Este es el blog de un equipo de Cuidados Paliativos... trabajamos "a pie de cama", en el domicilio del paciente, en su espacio más íntimo y personal.

Todos los días hay un viaje distinto, duro, sorprendente, triste, emocionante... y con un final.

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domingo, 24 de junio de 2018

ViDaS GRaNDeS...


Isidro llegó a la residencia hace casi 7 años. La casa se les hizo grande cuando falleció su hijo, que apareció ahorcado en el patio trasero tras años de “depresión”, según nos cuenta. Su esposa y él metieron en una maleta y varias bolsas lo imprescindible y huyeron del lugar que les había dado cobijo durante toda una vida.

Se instalaron en la residencia de un pueblo cercano y comenzaron las nuevas rutinas. Al poco tiempo él se cayó y se fracturó la cadera, “yo nunca tomé medicación, pero aquí empezaron a darme pastillas en la cena…”.

Pasaban sus días tranquilos y acompañados. “Estábamos bien, la gente es muy amable. Ayudábamos en el huerto y mi mujer, a veces, en la cocina, hacíamos dibujos en las clases de pintura y también gimnasia”. Hace 20 días su esposa falleció, repentinamente, una madrugada en la cama de al lado. Nos lo cuenta despacio, masticando las palabras, parece que todavía se le hacen "bola" y no puede tragarlas.

“Cuando lo de la cadera, me vieron una mancha en el pulmón, dijeron que venía de la próstata. Pero yo, aún con todo, estoy bien. No me duele nada. De todas formas si quieren venir a verme, estaré encantado.” Cuando salimos escucho que le dice a mi compañero: Hacéis buena pareja… cuídala, no la dejes escapar.”

Como ocurre a menudo, salimos sonriendo. A veces, no es el caso, aunque duela.




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