Este es el blog de un equipo de Cuidados Paliativos... trabajamos "a pie de cama", en el domicilio del paciente, en su espacio más íntimo y personal.

Todos los días hay un viaje distinto, duro, sorprendente, triste, emocionante... y con un final.

¿Nos acompañas?.



viernes, 28 de febrero de 2014

El Oscuro Camino hacia la Luz...


A lo largo de estos casi 7 años que llevo escribiendo este blog, he conocido virtualmente a muchas personas relacionadas de una u otra forma con los Cuidados Paliativos: profesionales, pacientes, familiares... 
Hace unos años conocí a través de su blog en La Vanguardia a Juan Carlos Trallero. El es médico de familia, con amplia formación en Cuidados Paliativos y se dedica desde hace años a asistir desde diversos ámbitos a personas con enfermedad en fase avanzada y al final de la vida y también es director general de la Fundación PaliaClinic.
Hoy le dedico la entrada a su primer libro, por supuesto la temática no podía ser otra que los Cuidados Paliativos, es una novela corta titulada: El Oscuro camino hacia la Luz.

En ella nos cuenta la historia de Mauri Vidal (su protagonista)... despierta por la mañana como un día cualquiera de su rutinaria vida. No sabe que está iniciando un camino plagado de incertidumbre, angustia y oscuridad. El peso de los acontecimientos le empujará inexorablemente a hacer un balance de lo que ha sido su existencia. Acompañar al personaje en ese viaje a sus propias profundidades es para el lector una aventura, que provoca preguntas, evoca recuerdos, y emociona.

Os dejo un fragmento de este libro: El Oscuro camino hacia la Luz... seguro que os engancha.

Gracias por compartirlo Juan Carlos.

jueves, 27 de febrero de 2014

¿Por qué lo llamas EUTANASIA si quieres decir RECHAZO DE TRATAMIENTO?

Título: Maneras de ser.
Fotografía: Maite Castillo.


Volvemos a dar una vuelta de tuerca a los escenarios de la Eutanasia desde los blogs Nuestra Enfermeria y Carreteras Secundarias, hablando sobre el escenario del Rechazo al tratamiento.

En las decisiones de rechazo de tratamiento o denegación de consentimiento el protagonismo total corresponde al paciente, después de recibir la información adecuada entre las opciones clínicas disponibles.

El rechazo de tratamiento forma parte de la teoría general del consentimiento informado, que es el modelo de toma de decisiones vigente en la bioética moderna.

Así lo establecen documentos de consenso ético como la Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos de la UNESCO (2005) o el Convenio para la protección de los Derechos humanos y la dignidad del ser humano con respecto a las aplicaciones de la biología y la medicina del Consejo de Europa. Los códigos deontológicos de medicina y enfermería vigentes en España también lo consideran así. 

Es frecuente, que al profesional le resulte difícil aceptar que no se apliquen medidas, que sean beneficiosas para la salud, incluso para la misma supervivencia, y más difícil es tener que retirarlas, si el paciente lo solicita. 

Por muy indicadas que puedan estar las medidas, el profesional no tiene obligación ética, ni jurídica de aplicarlas, si el paciente las rechaza. 

El marco legal, está claramente definido en la ley básica 41/2002 de la autonomía del paciente y de derechos y obligaciones en materia de información y documentación clínica:

“El paciente tiene derecho a decidir libremente, después de recibir la información adecuada, entre las opciones clínicas disponibles”.

“Todo paciente tiene derecho a negarse al tratamiento, excepto en los casos determinados en la ley”, que más adelante comentaremos.

Por tanto rechazar el tratamiento o denegar el consentimiento es la actuación del paciente que se niega a recibir un tratamiento, al amparo de su derecho a decidir libremente, después de recibir la información adecuada sobre las opciones clínicas disponibles. 

Este rechazo puede implicar la posibilidad de que el paciente ponga en serio peligro su salud o su vida.

Una ONR (Orden de No Reanimar) puede tener su origen en el rechazo de tratamiento o denegación de consentimiento, expresado como una voluntad anticipada a la situación de PCR.


