De nuevo mamografía, ya ha
pasado un año.
Mientras voy caminando al
hospital piso algo que me hace resbalar y caer al suelo. Otra vez los nervios
enredados en los tobillos, pienso.
Mientras espero, los miedos suben
por las piernas hasta mi vientre y eso que tengo opciones de que la
cosa salga bien… Qué duro debe ser estar al otro lado sin opciones.
La gente va y viene, batas
blancas revolotean aquí y allá. La mayoría de los que esperan sentados no
hablan. Miran al suelo, se miran las manos, ni siquiera el móvil. Nos van
llamando.
Me llama la atención alguien. No
sé su nombre, pero la llamaré Clara.
A Clara solo la veo de
espaldas. Un celador empuja su silla de ruedas hasta la puerta de una consulta.
Clara es morena, su pelo desordenado cae sobre el camisón verde del hospital,
algún mechón sobre el respaldo de la silla. Se queda sola, un minuto, dos,…
cinco. Alguien sale a buscarla y tarda un ratito en salir. Y ahí se vuelve a
quedar, la silla aparcada al lado de la pared, en cordón. Sola de nuevo. Inmóvil
y silenciosa. De repente, una pequeña sacudida mueve sus hombros… está
llorando.
Me imagino a la soledad
abarcando todo el pasillo, como una nube blanca, envolviendo a Clara.
Hace tiempo leí que "La soledad es quizá el momento más ruidoso del día: callan los de fuera, vuelven los de dentro".
Hace tiempo leí que "La soledad es quizá el momento más ruidoso del día: callan los de fuera, vuelven los de dentro".
Una celadora va a buscarla. Sujeta
la silla desde atrás y la gira para llevársela de vuelta. No hay comunicación
entre ellas. Veo la cara de Clara. Pálida, los ojos negros hinchados sobre unas
ojeras violáceas, inexpresivos. Me emociono… pienso, y si yo soy Clara algún
día?
Por qué no?... Por qué si?
Me llaman.
1 comentario:
por que no nice post again by you
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