Este es el blog de un equipo de Cuidados Paliativos... trabajamos "a pie de cama", en el domicilio del paciente, en su espacio más íntimo y personal.

Todos los días hay un viaje distinto, duro, sorprendente, triste, emocionante... y con un final.

¿Nos acompañas?.



viernes, 3 de diciembre de 2010


Un amigo, muy amigo, me contaba acerca de la hija de un familiar suyo que padece el Síndrome de Angelman. Sobre la dignidad y la entereza de la madre, su cuidadora principal, que, mermada psíquica y físicamente debido a los muchos años de dedicación y a las múltiples atenciones que requiere su hija, a pesar de todo mantiene las fuerzas intactas y el corazón “entero”. Me contaba que había descubierto en sus abrazos y en los de su hija ese calor que da la inmensa ternura, la fuerza con mayúsculas y el amor, también con mayúsculas. Dejando las minúsculas para esas cosas que a menudo, de forma cotidiana, nos rodean y que llamamos “problemas”.

Gracias a mi quehacer diario, que creo es ya una forma de vida por todo lo que me ha dado, me ha enseñado y que voy incorporando a mi vivir, manejo y me veo envuelta en sensaciones similares, como algo maravillosamente cotidiano.

4 comentarios:

Cassiopeia dijo...

La vida nuestra esta llena de mayúsculas y minúsculas. El truco esta en colmar a nuestros cuidadores de mayúsculas.

Violeta (Pilar Lázaro) dijo...

Hola Cassiopeia!
Pues si, la vida está llena de mayúsculas, munúsculas, puntos y aparte, puntos suspensivos,...Tú lo sabes muy bien.
Así la vamos escribiendo, renglón a renglón.
Muchos besos

Anónimo dijo...

Me encanta vuestro blog! También trabajo en domicilio, en Navarra. Gracias por ir contandonos cositas. Os comparto esta poesía, parece que es de un adolescente en la recta final:

Hay un elefante en la habitación.
Es enorme, por lo que es muy difícil rodearlo.
Igual lo hacemos con cada “¿Todo bien?”, “Sí, todo bien”, y las otras miles de formas de conversaciones triviales: del tiempo, de la escuela.
Hablamos de cualquier otra cosa, excepto del elefante.
Hay un elefante en la habitación.
Todos sabemos que está allí.
Y todos pensamos en él cuando hablamos de cualquiera de esas otras cosas.
Está permanentemente en nuestra cabeza.Y, sabemos, es demasiado grande. Pero no hablamos del elefante que hay en nuestra habitación.

Por favor, hablemos del elefante en mi habitación.

Si hablamos del hecho de que puedo llegar a morir, quizás podríamos también hablar de cómo estoy viviendo.
¿Podríamos hablar del elefante sin que mires para otro lado?
Si no podemos hacerlo, me estás dejando solo.
En una habitación.
Con un elefante.

Violeta (Pilar Lázaro) dijo...

Hola compañer@!
Tú también sabes muy bien de lo que hablamos y de lo que decimos cuando callamos.
Preciosa la poesía. Es cierto, cuánto nos cuesta hablar del elefante sin dejar de mirar a los ojos. Qué difícil estar y no dejar solo al que se va.
Un reto que compensa a manos llenas.
Un saludo hasta Navarra