Forma parte del modelo ético de las relaciones sanitarias en el que se plantea que los pacientes pueden ejercer su autonomía moral y tomar las decisiones que estimen convenientes sobre su cuerpo y su salud.

• Tiene sus excepciones en casos determinados por la ley: peligro para la salud pública, emergencia súbita e inesperada que no permita demoras en la atención y donde no exista constancia previa de las preferencias del paciente).

• Debe ser recogida por escrito.

• Puede ser parte de las voluntades anticipadas del paciente que declaran sus deseos antes de perder su capacidad para expresarlos. Ni la familia ni su representante designado podrán contravenir lo que esté claramente contemplado por el paciente en sus VA.

• La situación de incapacidad del paciente no anula, aunque cambia la forma en que puede ejercerlo, que habrá de ser “por representación”.





El rechazo y la interrupción del tratamiento de soporte vital en el derecho español.

El caso de Inmaculada Echevarría: implicaciones éticas y jurídicas.

Los cuidados al final de la vida.



Marisa de la Rica Escuín de C.S. 

viernes, 21 de febrero de 2014

¿Por qué lo llamas EUTANASIA si quieres decir LET?






El progreso tecnológico experimentado por la medicina moderna nos enfrenta hoy al dilema ético de si todo lo técnicamente posible es eticamente adecuado . Esta pregunta adquiere especial complejidad y trascendencia al final de la vida, donde la limitación del esfuerzo terapéutico (LET), especialmente si se trata de medidas de soporte vital, puede ocasionar la muerte del paciente. La obligatoriedad moral de implementar medidas terapéuticas se fundamenta en la posibilidad de ofrecer una oportunidad de curación, un cierto alivio sintomático a los pacientes... Sin embargo, en algunos casos los esfuerzos terapéuticos sólo logran prolongar la agonía, incrementando el sufrimiento tanto de los pacientes, como de sus familiares. 

¿Pero qué es y en qué consiste la Limitación del Esfuerzo Terapeútico?

Tal y como expone Simón Lorda (1) en el artículo de cabecera de esta sección de colaboración entre los blogs  NUESTRA ENFERMERIA y CARRETERAS SECUNDARIAS . La limitación del esfuerzo terapéutico (LET) es retirar (en inglés, withdraw) o no iniciar (en inglés, withhold) medidas terapéuticas porque el profesional sanitario estima que, en la situación concreta del paciente, son inútiles o fútiles, ya que tan sólo consiguen prolongarle la vida biológica, pero sin posibilidad de proporcionarle una recuperación funcional con una calidad de vida mínima.

En cualquier caso, retirar o no iniciar dichas medidas permite a la enfermedad concluir su victoria sobre la vida del enfermo. Por lo tanto, es la enfermedad lo que produce la muerte del enfermo, y no la actuación del profesional. La LET “permite” la muerte en el sentido de que no la impide, pero en ningún caso la “produce” o la “causa”. Esta diferencia entre “permitir” la muerte y “producir” la muerte es clave, pues es lo que separa la LET de la eutanasia.

Cuando un profesional, tras una evaluación ponderada de los datos clínicos de que dispone, concluye que una medida terapéutica resulta fútil, no tiene ninguna obligación ética de iniciarla y, si ya la ha iniciado, debería proceder a retirarla.
De lo contrario estaría entrando en lo que se ha denominado obstinación terapéutica, actuación anteriormente conocida con los desafortunados nombres de “encarnizamiento terapéutico” o “ensañamiento terapéutico”, o con el de “distanasia”, término más moderno y aceptado por la Real Academia. Obviamente estas actuaciones no son sino mala práctica clínica.

