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jueves, 3 de julio de 2014

eN eL LuGaR DeL oTRo...



Carta a la “Industria Farmacéutica”: ¡No puedo abrir el dichoso blíster!

Apreciada Sra. Industria Farmacéutica; digo lo de apreciada porque sin usted no podría estar en estos momentos escribiendo esta carta, ya que preciso de sus medicamentos para controlar (que ya no curar) mi patología.

Me gustaría comentarles que muchos de sus clientes son pacientes con enfermedades reumáticas (yo misma, por poner un ejemplo), que tienen como característica común el dolor y, la mayoría, también la rigidez matutina.

Debo decirle que cada mañana me acuerdo de usted… y se preguntará: ¿por qué motivo?

Se lo voy a intentar explicar:

Me levanto con rigidez y dolor (ya he dicho anteriormente que soy de las afortunadas  que padezco una enfermedad reumática) y necesito  tomar mi medicación… ¿fácil?: pues no, porque parece que ustedes no han pensado en ello y, digo yo, que dado que cuentan en sus filas con expertos en todas las materias (incluidos pacientes), ¿por qué no han solucionado los problemas que paso a comentar?

La lucha se inicia con la apertura del envase (la cajita) del medicamento que, parece mentira, pero cada día la abro al revés, con la zona del prospecto doblado e impidiéndome llegar a su interior (que es la pastilla que necesito); aprovecho aquí para hacer un inciso y preguntar por qué parece necesario haber hecho un curso de papiroflexia para poder leer el susodicho prospecto y guardarlo de nuevo en las mismas condiciones en las que venía.

Superado este primer trance, me puedo encontrar con la necesidad de tener que abrir un frasco con rosca, cosa harto difícil cuando te duelen las manos y no tienes fuerza (si lo ves desde el punto de vista de una persona sana te parece una tontería), se puede intentar usando la dentadura, siempre y cuando tus dientes sean tuyos, los tengas todos y no presenten ningún problema, pero a mi entender no es una solución muy correcta.

Si resulta que la medicación viene en blisters la cosa tampoco mejora, sigo con los mismos problemas: mi rigidez y falta de fuerza en las manos hacen que ni siquiera pueda usar unas tijeras antes de llegar a la más absoluta desesperación, para poder sacar la pastilla de su interior.

En el caso de que lo que me han recetado sea un supositorio, ni les cuento lo que cuesta abrir el envoltorio, que parece que hayan usado loctite para evitar que en un descuido se vayan a ir de juerga y no logremos encontrarlos. Aquí se añade un inconveniente más: ¿mi elasticidad (se supone que soy enferma, no acróbata) me permitirá colocarlo en el lugar correcto?

En el caso de los óvulos vaginales (como las mujeres hemos practicado mucho con los tampones) lo tenemos más fácil.

Y si resulta que es una medicación cuya vía es la subcutánea, no sólo has de abrir el envoltorio que la acompaña, sino también el del papelito que ya viene impregnado con alcohol, una buena idea, siempre que logres abrirlo, claro; yo confieso que para éste último vuelvo a utilizar los dientes. Luego has de intentar ver la zona donde te la vas a inyectar: a mí me funciona ponerme las gafas y mirarme a través del espejo, porque como dije antes los enfermos con artritis no somos precisamente de lo más ágil que hay por el mundo y mucho menos si nos pilla recién levantados.

Bueno, a lo que iba, que he pensado que le debería escribir esta carta Sra. Industria Farmacéutica porque igual no se les ha ocurrido que podíamos tener estos problemas.

Mi pregunta es: ¿por qué no dedican una parte de sus fabulosos beneficios a buscar soluciones más sencillas para sus usuarios: los pacientes. Tengan por seguro que les estaríamos eternamente agradecidos.

Firmado:
Una paciente reumática.
 
 

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