Este es el blog de un equipo de Cuidados Paliativos... trabajamos "a pie de cama", en el domicilio del paciente, en su espacio más íntimo y personal.

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domingo, 22 de marzo de 2015

Alguien capaz de tratar el cuerpo y el alma (A. Broyard).


Es la tercera vez que leo el libro de Anatole Broyard: Ebrio de Enfermedad. La primera me impactó, durante la segunda y la tercera lectura he ido eligiendo algunas de las frases que más me han gustado. Hablan de empatía, de comunicación, de escuchar además de oír y de mirar además de ver.
  • (Quiero) “alguien capaz de tratar el cuerpo y el alma”.
  • “Me gustaría un médico que disfrutase de veras de mí. Quiero construir para él un buen relato, darle algo de mi arte a cambio del suyo”.
  • “Me gustaría que mi médico me palpase el espíritu además de la próstata. Sin algún reconocimiento, no soy más que mi enfermedad”.
  • “Yo no pediría a mi médico que me dedicase mucho tiempo: me conformaría con que rumiase mi situación durante acaso cinco minutos, con que me concediera todo su ser una sola vez, con que estuviera unido a mí durante un momento, con que examinase mi alma”.
  • “El relato del enfermo y sus percepciones forman parte de la literatura de las situaciones extremas”
  • “Morir o estar enfermo es en cierto modo poesía. (Quiero un médico capaz de) ’leer’ mi poesía”.
  • “El médico puede emplear su ciencia como una especie de vocabulario poético en vez de emplearla como una pieza de maquinaria, de modo que su jerga pueda convertirse en la jerga de una forma poética”.
  • “Sería más feliz con un médico ingenioso, que supiera apreciar la comedia además de la tragedia de mi enfermedad”. Y es que “en la enfermedad no todo es tragedia. Hay muchas cosas que son divertidas.”
  • “El trabajo de un médico sería más interesante y satisfactorio si se dejase entrar sin cortapisas en el paciente”.
  • “Si fuese capaz de mirar directamente al paciente, el trabajo del médico sería más gratificante. ¿Por qué molestarse en tratar con enfermos, por qué tratar de salvarlos, si ni siquiera reconocen su presencia? (…) ¿Cómo va a presuponer el médico que puede curar a un paciente si no sabe nada de su alma?”.
  • “Cuando aprenda a hablar con sus pacientes, el médico tal vez vuelva, por medio de la palabra, a tomar afecto por su trabajo. (…) Si lo hace, ambos podrán compartir –y muy pocos pueden compartir así- el asombro, el terror y la exaltación de quien está al filo mismo del ser, entre lo natural y lo sobrenatural”.
  • “A mí me gustaría sentarme con mi médico y conversar con él sobre mi próstata. Qué órgano tan curioso.”
  • “Si tuviera que desmitificar o deconstruir mi cáncer, tal vez hallaría que no hay un diagnóstico absoluto (…), sino tan solo la interpretación que hagan cada médico y cada paciente”
  • “Como la tecnología me priva de la intimidad de mi enfermedad, la convierte en algo que no es mío, sino que pertenece a la ciencia, desearía que mi médico de alguna manera la “repersonalizara” para mí”.
  • “Es completamente natural que un paciente sienta algo de asco ante los cambios que impone en su cuerpo la enfermedad, y me pregunto si un médico innovador no podría hallar una manera de reconceptualizar esta situación”.
  • “El médico ha de acompañar al paciente en su salida del mundo de los sanos, y en su ingreso en el purgatorio físico y mental que le está esperando”.
  • “El médico tiene el cometido imposible de intentar reconciliar al paciente con la enfermedad y la muerte”.
  • “Lo que un enfermo crítico necesita, sobre todo, es que lo entiendan. La muerte es un malentendido que es preciso aclarar antes del fin”.
  • “El ambiente estilo laboratorio seguramente se puede atribuir a la idea de la asepsia, a la evitación del contagio. Originariamente, el paciente estaba protegido por la esterilidad del hospital. Solo que la esterilidad llegó a extremos excesivos: se esterilizó el pensamiento del médico”.
  • “Las explicaciones técnicas restan empaque al relato de la enfermedad”.
  • “Los médicos están acostumbrados a que sus pacientes les propongan falsos yoes, pero creo que a los médicos hay que enseñarles a reconocer y a aceptar el verdadero yo del paciente. (…) Uno ha de seguir siendo quien es a pesar de la enfermedad. Que no te expropien de tu propia identidad, ni te despojes tú mismo de ella."
  • “Lo que importa es el paciente, no el tratamiento”.
  • “Acaso sea necesario que renuncie (el médico) a una parte de su autoridad a cambio de recuperar su humanidad, y, como bien saben los viejos médicos de familia, éste no es un mal trato”.

1 comentario:

Cassiopeia dijo...

No he leído" el libro, pero es lo que decimos los pacientes "de condiciones neurológicas.
Se nos subestima porque piensan que no podemos pensar.