En los pacientes en situación terminal, por lo general tenemos más claro la idea de limitar el esfuerzo terapeútico... ¿ pero qué sucede en los pacientes ingresados en UCI.s?
La LET se realiza en la Unidades de Cuidados Intensivos de diferentes formas: No aceptando el ingreso de determinados pacientes, no iniciando medidas de soporte vital (incluida la RCP) o retirando éstas una vez instauradas.
En la actualidad representa entre el 30 y el 45% de las muertes en las Unidades de Críticos, aunque las estadísticas son muy variables, debidas unas veces a las reservas de los profesiones ante este tipo de cuestiones, y otras a las diferencias en el modo de concebirla LET.
Uno de los aspectos fundamentales a la hora de retirar o no iniciar un tratamiento de soporte vital es determinar cómo se toma la decisión. La mayoría de los pacientes no pueden expresar sus preferencias, por lo que la familia adquiere un papel fundamental, pero no es la responsable de la decisión.(2)
En general suele ser la enfermera, porque pasa más tiempo a la cabecera del paciente, la que sugiere al médico esta posibilidad, pero puede surgir del propio paciente, de los familiares o del médico responsable.(3,4)
Cuando se trata de pacientes crónicos o de tratamientos a muy largo plazo, lo primero que hay que plantearse es si se trata de una decisión con fundamento clínico o si traduce una desmoralización o claudicación de los cuidadores.
Si existe una base clínica que justifique la decisión, deben recabarse más opiniones o consultar al resto del equipo. Lo mejor es tomar una decisión colegiada, muchos equipos no aceptan retirar medidas si no existe el acuerdo de todo el equipo. En caso de que existan discrepancias, éstas deben estar fundamentadas en razones médicas, y aquellos que las propongan deben presentar alternativas terapéuticas para el paciente, evitando el oponerse o abstenerse alegando motivos de conciencia. Como en todos los tratamientos de soporte vital hay que reevaluar la situación con cierta periodicidad, para evitar someter a los pacientes a terapéuticas desproporcionadas.(5)



3.- Delgado Rodríguez, Janet. Expósito Barbuzano, Alberto. Implicaciones Éticas de la Limitación de tratamientos de Soporte Vital desde la Perspectiva Enfermera. ENE, Revista de Enfermería 4(3):18-26, dic 2010. Disponible en http://enfermeros.org/revista.


5.- Canteros, J. et.al. Limitación del Esfuerzo terapeútico. Revista chilena de medicina intensiva. 2007; VOL 22(2): 93-96



Marisa de la Rica Escuín de C.S. 



lunes, 17 de febrero de 2014

CueRDaS...

Cuerdas fue elegida, hace unos días en la 28 edición de los Premios GoyaMejor Cortometraje de Animación.
Dirigida por Pedro Solís este corto cuenta una historia muy personal, ya que se inspira en la discapacidad de su hijo Nicolás, afectado de nacimiento por una parálisis cerebral.
Nicolás inspira al personaje principal, un niño que llega a un colegio nuevo y se encuentra con María, compañera de colegio. La rutina de María en el cole se verá alterada por la llegada de este niño especial y pronto se convertirán en amigos inseparables.


jueves, 13 de febrero de 2014

¿Por qué lo llamas Eutanasia si quieres decir Sedación Paliativa?


