Esta tarde haciendo limpieza de papeles he encontrado esta
joya. Es lo que tiene guardarlo casi todo, que cuando decides poner orden,
aparecen cosas de las que no te acordabas y que te devuelven a intensos momentos
vividos. La verdad es que no sé si ya lo compartí, pero creo que, aunque así
fuera, no está de más recordarlo.
Un intruso decidió
instalarse en mi ovario. Lo hizo de manera cobarde, en silencio y nadie sabe
cuándo sucedió. Vivió agazapado, parasitándome poco a poco, invadiendo toda mi
cavidad abdominal. Tan solo dio la cara cuando la gravedad ya era demasiada. Su
estadío, el 3.
Al conocer la noticia
me quedé en estado de shock. Y aún me mantuve así una temporada, entre que me
sometían a cirugía y llegaban los resultados finales. Cuando éstos llegaron,
hubo que tomar una decisión. En realidad fueron varias. La primera fue decidir
que iba a salir adelante, que no pensaba morir, y la segunda fue la de buscar
toda la información y los recursos necesarios para llevar a cabo la primera
idea.
En los momentos en que
el ánimo flojeaba, me imaginaba la cara de mis hijos sin mí y volvía a
recuperar fuerzas.
Es complicado, pero hay
que intentar las decisiones adecuadas al principio, aunque lógicamente habrá
que seguir tomándolas durante todo el proceso.
Yo decidí cerrar el
camino a la rabia o al enfado, pensando el por qué me había tocado a mí. Consideré
que estas preguntas sin respuestas sólo me llevarían a meterme en una dinámica
de desánimo que no me ayudaría a superar la enfermedad.
Por el contrario,
decidí enfrentarme a la situación sin rencor, sin luchar contra él, porque
pensé que, quisiera o no, el cáncer era una parte de mí y si luchaba contra él,
lucharía contra mí misma. Por otro lado, creo que cuando luchas contra algo lo
legitimizas y le das poder, yo no deseaba eso. En todo momento he querido ser
yo la dueña de la situación. Nada de lucha, pero haciendo todo lo posible para
que desaparezca, pero siempre con amor, sin darle tregua ni fuerza. La fuerte
soy yo, no él.
Y con esta filosofía
van pasando los meses y, contra pronóstico, voy avanzando y él retrocediendo
mucho más rápido de lo esperado.
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