Este es el blog de un equipo de Cuidados Paliativos... trabajamos "a pie de cama", en el domicilio del paciente, en su espacio más íntimo y personal.

Todos los días hay un viaje distinto, duro, sorprendente, triste, emocionante... y con un final.

¿Nos acompañas?.



martes, 13 de marzo de 2018

SeGuRiDaD, CoNFiaNZa, CoNTiNuiDaD,...


La escucha como símbolo de seguridad, confianza y continuidad.

Cuando acompañamos a personas en el final de la vida, hay una regla fundamental: la persona nos va marcando por dónde estar con ella. Frente a mi experiencia en acompañar a personas que transitan una enfermedad terminal me animo a invitarlos a reflexionar en la importancia de “escuchar”, señala la especialista Mariana Soiza.

Así como hay un arte de bien hablar, existe un arte de bien escuchar  (Epicteto de Frigia)

Hoy los invito a reflexionar juntos sobre la escucha. ¿Nos ponemos un estetoscopio?

La mayoría estará de acuerdo en que sabemos muy bien la teoría de lo importante que es escuchar: la escucha incondicional, escuchar sin juzgar, escuchar sin opinar, y tantas otras palabras que decimos. Qué difícil es poder escuchar con estas y tantas otras condiciones!

Cuando acompañamos a personas en el final de la vida, yo creo que hay una regla fundamental: la persona nos va marcando por dónde estar con ella.

Esto es algo que con otros en la vida corriente no nos pasa, porque enseguida le decimos lo que pensamos, le decimos que está equivocado, le decimos que así no es bueno, intentamos dar razones, intentamos convencerlo con nuestras ideas.

Y me pregunto y les pregunto: ¿a una persona que le quedan meses, días, horas de vida,…  podemos opinar, decir, o comentar cómo tiene que estar?

Ellos son los que nos enseñan por donde va el camino. Y en mi experiencia, si no se sienten escuchados y validados en la situación que están, se encierran, no hablan y duermen la mayor cantidad de tiempo porque las horas son eternas, el tiempo es eterno, aunque su vida saben que no lo es, ni los encuentros con los demás. Todo empieza a tener un límite: Hoy respiran, mañana no respirarán más.

Una segunda invitación que les hago es hacer el siguiente ejercicio: Cuando nos sentimos enfermos, no tiene que ser grave, con una gripe, un virus,…: ¿qué necesitamos de las personas que están alrededor nuestro?


Algunos responderán: A mi déjenme tranquilo, prefiero estar solo”, otro dirá: “Por favor, quédate al lado mío y mírame”, Yo necesito que estés atento por si necesito algo”.

En fin, puede haber muchas otras respuestas a las preguntas. Y no sería mejor que me preguntaran ¿qué necesitas?

Porque a mí personalmente me gusta cuando me siento mal quedarme tranquila sin nadie alrededor, y a mi marido le gusta que estemos encima y bien presentes.

Pensemos qué nos gustan que nos digan, qué no nos gusta que nos digan. Cada uno tiene una forma de pasar ese malestar de diferentes maneras. Todas estas formas no son ni buenas ni malas…. son.

Entonces, desde la bibliografía que leí y los acompañamientos que tuve la oportunidad tan grande de tener, me animo a que podamos tener ciertos puntos que nos van a ayudar cuando estemos en el lugar de estar con un familiar, amigo querido que está en el final de vida, y quizá hoy está viviendo esta situación de estar con un ser querido que esté viviendo el final de su vida leyendo esta reflexión y pueda serle útil.


¿Qué considero que necesita esta persona? Que nuestra presencia simbolice seguridad, confianza, continuidad. Para que puedan ser:

  • Aceptados como es esa persona, de lo que él tiene, de lo que él desea, en lo que sienten, piensan: ¿quién soy yo para pretender lo que es bueno para él?
  • Poder estar en el ritmo que ellos están: muchas veces se hace difícil porque el ritmo de quienes lo acompañamos es una vida donde hay mucho por hacer, llegar, lograr. Para ellos es un tiempo eterno y finito a la vez.
  • Ser aceptados en el deterioro, en las limitaciones que se van presentando.
  • Poder expresar todos sus miedos: todos sabemos que nos vamos a morir, pero creo que ninguno de nosotros sabe qué va a pasar luego de esta vida.
  • Poder compartir las emociones sin ser juzgados.


Un buen ejercicio para poder estar de la mejor manera que podamos con ese ser querido, es mirarme como soy yo conmigo mismo y con todos estos puntos que estamos reflexionando.
Si me cuesta estar bien conmigo mismo, seguramente me cueste poder ponerlo en práctica con la persona en el final de vida.



Mariana Soiza.
Licenciada en Relaciones Públicas y Consultora Psicológica.
Especializada en Cuidados al final de la vida y orientación a familiares.
Coordinadora del Programa Comunidades Compasivas (Buenos Aires)




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