Volvemos desde Nuestraenfermeria.es y Carreteras Secundarias a retomar el tema de la Eutanasia, en este caso a explicar la Sedación Paliativa, y es un tema que en la red está de actualidad, quizás este post se debería haber llamado Por qué lo Llamas Sedación paliativa si quieres decir Eutanasia, aunque eso lo dejamos a vuestra elección.
Hace unos días, surgía en el periódico el País la noticia que hacía referencia a José Luis, paciente terminal de cáncer, que declaraba al igual que rezaba en el titular las siguientes palabras, “Quiero morir, porque amo la vida” (1). Las redes sociales se hacen eco de esta noticia, y como era de esperar ha habido muchas voces a favor y muchas en contra. Cuestión de opiniones se puede pensar, aunque el tema es muy delicado. El punto diferente que aporta esta noticia, es la acusación al sistema de paliativos de manera frontal, algo que no entiendo, puesto que realizan un esfuerzo tremendo por realizar cuidados de calidad aunque  no puedo entrar a valorar detalles de un caso que desconozco. Lo que denunciaba José Luis era la incomprensión del médico de paliativos de su situación. Del caso se hicieron cargo médicos la Asociación Derecho a morir dignamente(2). Realmente al ver la grabación de José, podemos ver que estaba seguro de su decisión, dando un paso firme al frente de lo que estaba reclamando y haciendo. Voces críticas se han levantado, entendiendo la “sedación paliativa” de José como una Eutanasia (entendida no como buena muerte sino como acción que provoca la muerte), por lo tanto una Eutanasia encubierta y disfrazada de Sedación Paliativa. No tiene tampoco desperdicio la noticia «Cuando la eutanasia se disfraza de sedación paliativa», por los Dres. Estefania Errico y Mariano Gabriel Fernández, (3) comentando la acción de José y la atención que recibe de manos de la ONG, noticia que concluyen de la siguiente manera:
El derecho a morir dignamente consiste en la asistencia adecuada en todas las necesidades del paciente para conseguir su alivio hasta la natural presentación del momento de su muerte, logrando la aceptación del final de la vida tanto en el paciente como en su familia…
Para entender este desaguisado que mejor que intentar comprender qué es la Sedación Paliativa, para ello nos referenciamos a la  GUIA DE SEDACIÓN PALIATIVA de la Organización Médica Colegial (OMC) y la  Sociedad  Española De Cuidados Paliativos (SECPAL) (4). Y en ella se define la sedación de la siguiente manera:
La sedación paliativa es la disminución deliberada del nivel de conciencia del enfermo mediante la administración de los fármacos apropiados con el objetivo de evitar un sufrimiento intenso causado por uno o más síntomas refractarios.
Puede ser continua o intermitente y su profundidad se gradúa buscando la el nivel de sedación mínimo que logre el alivio sintomático.
Claro para el lector puede ser complicado el entender el término de Síntoma Refractario, por eso también lo define en la guía, aunque utilizaremos otro apunte recogido de una noticia también de El País, Algunos aspectos éticos sobre una buena práctica médica: la sedación paliativa(5), que curiosamente como dice el título habla de la sedación:
El síntoma refractario: es aquel que no puede ser controlado con los tratamientos disponibles, aplicados por médicos expertos, en un plazo de tiempo razonable. En estos casos el alivio del sufrimiento requiere la disminución de la conciencia para que el paciente no note el síntoma.
Las indicaciones más frecuentes de sedación paliativa son las siguientes atendiendo como indica la guía de sedación a que “no hayan respondido a los tratamientos indicados y aplicados correctamente durante un tiempo razonable”:

  • ·         las situaciones extremas de delirium hiperactivo,
  • ·         nauseas/vómitos
  • ·         disnea
  • ·         dolor
  • ·         hemorragia masiva 
  • ·         ansiedad o pánico


Estos síntomas por separado o en conjunto y que resulten imposibles de controlar, es decir llamándolos refractarios. También cabe diferenciar La sedación paliativa en la agonía, o situación de últimos días, que se define como la fase precedente a la muerte, cuando ocurre de forma gradual, con deterioro físico severo, debilidad extrema, alta frecuencia de trastornos cognitivos, de conciencia, con pronósticos de vida de días, como podemos también leer en el siguiente recurso, Sobre cuidados paliativos (CP), atención en la agonía, sedación y otros asuntos (6).
La sedación Paliativa se trata de un tratamiento real y necesita de evaluación continua del nivel de sedación, se utiliza una escala validada científicamente, la escala de Ramsay (7).
Te atreves a Diferenciar entre Eutanasia y Sedación paliativa, la clave está en la intención, aunque la que pretendamos todos sea la misma, la Buena Muerte.

Esperamos vuestros comentarios.

Marisa de la Rica Escuín  de C.S. 

Aquí los enlaces a los recursos:



sábado, 8 de febrero de 2014

BioGRaFía...


