esta nave sin rumbo.
Entre estrellas y cometas vivo volando.
Entre estrellas y cometas siempre viajando.
Espero que sigamos viajando
muchos años más.
Paula Cruz
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