Este es el blog de un equipo de Cuidados Paliativos... trabajamos "a pie de cama", en el domicilio del paciente, en su espacio más íntimo y personal.

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miércoles, 31 de diciembre de 2014

CReí Que TeNDRía MieDo, PeRo No...

 
Antonio Segura Cabral tenía 69 años y era un paciente en situación de enfermedad terminal, ingresado en una Unidad de Cuidados Paliativos. Un periodista, Pedro Simón, decidió sumergirse con él en los últimos días de su vida. Charlaron, se conocieron, se rieron, supongo que también lloraron, compartieron… y, casi estoy segura, de que la vida de Pedro cambió a partir de vivir esos momentos con Antonio. Rescato algunas de las frases de esas conversaciones entre los dos. El artículo completo y un video (que no he sabido descargar) de Antonio lo podréis ver en el enlace que dejo al final de la entrada.

'Creí que tendría miedo, pero no'

… Este cronista recuerda la suavidad del último beso. También cómo de fuerte da la mano un hombre que sabe que no te verá más.
Tenía 69 años recién cumplidos, una mujer de la edad primera, tres hijos, tres nietos, dos pulmones comidos por el cáncer, el candado de la morfina, los días contados y ningún miedo. Ningún miedo a derrumbarse. Ni a las despedidas. Ni a hablar de su muerte después de muerto.

Esta es la vida explicada por él pero sin él.

-¿Nos vemos el lunes, Antonio? Yo creo que no.

De alguna manera te rindes. No se siente miedo. Ni angustia. La muerte es lo más natural de la vida. Hay que irse sin traumas. No quiero dramatizaciones entre los míos. Sino que recuerden lo positivo.

El puntito. Todo empezó cuando vi el puntito en la placa. Llevaba tiempo encontrándome muy cansado, con síntomas extraños, sin apetito, me daban tiritonas. En abril de 2013 me mandaron unas pruebas y allí estaba el puntito. Me senté frente al médico y le dije que fuera al grano, que no me viniera con historias. Así supe lo que tenía: cáncer.

A mí me ayuda muchísimo la fe: estoy muy esperanzado con que, cuando esto acabe, me voy a encontrar con algo plenamente satisfactorio. Creo que Dios me está dando fuerzas. Para los creyentes es más fácil: como cruzar una puerta. Pensaba que iba a tener miedo, pero no. Pensaba que iba a estar enfebrecido con la angustia, pero tampoco... He elegido no aislarme. Sino disfrutar de todo y de todos: de la familia, de los amigos, de esta conversación... Cuando termina el día, acabo agotado de vivir. Pero me encuentro mejor que nunca. No me duele nada. Siento mucha paz.

¿Cómo es posible que esté muriéndome y disfrute tanto de esta luz y de estos árboles? Dime tú, ¿por qué tiene uno que estar muriéndose para disfrutar de esto? No fastidies... No fastidies.

El tiempo se escurre entre los dedos. El tiempo tiene una connotación distinta con Antonio, donde reloj son cinco letras sin sentido...

….Y se acabó la quimio. Desde entonces ya supe que empezaba el final. Aquí llegué a últimos de octubre. No vienes a curarte. Sino a lo más difícil de todo: a morir".

Creo que perdemos el tiempo con tonterías... Vivir es menos complicado de lo que pensamos. También morir.

…. Y a Pilar, su esposa, no le da la gana de llorar….Y habla como si ella diera ánimos al visitante y no al revés. Qué cosas. Por qué será que ninguna revista saca jamás a una mujer tan relevante como ella en su portada.

Siempre que amanece me digo: aquí empieza otro día. A ver si lo termino.

Antonio se alimenta de abrazos. Abrazos grandes y calientes, esféricos, como tortas de pan recién hechas. Un corazón con miga.

He pedido que me bajen la morfina. Porque me genera como una especie de ensoñación que no me deja pensar con lucidez y tengo la sensación de que me quita la poca fuerza que tengo.

He cumplido un ciclo. Estoy a punto de empezar otro. Y voy muy sereno.

Me gustaría que me recordaran como una buena persona, leal, que puso empeño en dar. (...) No quiero dramatizaciones. Ausencia es una palabra muy relativa. Yo andaré por ahí.


Siempre nos estrechamos las manos en la despedida. Apretando como el que quiere traspasar al otro. Mirándonos a los ojos con entusiasmo. No sé por qué hoy nos hemos dado un beso.

Espero haber puesto todo lo que me contaste, Antonio. Espero haber sido fiel a tus últimas tardes. Espero que tu testimonio "les sirva de algo" -como tú querías- a los que saben que no hay vuelta atrás.

Pocas cosas tienen tanto sentido en esta profesión como haberte conocido. En cualquier caso, no olvides algo: allá donde estés, me debes un vino.
 

DIARIO DE UN ENFERMO TERMINAL . Diario El Mundo. PEDRO SIMÓN Madrid 
 
 
 

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