Este es el blog de un equipo de Cuidados Paliativos... trabajamos "a pie de cama", en el domicilio del paciente, en su espacio más íntimo y personal.

Todos los días hay un viaje distinto, duro, sorprendente, triste, emocionante... y con un final.

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sábado, 16 de junio de 2018

uN PuÑaDo De LoCuRaS y...


La hermana de una de mis muy amigasqueridas ha escrito un libro de relatos. Sabe contar historias cotidianas en párrafos cortos y tiene una imaginación infinita, incluso hasta el más allá.

Ella se llama Inma Ponce y Un puñado de locuras y algún cuento máses como despertar de un sueño y seguir soñando. Os dejo uno de los cuentos que trae de una mano a la vida, mucha,... y de la otra a la muerte.


En el País de las Hadas

Alba aún no había cumplido los dos años cuando comenzaron a salirle las alitas… La cigüeña se equivocó, y dejó en el hogar de la familia Arroyo a un pequeño bebé que no era exactamente lo que parecía.

Los papás de Alba no daban crédito a lo que sucedía, ya que hacía muchos años que no se había dado un caso así; las revisiones a las cigüeñas eran constantes desde que en una ocasión, una de ellas se equivocó y dejó a una familia un gnomo del bosque como hijo.

Cuando lograron asumir lo que el médico les había confirmado, empezaron a atar cabos.
Claro, dijo la mamá. Ahora entiendo lo de su pelo, tan dorado que parecía irreal, lo de esos preciosos y tremendos ojos azules, del color del océano en calma, lo de esa sonrisa tan… tan de Hada.

Y lo de su piel?, dijo el papá. Esa piel tan tersa y brillante, como si alguien se hubiese entretenido en tintar de purpurina todo su cuerpo.

- Tendré que consultar con el Dr. Albéniz, que es el Hadólogo de la clínica, les dijo el médico algo dubitativo. Pero si no me equivoco, en el momento que a la niña, quiero decir a la criatura, a Alba, le terminen de madurar las alas, emigrará lógicamente al País de las Hadas.

Y cómo sabremos que ha llegado el momento?... Y estará bien allá donde va?, preguntó la mamá con preocupación en la voz.

- Al amanecer siguiente del día en que Alba levante del suelo, gracias a su propio aleteo, un equipo de H.A.R. (Hadas Al Rescate) irá a buscarla a casa y la recogerán. A su segunda pregunta le responderé con otra, el doctor miraba a Alba fascinado, lo cierto es que era una criatura bellísima. Sabe algún sitio mejor para un Hada que el País de las Hadas?

Así fueron pasando los días y mientras que a la pequeña le iban creciendo las alitas, sus papás se iban haciendo a la idea de que Alba se marcharía pronto. Ciertamente, la iban a echar de menos.

Y una tarde sucedió. Tras varias torpes intentonas, la dulce aprendiz de Hada levantó su luminoso cuerpecito varios palmos del suelo. Su sonrisa era hermosa, se palpaba en el aire lo inmensamente feliz que era.

… Al amanecer, una pequeña brisa les sorprendió dormidos… A los pies de la cama tres pequeñas Hadas esperaban ser vistas. Al despertar y entender lo que iba a ocurrir, Alba fijó sus enormes ojos en los de su mamá y le dedicó la sonrisa más bonita jamás ofrecida a ningún ser humano. Con su pequeña manita acarició el rostro de sus papás con tanta dulzura, que de inmediato la paz les inundó a ambos. Una de la Hadas rozó con su varita los rizos dorados de la niña e instantáneamente su tamaño se asemejó al de ellas. Revolotearon unos segundos por la habitación, seguidas por una estela de vapor luminoso y una a una fueron saliendo por la ventana, adentrándose en el frescor de la mañana recién estrenada.

Los papás de Alba se abrazaron emocionados… Lloraban, sonreían. Lo habían entendido y asumido. La pequeña no era de este mundo, se tenía que marchar con los suyos. 

Incluso estaban agradecidos a la atolondrada cigüeña que, equivocadamente, les había traído una criatura tan especial, por el regalo tan inmenso que había sido su presencia durante esos escasos dos años. Además, según el Dr. Camino les dijo, un Hada nunca se marcha del todo.


Eso también lo entendieron. Alguna que otra noche, una suave brisa les despertaba justo a tiempo de ver una tenue lucecita escapando hacia el cielo.


Para Alba Arroyo, in memoriam.




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