Este es el blog de un equipo de Cuidados Paliativos... trabajamos "a pie de cama", en el domicilio del paciente, en su espacio más íntimo y personal.

Todos los días hay un viaje distinto, duro, sorprendente, triste, emocionante... y con un final.

¿Nos acompañas?.



domingo, 29 de julio de 2018

aLGo BeLLo...



Me llamo Bernat Carreras, nací en Barcelona hace 35 años y trabajo como psicólogo clínico en Cuidados Paliativos del Parc Sanitari Sant Joan de Déu. Creo que tras el miedo y la desesperación hay multitud de emociones que experimentamos al final de nuestra vida y también que el duelo requiere su tiempo y no funcionan las frases hechas de condolencia. 

He sido el afortunado testigo de despedidas muy bellas. Esto es lo que he aprendido…


Leer el artículo completo en Oficios de la muerte.





domingo, 22 de julio de 2018

oTRo CuMPLeaÑoS...


Ayer hubiera sido tu cumpleaños.

Pensando solo en ti miré al cielo y las estrellas me devolvieron la mirada. Brindé por ti con una caña en la mano, esa caña que muchas veces compartíamos cuando estábamos juntas. De un bar me llegaron los acordes de una canción… la música… un sentir que compartíamos a menudo, teníamos gustos muy parecidos.

De repente estábamos en tu casa, sentadas en el sofá, hablando de qué sé yo y sonaba esta canción. Empezamos a cantarla, primero bajito y después gritando hasta desgallitarnos. Entonces apareció la gata y se subió primero al sofá y luego, como enloquecida por el tumulto, subió a la mesa para terminar estampándose contra la lámpara. Menos mal que aún le quedaban vidas… dijiste.

Marta, siempre Marta.




viernes, 20 de julio de 2018

ToDo PaReCe uN SueÑo...


Sentadas en la cama, en su habitación de niña todavía, María llora y yo estoy con ella. “Siento rabia, estoy muy enfadada, dice entre sollozos, pero no por lo que yo estoy sufriendo y lo que me queda… sino porque no entiendo por qué a él, a mi padre. A veces lo cogería por la pechera y le gritaría: no quiero, no puedo soportarlo, no a ti,… Cúrate, por favor cúrate ya!!... Y sigo viviendo, y la vida claro que es bonita, pero tengo eso que no me deja ver más allá, que no me deja disfrutar. Como si llevara unas gafas que tiñen de oscuro todo”.

La enfermedad ha llegado como un tornado, poniendo patas arriba la vida de él, la de su esposa y la de sus dos hijos. Diagnosticado hace menos de un año, el tumor cerebral ha progresado rápidamente, sin apenas darles tiempo a pensar qué está ocurriendo. Muchas veces pienso que todo esto es un sueño, y que vamos a despertar en cualquier momento. Que todo es mentira”. Su madre asiente mientras la mira desconsolada.

Su padre dormita en el sofá de la sala, con los ojos cerrados creo que nos escucha. “Creemos que no sabe nada y seguimos disimulando y diciéndole que todo pasará, que es una mala racha. No sabes lo que nos cuesta!”.

Sin embargo, al preguntarle por qué le ingresaron, me ha mirado y ha empezado a llorar. Sabe, claro que sabe, como la mayoría de nuestros pacientes. Los pactos de silencio puros son excepcionales, en gran parte de los casos el paciente no desea verbalizar sus temores y sus certidumbres, muchas veces por no añadir más dolor a los que quiere y otras por no estar mirando continuamente a la enfermedad y a su final. 

Además, las cosas cuando las pronuncias ya no tienen vuelta atrás. Ya son.

El cuerpo habla y ellos lo escuchan, su sensibilidad se agudiza, se multiplica por mil, se observan todos los detalles hasta los más nimios. Se escudriñan los silencios, las miradas, los gestos, los ojos enrojecidos, las frases a medias, las mentiras piadosas, las palabras de consuelo, que ahora sólo son eso, palabras vacías.

Ya en la puerta, su esposa, llorando y secándose con la mano las lágrimas tal como asoman a sus ojos, me dice que quiere seguir manteniendo “el tipo”. Todo es lícito, cada uno lo vive como puede, no tanto como quiere, no juzgamos, pero le digo que también se dé permiso para flaquear, para llorar… incluso con él si así surge. “No, no quiero por mis hijos… sobretodo el mayor, que no habla, que aún no ha expresado dolor o rabia o pena. Nada”. Piensa que quizás se contienen por ti, le digo,… y por él. Y todos disimuláis, todos “mantenéis el tipo”, cada uno aislado en su casilla, como si no pasara nada… Pero si, está pasando algo, algo que no olvidaréis nunca y que os marcará para siempre en función de cómo lo viváis ahora.


Cuando salgo del domicilio me doy cuenta de que han pasado casi dos horas desde que entré. El tiempo pasa volando, para todos.




lunes, 16 de julio de 2018

aúN MáS...



Marcial tiene 57 años y un intruso que convive con él desde hace 3. Se ha hecho fuerte en su cerebro y decide por él. “Nunca imaginé perder el control de mis actos, de mis pensamientos… de mi vida.” Desde la cama articulada nos mira desconcertado, desde un caos ya viejo. Ya pasó el tiempo en que los por qués ocupaban todo el cielo, en el que Marcial quería seguir viviendo como fuera, con todos los “sin” que vinieran… pero vivir al fin y al cabo.

“Me han enseñado pruebas en las que había mil colores, intentando que entendiera lo que pasaba en mi cabeza, me han operado, me han dado tratamiento, me han dicho que estaba limpio, me lo he creído… y al poco tiempo vuelta a empezar. Estoy cansado, he luchado por salir adelante, conformándome con vivir cada vez con menos. Con menos autonomía, con menos pensamientos coherentes, con menos deseos, con menos paz. Pero ya está, se ha apoderado de mi mente y de mi cuerpo. Sólo me queda esperar. No me lo hagáis más largo.”

Marcial ha sido bombero. Es valiente, ha salvado vidas… pero ya no puede con la suya.

Y en mi propio desconcierto… yo a veces me pregunto si puedo más, si aún puedo añadir más sufrimiento a mi mochila, si caben más muertes.