Ayer hubiera sido tu cumpleaños.
Pensando solo en ti miré al cielo y las estrellas me
devolvieron la mirada. Brindé por ti con una caña en la mano, esa caña que
muchas veces compartíamos cuando estábamos juntas. De un bar me llegaron los
acordes de una canción… la música… un sentir que compartíamos a menudo, teníamos
gustos muy parecidos.
De repente estábamos en tu casa, sentadas en el sofá,
hablando de qué sé yo y sonaba esta canción. Empezamos a cantarla, primero
bajito y después gritando hasta desgallitarnos. Entonces apareció la gata y se
subió primero al sofá y luego, como enloquecida por el tumulto, subió a la mesa
para terminar estampándose contra la lámpara. Menos mal que aún le quedaban vidas…
dijiste.
Marta, siempre Marta.
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