El día 21 fue tu cumpleaños (era o habría sido, aún me hago
un lío con el tiempo de los verbos), Marta, queridísima mía.
Era temprano, un día soleado, viajaba… y me acordé de ti una
vez más, como siempre. Sin saber cómo, un CD de Barry White llegó a mis dedos
desde su funda, él solo, a su bola; lo puse casi sin mirar. Sólo pensaba en ti.
De repente, ya con las primeras notas, apareciste sentada en
el asiento del copiloto, moviendo las manos y palmoteándote las piernas, al
ritmo de la música, una de tus favoritas. Yo cantaba y tú te balanceabas como
cuando bailábamos juntas, con vergüenza al principio, sin miedo después. Te
miré y una oleada de calor voló hasta mi corazón, o mi cerebro, no sé.
Celebramos las dos tu cumpleaños, mientras la carretera se deslizaba
suave y el sol nos daba de costado, los árboles y los prados verdes aparecían y
desaparecían fundiéndose con ese cielo azul que tanto te gustaba mirar, “Mira,
qué azul más bonito, ningún pintor conseguiría ese color!”, me decías muchas
veces. Y entonces, una vez más, lo escuché de tus labios…, al tiempo que las
lágrimas caían sin cesar por mi cara, dejándome un sabor salado al llegar a la
boca, igual que el mar.
Cuándo te fuiste si aún te siento tan cerca?
2 comentarios:
Eres extraordinaria Violeta, tienes una forma de contar las pequeñas historias que las conviertes en grandes con el sentimiento y el cariño con que las aderezas. Transmites por todos los poros de tu alma y eso nos hace sentirte cerca. Gracias una vez más. Besazo
Querido Antonio, qué alegría volver a “verte”!!!!
Vivir en propia piel lo que tantas veces has rozado con los dedos en la piel de otros, te eriza el pelo, te aporta el dolor real y el gran vacío que deja la ausencia, de la que tantas veces y, tan a la ligera, solemos hablar.
Gracias por tus palabras, sabes de lo que hablo porque tú también debes sentir por todos los poros de tu alma.
Un besazoenorme
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