Este es el blog de un equipo de Cuidados Paliativos... trabajamos "a pie de cama", en el domicilio del paciente, en su espacio más íntimo y personal.

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miércoles, 29 de junio de 2011

Morirse de viejo...

Aquello de la tercera edad siempre me pareció un término chocante quizás por que nunca nadie habla de la primera o la segunda. Sin embargo, cuantos más años trabajo en urgencias más me parece que deberíamos empezar a hablar de la Cuarta Edad.

Los miembros de la Cuarta Edad son las víctimas de la medicina moderna y de la sociedad de bienestar. Ancianos que hace ya años perdieron su identidad, su dignidad, lo que les hacía ser ellos. Ancianos que han perdido la capacidad de pensar, de comunicarse, de moverse, de sentir. Ancianos que necesitan ayuda para absolutamente todo, encamados, llenos de úlceras, que se hacen todo encima, que no conocen ni a los hijos que tanto adoraron. Ancianos que no saben ni su nombre, que están muertos en vida. Personas que fueron hijos, esposos, padres, abuelos y que ahora solo lo son en el recuerdo de los demás y en la carcasa.

Pues bien, los desafortunados miembros de la Cuarta Edad son pacientes habituales en los departamentos de urgencias. Cualquier urgenciólogo reconocería un caso como el siguiente: anciana de mas de 90 años, con demencia severa, encamada, ulcerada, incontinente doble, varios ictus cerebrales en la última década, afásica, rígida, casi ciega, sorda, vive en una residencia de ancianos dependientes hace una década; enviada en ambulancia a urgencias a las 2 de la mañana por que las cuidadoras creen que se ha deteriorado en las últimas horas o por que hasta ayer movía el dedo meñique de la mano no paralizada y hoy no lo mueve o por que respira con dificultad.

Enviar a urgencias a una persona que lleva años muriéndose es una locura, con toque de barbarie y pellizco de indignidad pero recibirla en urgencias y someterla a pruebas que duelen o son incómodas es haber perdido el norte. No estamos hablando de eutanasia ni activa ni pasiva sino de recordar y ser conscientes de que la medicina tiene un límite, que no somos Dios y que la vida llega al final por un proceso natural de deterioro y envejecimiento. Tenemos que empezar a levantarnos contra esta situación y dejar de retroalimentar la idea de que morirse es el fracaso de la medicina.

Estamos en un círculo cerrado de absurdez del que todos somos cómplices. Un ejemplo claro es la cantidad de medicación que toma cualquiera de estos ancianos de la Cuarta Edad, la mayoría de los cuales se beneficiarían solamente de analgésicos y algo para dormir y sin embargo engullen pastillas para la osteoporosis, el colesterol, la hipertensión, la depresión, la circulación,…etc, etc. Si no fuera para llorar, daría la risa.

Pero claro, a ver quien es el listo que retira la medicación o a ver quién es el listo que decide no hacer pruebas diagnósticas o a ver quien es el listo que le dice a una familia que el bisabuelo ha muerto pero no se le hizo un TAC o una endoscopia previa para diagnosticar la causa final. Morirse de viejo ya no es aceptable. “A ver quien se atreve”, esa es la pregunta que oímos unos de otros.

Alcémonos contra esto de una vez, dejar que los ancianos muy deteriorados se mueran en paz, sin ensañamientos diagnósticos ni terapéuticos y en su domicilio habitual no es discriminación por motivo de edad sino puro sentido común, simple caridad humana, defensa acérrima de la dignidad del paciente y el reconocimiento de lo que hacemos es medicina, no milagros.

Como sigan así las cosas cuando yo sea anciana, tengo planeado tatuarme en el pecho: ¡Médicos, dejadme en paz! Voluntades anticipadas, ya saben.


Fuente: elmundo.es
De la columna de MONICA LALANDA

6 comentarios:

Buru dijo...

Así deberían ser las cosas pero para lograrlo queda mucho trabajo por hacer.
Un abz.

Ya sabes quien dijo...

Plas, plas, plas, plas, plas... mis aplausos mas cariñosos por tu valentia al exponer la situación.
Me parecia estar viendo a mis padres.

Gracias y ADELANTE.

princesa_ dijo...

Ya no se permite. Sigue siendo un chollo para los geriátricos, para las farmacias, para las parafarmacias que intentan colarte más trastos (como medicinas) de las que se pueden y deben tomar.
Ya nadie cree en la edad y mucho menos en el amor a sus mayores...lo único que prima hoy en día es que la persona dure, que no se muera, la calidad de vida parece ser lo de menos.
Y así, morirse de viejo cuesta un dineral insufrible. Pero lo peor es que ni se recibe un solo mimo, ni se recibe un solo abrazo...y los geriátricos se convierten para las familias en lugar para quedar y ver a sus familias mientras se habla de otros temas.
Solo espero morir de un infarto..
Un beso.
Todas tus entradas son entrañables.

C.S. (Marisa de la Rica) dijo...

Gracias Buru... así deberían ser las cosas desde luego. Lástima que muchos de los que en su mano está el cambiarlo les cueste pensar con el sentido común en la mano.

Gracias también Erase una vez... pero los aplausos son para la autora. Yo simplemente lo he compartido.

Hola princesa, CUÁNTA RAZÓN TIENES!!! me ha encantado también tu aportación. Un saludo.

Alondra dijo...

¡Hola! totalmente de acuerdo contigo...¿Sabes lo peor de todo este grave problema? que la sociedad te hace sentir culpable si no actúas y lo llevas al hospital; porque si el anciano muere en su cama, y el médico de familia que lo atendió toda la vida no está disponible y viene alguien de urgencias pueden negarte el certificado de defunción, y se lo llevan para hacer la autopsia. (¿?) Y sobre todo tu propia familia te pone en la picota. Hoy seguimos sin reconocer que llega un momento en que la vela se apaga, y buscamos lugares asépticos para esconder nuestros miedos...
La dignidad de la persona no importa, lo importante es alejar lo más posible de los vivos algo tan natural como la muerte.
Saludos afectuosos.

P.D. Viví la muerte de un anciano en su cama rodeado del cariño de quienes lo amaban y te deja el alma suavecita.
Viví la muerte de otro a los cinco minutos de llegar al hospital en un pasillo de urgencias, todavía la piel se me eriza.

Cassiopeia dijo...

Querida, no mencionaste las pastillas para remediar los efectos secundarios de las otras...

Creo firmemente que es crueldad obligar a un ser querido existir en la carcaza.

Como eso se nos puede llegar en cualquier momento, creo que la idea del tatuaje es excelente!

Un abrazote apretado.