Matías acompañó a su mujer hasta la puerta de la residencia
cuando fue consciente de que ya no podía hacerse cargo de ella en casa, con las
pocas ayudas con las que podía contar. Dejó la maleta en el vestíbulo mientras
una auxiliar se acercaba a ella con intención de llevarla dentro. Ella se giró
y buscó a Matías con la mirada. Él, que con
los ojos anegados en lágrimas a duras penas intentaba rehuirla, la miró por
última vez. Aún no creía lo que estaban viviendo.
Por la tarde le era imposible olvidar lo vivido hacía unas
horas,… la casa era grande y la cama no digamos… y el silencio. Por quién se
iba a levantar los demás días? Cogió su maleta y fue a la residencia donde su
mujer ya lo esperaba hacía rato. Cuánto
has tardado, qué hacías? Le preguntó ella. Nada hermosa, ya estoy aquí, contigo.
Pasaban los días y él cogía su bicicleta a menudo para irse
hasta su pueblo y ver su casa, la casa de sus vidas. Ella poco a poco iba
progresando, su olvido ya ocupaba la mayoría de los espacios que sus neuronas
dejaban vacíos. Sólo sonreía sentada junto a él, cogidos de la mano.
Ella falleció hace dos años y él decidió quedarse. Hace unos
meses le detectaron una enfermedad oncológica que progresa rápido.
En las primeras visitas negaba tener preocupaciones. “Estoy flojo, claro tengo muchos años.” Hace
unos días durante una de las visitas, nos quedamos solos, la enfermera, él y
yo. Todo el tiempo había estado mirando hacía no sé qué, parecía triste. Le dimos tiempo, y al cabo de un silencio cargado de emoción nos dijo: “Yo creo que tengo
algo malo, cáncer o algo así… pero no me lo quieren decir o no saben lo que es.”
Ante nuestra disposición a intentar ayudarlo acerca de si había algo que
quisiera saber sobre su enfermedad o sobre cualquier duda o preocupación, nos
dijo tranquilamente: “No quiero preguntar
porque no quiero saber,... porque si no la cabeza empezará a pensar y caeré”.
Se puede decir más alto pero no más claro.
2 comentarios:
Es vital siempre respetar hasta donde quiere saber una persona.
Qué maravilla poder escuchar y tener la capacidad y la sensibilidad de respetar la decisión del otro.
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