Patricia Kolesnicov, periodista del periódico Clarín, narra en un libro su experiencia tras diagnosticarle un cáncer de mama.
Una tarde, en abril, mayo de 1999, mientras me bañaba me toqué un bultito en la teta derecha. No pensé nada, no me asusté pero saqué turno con una ginecóloga. Mamografía, otra mamografía. "Controlemos en seis meses", me propuso la doctora. "Operemos ahora", pedí yo, más por tomarme unos días de descanso que por pensar que mi vida corría peligro.
Mal: mi vida corría peligro. Para hacerla corta, todo terminó con quimioterapia, rayos, tratamientos alternativos con brujos de todas las tribus, terminó conmigo pelada, quemada por los rayos, lastimada, flaquísima, sometida a una dieta vegetariana de lo más sui generis, dictada por unos "médicos" paraguayos que decían traer una pócima desde Asunción y me atendían en un lugar decorado con fotos de Gandhi, un Jesús con muchos rayos y mapas de reflexología.
Hice todo: lo formal, lo informal y psicoanálisis. Tuve una bronca loca, estuve rodeada de amor, cuidada, soportada, mimada.
Y me curé.
... Y en 2002 escribí el libro "Biografía de mi cáncer", que sacó Sudamericana.
No es un libro de autoayuda. Es un relato. No son consejos, es una experiencia, mi experiencia, sin Dios y con mucho amor humano (de mi compañera, de sus hijos, de mi familia, de mis amigos) y con la convicción de que debía pensarlo todo, mirar al cáncer de frente para que no me agarrara por la espalda, de que no iba a matar el miedo con la indiferencia y de que por una vez no tenía que rendir cuentas a nadie más que a mí misma.
El libro es, también, el recorrido por la burocracia médica, por las mil ofertas mágicas que te ofrecen por todos lados, por el trabajo de estar enfermo, por mi cinismo, por la repulsión y la atracción de los demás ante mi pelada. Y por la alegría de la recuperación. Por la celebración del primer milímetro de ceja. Por la recuperación (¡exitosa!) de los kilos. Por la negativa programática a aprender algo del dolor y de la enfermedad.
Cuando para mi sorpresa José Saramago leyó este libro, escribió en su blog: “El relato que, en otras manos sería grave, inquietante, incluso asustador, despierta frecuentemente en nosotros una sonrisa cómplice, una súbita risa, una irreprimible carcajada”.
 
"Yo tuve cáncer en vano. Al pedo. Inútilmente.
Tuve cáncer y no quería tener cáncer, no quería haberlo tenido, no quería aprender nada ni ser más sabia, gracias. Dos años después me acuerdo todos los días del cáncer y también lo he olvidado completamente. ¿Era yo la que se escarchaba la cabeza pelada? ¿Mi cara, lampiña y pecosa? ¿Yo, débil y en la cama? Me acuerdo como de un recuerdo ajeno. Como si hubiera nacido ayer, con una memoria de 36 años.
"(…) no estoy segura de poder enfrentar mejor un cáncer, no sé si no sería, en lo importante, tan principiante como la primera vez.
 Vuelta a la inmortalidad, creo, tendría la misma perplejidad si fuera puesta de nuevo en situación de pensar mi muerte. De entender que no es la muerte que me mira, que no hay tal cosa, sino que soy yo la que fue obligada a enfrentar ese límite. Si no hubiera desviado la vista, si no hubiera desistido de esa mirada a la muerte, sería más sabia. Pero recuperarme también era volver a la incredulidad de la finitud. No aprendí nada porque no aprendí eso: mi muerte, mi nada, sigue siendo impensable"
 
Fragmento de "Biografía de mi cáncer", Sudamericana 2002.
 

miércoles, 5 de febrero de 2014

¿Por qué lo llamas Eutanasia si quieres decir...?






No resulta infrecuente oír hablar de temas sensibles al público general, temas que son muy delicados, y que tratados a la ligera pueden generar graves equívocos. No hay más que "darse una vuelta" por la red y ver los numerosos videos, debates, webs... de diferentes ideologías y en diferentes países en la que muchas veces de forma errónea se definen esos conceptos y se entran en debates realmente "peligrosos". También decir que este tema en boca del personal sanitario, igualmente puede ser abordado de manera difusa y equivocado según los términos.


