Este es el blog de un equipo de Cuidados Paliativos... trabajamos "a pie de cama", en el domicilio del paciente, en su espacio más íntimo y personal.

Todos los días hay un viaje distinto, duro, sorprendente, triste, emocionante... y con un final.

¿Nos acompañas?.



lunes, 30 de julio de 2012

ToDa La ViDa...


Hace casi 70 años que se conocen, ella tenía 16. Han vivido una guerra civil y el largo y duro periodo de la postguerra. Festejaron medio a escondidas, el abuelo no tenía muy claro quien era el que haría feliz a su niña pequeña (acertó!), a la niña de sus ojos. Sin embargo para los casi suegros de ella, siempre fue la hija que no tuvieron. Eso me contaron. Entre salas de cine, paseos, helados, trabajo y estudios nocturnos transcurrió un largo noviazgo, que terminó en una boda con viaje de novios a Mallorca. Siguió una vida de trabajo y recreo, atendían una tienda que les robaba muchas horas pero las que sobraban las recuerdo bien disfrutadas y compartidas.

Se quieren y se han querido mucho y, como les sobraba, lo han repartido a manos llenas con nosotras, sus hijas.

Han compartido todo, creo yo, han hablado de casi todo y se han reído mucho. Discusiones, las justas.

Han pasado muchas cosas y el camino siempre ha estado repleto de posibilidades e ilusiones.

Ahora él la cuida y la mima mientras ella camina perdida a su lado.

A veces pierde la paciencia y se enfada, más por no saber hacerlo mejor, que por las situaciones que ella provoca. Quien inventó la palabra cuidador y todo lo que encierra??

Cogidos del brazo pasean y siguen viviendo lo que toca. Siempre han amado lo que han tenido y nunca desearon lo que pudo ser y no fue... no han perdido ni un minuto de su vida pensando en ello. Y ahora, tampoco.

A menudo pienso que me han dejado el listón muy alto.



 

domingo, 22 de julio de 2012

uN aDióS MáS...

Ha vuelto a ocurrir otra vez.

Hay personas con las que estableces, además, otro tipo de vínculo, sin saber el motivo y sin poder evitarlo.

Me fui unos días y al volver ya no estabas, te has ido a aquel lugar que tú llamabas “el otro lado”. Sin embargo hemos tenido tiempo para despedirnos, cada visita en los últimos tiempos llevaba un adiós implícito. Nos mirábamos sin decir nada ya, todo se sabía aunque no se pronunciara. Tu esposa nunca quiso entrar, siempre decía: “Este hombre,... ya se ha acatarrado otra vez!”.

Aún recuerdo la alegría cuando pudiste bajar las escaleras de tu casa y acercarte al huerto de nuevo, sin dolor y con una leve fatiga que te obligaba a sentarte a cada rato, eso si. “Me has salvado!”, me dijiste alegre por teléfono.

Ahora me cuenta tu hija que tiene lío con sus hermanos por el tema de las tierras y la herencia, parece ser que dejaste o quedó algún fleco. Te imagino algo preocupado por el tema allá donde estés, pero sin dejar de sonreír, como cuando me decías en voz baja, como en un susurro: “Ya no tengo dolor pero no estoy bien. Estoy cansado. La vida tiene que acabar algún día y, aunque no quiero que llegue ese momento, los dos sabemos que está cerca... verdad?

No me entiendo con mi gente, no me entienden, parece que hablemos idiomas diferentes...” y bajando aún más el tono de voz: “me tratan como si fuera tonto y no supiera nada... y qué voy a hacer?, no quiero que lo pasen aún peor.”

Adiós F. y un beso más.