Este es el blog de un equipo de Cuidados Paliativos... trabajamos "a pie de cama", en el domicilio del paciente, en su espacio más íntimo y personal.

Todos los días hay un viaje distinto, duro, sorprendente, triste, emocionante... y con un final.

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domingo, 2 de junio de 2019

ZaR...



Al llegar a la plaza nos esperaba Zar, un precioso pastor alemán ya entrado en años. Nos miró serio, se dejó acariciar dócil y echó a andar cuesta abajo, en dirección a la casa, de vez en cuando se giraba para vernos ir.

La casa de Paco es grande, construida por él a base de años de esfuerzo. Tiene un jardín, una piscina y el altar de “los calvos”, como él llama a sus budas. Cuando cayó enfermo le pidió a su hija que se fuera con él a casa, al pueblo, si no se buscaría una residencia. Su hija, una mujer de vida trabajada, bregada en suficientes batallas no todas victoriosas, sabía que en la residencia se moriría de pena, así que allá que se fue con su padre. De eso hace ya casi dos años.

Zar siempre estuvo con él, desde que era un cachorro. Le advertía de sus subidas y bajadas de azúcar, aunque nadie le había enseñado. Le ayudaba a tirar de las ramas cuando podaba los árboles, le enseñaba el camino de vuelta cuando se desorientaba en sus paseos por el campo. Se ponía enfermo, se le caía el pelo cuando ingresaban a su amo y había que llevarlo a la puerta del hospital para que se tranquilizara.

Nos costó controlar el dolor y manejar las ganas de vivir a pesar de todo. En alguna ocasión habíamos hablado de los últimos días, de cómo quería que fueran. De no sufrir, de abandonarse sin dolor. Que el dolor ya había anegado bastante.

Hasta hace una semana Paco salía, hacía sus recados y atendía más menos que más el negocio familiar. Un buen día, terminó de arreglar sus asuntos con el banco, firmó y se tomó su último carajillo en el porche del jardín con sus amigos. Creía que el momento estaba cerca y se sentía preparado. Ya había hablado con su hija, a su hijo, con el que hacía tiempo que no se hablaba, le dijo “Hasta siempre”, también sentó a su nieta, conoció a la novia de su nieto y opinó. Consideró que cerraba y todo lo dejaba en orden, lo que viniera después a él ya no le concernía.

En la sala hay gente, personas que vienen y se van y otras que han llegado para quedarse, Ahora, a buenas horas…!!”, rumia su hija. “Todos saben lo que hay que hacer, algunos lo quieren llevar al hospital, parece que yo no haya hecho nada… o lo haya hecho mal. Y yo sé que él quería estar en casa, en su silla, en su cama, con el sol de la tarde entrando a borbotones por la ventana. Viviendo hasta el final, porque él decía sonriendo que había oído que: Hay vida antes de la muerte”.

Paco ya está en la fase final de su enfermedad y Zar lo sabe, por eso yace triste a los pies de su cama. Levanta una ceja, nos mira y vuelve a entornar sus ojos. Qué será de él?, Se morirá conmigo?, pregunta al aire con un hilo de voz. Inquieto en la cama sólo le tranquiliza acariciar la cabeza de su fiel amigo, nos cuenta su hija. Ni gotas ni pastillas. Sólo Zar”.




2 comentarios:

Albi dijo...

Maravilloso! Y que ha sido de Zar?

Violeta (Pilar Lázaro) dijo...

Zar todavía vive, pero parece que se haya hecho mayor de golpe. Sigue deambulando triste por la casa, a veces se queda quieto mirando hacia una habitación vacía, husmeando el aire. Su hija dice que lo ve.