Este es el blog de un equipo de Cuidados Paliativos... trabajamos "a pie de cama", en el domicilio del paciente, en su espacio más íntimo y personal.

Todos los días hay un viaje distinto, duro, sorprendente, triste, emocionante... y con un final.

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miércoles, 25 de febrero de 2009

IKIRU = VIVIR




Watanabe es un burócrata que lleva 30 años trabajando en el Ayuntamiento de Tokio. Su vida es idéntica día tras día, igual que lo es su trabajo. Nunca consigue terminar nada de lo que comienza. Con el paso de los años, ha llegado a jefe de su sección y se sienta entre columnas de papeles a ambos lados de su escritorio, frente a estantes todavía más repletos de documentos. Su mesa está flanqueada por otras más pequeñas, de sus ayudantes, que ordenan y desordenan papeles una y otra vez. Nunca se decide nada y nada cambia en esencia. Su trabajo sería escuchar las quejas de los ciudadanos, pero se limita a estampar un pequeño sello de caucho en cada uno de los papeles.

La película comienza con un plano fotográfico de una radiografía de alguien. Una voz dice: “Tiene cáncer gástrico, pero todavía no lo sabe. Va vagando por la vida. De hecho, está medio muerto“.

Una de las escenas memorables de la película sucede cuando Watanabe se encuentra en la sala de espera de la consulta del médico. Todavía desconoce su enfermedad. En la sala hay otro paciente que charla descuidadamente con todos, no necesita conocerlos. Se dirige a Watanabe y comienza a describirle síntomas idénticos a los que padece, atribuyéndolos al cáncer de estómago. Watanabe enmudece, lentamente, aterrado… Cuando su expresión ya está completamente desfigurada por el miedo, el charlatán hace este comentario: “Si le dicen que puede comer lo que quiera, eso significa que le queda menos de un año“. Ya en la consulta, el doctor repite estas mismas palabras; entonces el viejo burócrata se aleja, despacio, caminando hacia atrás. Regresa a casa, exhausto, llora y piensa que va a morir, aunque el médico no dijo nada de eso; en realidad, el médico solo dijo la frase, la misma que antes había escuchado del charlatán en la sala. Que vaya a morir no es tan malo. Lo peor es que nunca ha vivido. Y antes de morir decide hacer al menos una cosa que merezca la pena.



Pocos diálogos, pero Kurosawa hace innecesarias las palabras para expresar la soledad, la tristeza, la ternura de su personaje. La historia de un hombre que estuvo muerto los veinticinco años que “mataba” el tiempo para asegurar un trabajo que creía su vida.

El trocito de hoy... para los que sepan un poquito del idioma oriental... o para los que nos defendemos con el "inglish"...

1 comentario:

J Vottero dijo...

Es simplemente una de las mejores y mas profundas que vi en mi vida...Excelente reflexión para la vida...