Este es el blog de un equipo de Cuidados Paliativos... trabajamos "a pie de cama", en el domicilio del paciente, en su espacio más íntimo y personal.

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jueves, 17 de septiembre de 2009

No me puedo resistir a dejaros esta carta que, aunque no tiene que ver con los Cuidados Paliativos, trata sobre un tema de actualidad sobre el que se está creando una gran confusión.

Ya hablamos en otra ocasión de Mónica Lalanda. Ha pasado los últimos 16 años en Inglaterra, la mayoría como médico de urgencias en Leeds (West Yorkshire). En la actualidad trabaja en la unidad de urgencias del Hospital General de Segovia, participa en varias publicaciones inglesas y también ilustra libros y revistas con viñetas médicas.

Señora ministra de Sanidad, escúcheme usted.

"Señora ministra, le propongo que sea usted la primera española que se vacune contra la gripe A. De hecho, con este despropósito llamado autonomías, si se vacuna usted y toda la cartera de gente que nos gobierna en España, el grupo control sería lo suficientemente grande como para sentirnos todos más seguros.

Verá usted, le agradezco que me haya colocado a la cabeza de los grupos de riesgo y que tenga usted tantísimo interés en que no me coja la gripe. Entiendo que usted me necesita para que el sistema de salud no se colapse; sin embargo, es una gran pena que al igual que usted se preocupa por mi salud y de repente me valore como un bien nacional, no se preocupe por mi situación laboral. La invito a que venga a ver mi contrato o el del resto de los médicos en este país. La gran mayoría trabajamos con contratos que en el resto de la Europa antigua serían una vergüenza.

Señora ministra, se les está marchando el asunto de las manos. Está ya más que claro que este virus, aunque muy contagioso, es muy poco agresivo y más del 95% de los casos cursa de manera leve. Se espera un máximo de 500 fallecimientos frente a los 1.500 a 3.000 que provoca la gripe tradicional.

Mientras tanto, usted está permitiendo un despilfarro de recursos inaceptable. Muchos hospitales en el país están siendo objeto de cambios arquitectónicos absurdos e innecesarios para prepararse para una hecatombe que ya sabemos no va a ocurrir. Se han gastado ustedes 333 millones de euros en esta pandemia de color y fantasía. La letalidad del virus es del 0.018%, francamente irrisoria.

Señora ministra, déjeme que le recuerde que la gripe A ha matado de momento a 23 personas y que tiene una tasa de incidencia de 40-50 casos por semana y 100.000 habitantes. Sin embargo, el tabaco produce en España 40.000 muertes al año y 6.000 por tabaquismo pasivo. Eso sí que es una pandemia, pero usted prefiere ignorarla. Es un tema menos atractivo y que le crearía multitud de enemigos. De los 447 muertos en las carreteras españolas en 2008, ni hablamos, que no es de su cartera.

Señora ministra, explíqueme por qué tiene usted el Tamiflú bajo custodia del ejército. La eficacia de los antivirales en esta gripe es dudosa y de cualquier manera lo único que hace es reducir en un ratito la duración de los síntomas y con efectos secundarios no despreciables. Cualquiera diría que guarda usted bajo siete llaves la cura contra el cáncer o la peste bubónica. Ponga el fármaco en las farmacias que es donde debe estar y déjese de fantasías más propias de Hollywood. Alternativamente, haga algo sobre la patente del osetalmivir y permita que lo fabriquen otras compañías farmacéuticas, así no hay agobios de restricciones.

Señora ministra, las previsiones de la Organización Mundial de la Salud ya han patinado en ocasiones anteriores. Cuando la gripe aviar, predijeron 150 millones de muertos que al final quedaron en 262 fallecimientos. Se han vuelto a equivocar, no importa. Lo importante es parar la locura en la que estamos montados y esa, señora Jiménez, es responsabilidad suya.

Señora ministra, aquí una es una cínica por naturaleza. Demasiada gente se lleva tajada en este asunto. No sólo los fabricantes de las vacunas y los antivirus sino los que hacen las mascarillas, los de la vitamina C, los del bífidus activo, los fabricantes de ventiladores artificiales y pulsioxímetros, los de los pañuelos desechables, los productos de desinfección de manos, hasta los presos con enfermedades incurables que quieren aprovechar para marcharse a casa. Sin embargo, no me negará tampoco que la pantalla de humo les ha venido al pelo a su gobierno ahora que la crisis sigue su marcha, el desempleo tiene niveles históricos, nos suben los impuestos, sube el IRPF y baja el PIB. Una casualidad, supongo.

Señora ministra, una cosilla más. Si tengo que ver muchas más fotos suyas a media página con mirada astuta, trajes sexis y poses de modelo... ¡me va a dar algo!"


Dra. Mónica Lalanda, 9 de septiembre de 2009




3 comentarios:

thot dijo...

La doctora Lalanda tiene más razón que un santo, pero habría que ir incluso más allá. Los ministros de Sanidad de cada país son títeres de la OMS, que es quien mueve los hilos de este super-negocio y detrás la gran "farmafia": Roche, Baxter, Sovay, Glaxosmithkline, Novatis que se van a repartir un pastel de 4000 mill. de euros.
Siempre que pasan estas cosas hay que pensar: ¿Esto a quien beneficia? y las respuestas llegan solas.
Un abrazo.

Violeta (Pilar Lázaro) dijo...

Totalmente de acuerdo. Incluso yendo más allá, la vida, el mundo en general, es un gran negocio, una lucha de poder. Por eso hay que cuidar tanto nuestro entorno más próximo, sobre el que sí podemos influir.
Otro abrazo.

Una Niña Perdida. dijo...

La Dr. Lalanda habla con una sensatez digna del mayor encomio y yo me uno a ella dispuesta a practicar el menos común de los sentidos: el "sentido común", que me impulsa a no dejarme llevar de alarmismos interesados ni campañas orquestadas en beneficio de unos pocos, y no en favor de un bien general como es la salud de todos. Cuidaré de la salud propia y de la ajena cómo mejor sé personal y profesionalmente, pero no estoy dispuesta a hacer de conejillo de indias de ningún laboratorio, ni de experimento que acalle la conciencia de tal o cual Ministerio, ni de plan propagandístico de Gobierno alguno, propio o venido del exterior. Lo que "no es... no tiene razón de ser" por más que nadie, ministro o alguacil, se empeñe.