thistle in Newhavenby nnoik |
Todo este asunto de morirse es algo que los vivos no entendemos en absoluto. Los diversos visitantes, los que van a desear al paciente que se recupere, los familiares entristecidos, los médicos curiosos, las enfermeras abrumadas de trabajo y los asistentes enfadados con los que el enfermo trata durante el día, son como gente que viaja por un país extranjero.
Entran en los dominios del paciente pero solo por asuntos oficiales, no se quedan ni adoptan las costumbres locales del país en el que se encuentran. De hecho, estos turistas se muestran arrogantes y aislantes para protegerse de la contaminación de la muerte.
Después de todo….¿qué saben ellos del dolor, el sudor y la incontinencia, de la putrefacción de la carne que se descompone y de la absoluta humillación de quien no puede controlar la vejiga ni los intestinos?. Te toman la temperatura, pero no padecen los efectos de la fiebre. Te auscultan el corazón, pero no pueden sentir su palpitar debilitado. Atisban con desenfadada curiosidad el interior de los diversos intersticios, agujeros, desfiladeros y cráteres de tu cuerpo, pero ellos no forman parte de esa gran caverna en que te has convertido.
Ellos son huéspedes y no residentes en esta casa de la muerte donde tu habitas. Entonces, ¿Cómo es posible que entiendan? El paciente moribundo en el mundo actual tiene dos obligaciones:
- No saber que se va a morir.
- Si lo sabe, actuar como si no lo supiera.
Patient Encounters: The Experience of Disease
[Encuentros con pacientes: La experiencia de la enfermedad]
James Buchanan.
2 comentarios:
Aupa Marisa! Ayer mismo tuve una de esas experiencias domiciliarias con la muerte, ésta realmente extraña.
Y sí, a veces incomoda mucho.
Me la tienes que contar, Iñaki!!.
Gracias por tu comentario.
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