Tierras de penumbra describe una historia de amor: la que mantuvieron en los años cincuenta C. S. Lewis y la poetisa norteamericana Helen Joy Gresham. Joy, de origen judío, se había convertido al cristianismo influida en gran medida por las obras de Lewis. Tras varios años de relación epistolar, Joy visita por vez
primera a Lewis en 1952. Al año siguiente, tras divorciarse de su marido alcohólico se instala con su hijo Thomas en Londres.
Desde ese momento, el trato entre Joy y Lewis se intensifica, sin salirse inicialmente de los límites de una amistad puramente intelectual. Pero en 1956 se diagnostica a Joy un cáncer óseo. Lewis acepta entonces un singular matrimonio civil de conveniencia para que Joy pueda obtener la nacionalidad británica. Poco a poco, el sesudo y solterón profesor de Oxford se da cuenta de que siente por Joy verdadero amor. Y así, tiene lugar la boda canónica anglicana en la habitación del hospital donde estaba ingresada Joy. Por aquel
entonces, Lewis tenía 59 años; ella, 42.
Joy se recupera momentáneamente, y pueden hacer con Lewis un viaje soñado, un momento de máxima felicidad. Pero pronto Joy vuelve a recaer y, finalmente, fallece. Después de la muerte de Joy, Lewis sabrá realmente lo que es el dolor y como buscará sinceramente asumir la pérdida desde la fe.
Aquí os dejo un diálogo entre los protagonistas... sobre una colina:
Jack: Ya no quiero estar en ningún otro sitio. Ya no espero que ocurra nada nuevo. Y tampoco tengo que esperar hasta la siguiente colina. Estoy aquí, es suficiente.
Joy: Esto es la felicidad para ti, ¿verdad?
Jack: Sí, sí.
Joy: No va a durar mucho.
Jack: No nos amarguemos el tiempo que aún podemos estar juntos.
Joy: Eso no lo amarga. Hace que sea real. Déjame que te lo diga antes de que pase la lluvia y volvamos a casa.
Jack: ¿Qué hay que decir?
Joy: Que voy a morir. Y también que quiero estar contigo entonces. Y solo podré hacerlo si puedo hablarte de ello ahora.
Jack: Me las arreglaré. No te preocupes por mí.
Joy: No. Creo que puede haber algo mejor. Algo que tiene que ser mucho mejor que eso. Bueno, lo que intento decir, es que el dolor de entonces es parte de la felicidad de ahora. Ese es el trato.
Y aquí un trocito de la peli... sin desperdicio.
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