FASES DEL DUELO
No hay cortes claros entre las fases. Habitualmente se superponen, pero suelen seguir un orden.
Depende de la personalidad, situación social, vivencias y duelos previos.
Existen varios autores que describen las fases o etapas del duelo, que en definitiva, vienen a ser los pasos que es necesario recorrer durante un proceso que es siempre doloroso.
Depende de la personalidad, situación social, vivencias y duelos previos.
Existen varios autores que describen las fases o etapas del duelo, que en definitiva, vienen a ser los pasos que es necesario recorrer durante un proceso que es siempre doloroso.
El duelo normal o duelo no complicado abarca un amplio abanico de sentimientos y conductas que son normales después de la pérdida de un ser querido. La evolución hacia duelo complicado o patológico ocurre cuando estas manifestaciones se extienden en el tiempo, se cronifican, o derivan en otro tipo de patología psiquiátrica.
El proceso de duelo se describe en fases o etapas (Gómez Sancho, Parkes, Sanders) o por tareas sucesivas que la persona debe ir asumiendo (Worden, Sheldon, Neimeyer).
Los primeros momentos, el shock, la negación.
Se produce desconcierto, náuseas, temblor, alteraciones del ritmo cardiaco u otras alteraciones fisiológicas. Gráficamente, la persona puede encontrarse “como flotando en una nube”. El afecto y la sensibilidad están anestesiados, el intelecto está paralizado, inhibido y los sentidos embotados. El cuerpo pierde su armazón y se cae como un vestido cae de la percha.
Se dan sentimientos de incredulidad y rechazo: “no es posible, no puede ser verdad”.
Es un fenómeno muy común y, en principio, protector, de defensa. La persona que ha sufrido una pérdida bloquea inconscientemente sus facultades de información, recepción y emisión: no envía ni recibe ningún mensaje. Se necesita un tiempo para elaborar una estrategia frente a lo imprevisto, lo impensable, lo inaceptable, para protegerse de ello.
Este estado de choque suele ser más violento en caso de muerte súbita y más moderado si la muerte era más o menos esperada.
Es frecuente, en los primeros momentos, sentir cierto alivio y alegría por el fallecido: “ya no va a sufrir más...”. Otra reacción frecuente es la de hacer reproches a quien acaba de morir: “cómo puedes hacerme esto?...”
Los primeros recursos contra el dolor son el grito y la palabra. El grito cuando puede emitirse, y las palabras que resuenan en la cabeza y que intentan armar un puente entre la realidad conocida antes de la pérdida y la realidad desconocida de hoy, “cómo puede ser la vida sin ti?”.
Esta fase suele ser de corta duración, horas o días, generalmente desde el anuncio de la muerte hasta la terminación del funeral.
“La noche que murió Paula, se descorrió algo, un velo, que me permitió vislumbrar otra realidad...Paula empezó a morir lentamente. Respiraba cada vez más despacio y yo me metí en la cama con ella y la sostuve toda la noche. A medida que fue pasando el tiempo, llegó un momento en el que la angustia y el dolor cedieron completamente. Quedó una gran paz, la sensación de que todo está bien, de que morir es como nacer.”
“Paula”. Isabel Allende
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