El título de esta serie de “posts” entre los blogs Nuestra Enfermería y Carreteras Secundarias intenta definir lo que se quiere explicar, que no es nada más que el correcto uso de los términos para hablar de esta parte del cuidado de las personas tan delicado, como es el final de la vida. Realmente los sentimientos contrapuestos con el dolor que se provoca al final de la vida, puede llevarnos a desear desenlaces finales.


Debemos ser conscientes que las definiciones de las palabras (en su significado) y su marco legal no coinciden en numerosas ocasiones, y la palabra Eutanasia no está exento de ello.


Mientras que la definición de Eutanasia en términos Médicos significa Muerte sin sufrimiento físico, en los términos de la acción en sí, se define como Acción u omisión que, para evitar sufrimientos a los pacientes desahuciados, acelera su muerte con su consentimiento o sin él.


La diferencia es inmensa, y de hecho se puede ver que querer procurar una muerte digna, es decir sin sufrimiento físico (ni psíquico), no ha de estar reñido con que la forma de llegar a ello se enmarque dentro de la legalidad, (la vigente puesto que es algo cambiante). No ha de ser necesario ser ejecutor o “no ejecutor de una acción” para llegar a algo que debemos considerar tan imprescindible como la “muerte digna”. Y es un tema del que se habla y mucho. Un ejemplo el último “CarnavalSalud” titulado “El derecho a bien Morir”.

Existen varios escenarios que deberíamos describir, así como situaciones en otros lugares del mundo, que sería interesante conocer para poder expresar bien aquello que queremos decir cuando pronunciamos la palabra Eutanasia.

Escenarios como los siguientes:

  • Eutanasia y suicidio asistido.
  • Limitación del esfuerzo terapéutico (LET)
  • Rechazo al tratamiento o denegación de consentimiento.
  • Sedación paliativa.
  • Suspensión de atención médica por fallecimiento.



Escenarios que describe muy bien Pablo Simón Lorda en el artículo “Ética y muerte digna: propuesta de consenso sobre un uso correcto de las palabras” (1), artículo que sirve de inspiración a esta serie de posts colaborativos entre ambos blogs.

Durante las próximas semanas intentaremos aclarar algunos conceptos y esperamos vuestra participación y vuestras aportaciones para enriquecer el debate. Además en las redes sociales utilizaremos el hastag #YsidigoEutanasia?


Pensad… ¿Por qué lo llamáis Eutanasia si queréis decir….?


(1)Simón Lorda P et al. Ética y muerte digna: propuesta de consenso sobre un uso correcto de las palabras. Rev Calidad Asistencial. 2008;23(6):271-85



Algunos sitios web (para el debate):

lunes, 3 de febrero de 2014

No Me ReHuYáiS La MiRaDa...



He encontrado este documento fantástico. Un tema difícil que, no por repetido, pierde actualidad e interés.
La doctora África Sendino Revuelta, médico internista del Hospital Universitario La Paz, de Madrid, mantiene esta correspondencia con un paciente terminal.

Mi querido paciente y amigo: Hoy, al salir de su habitación, después del paso de visita de esta mañana, su mujer me ha entregado un sobre que contiene sus voluntades anticipadas.
Me dijo que las redactó usted hace unos meses, cuando le diagnosticamos esta enfermedad que, a pesar de todo el esfuerzo que juntos hemos hecho, nos está ganando el terreno de su ya frágil salud.
Le confieso que he caminado hacia mi despacho lentamente, sintiendo cierta tristeza al comprobar que yo era el médico, o el equipo, en el que virtualmente pensó usted al redactarlo y al que consideraba oportuno establecer ciertos límites en su actuación médica.
Me senté en mi silla, ante mi mesa de despacho, sin poder impedir que la cabeza se me llenara de pensamientos sobre qué puede haber conducido a nuestros enfermos a la duda de que alguna de nuestras actuaciones no estén dirigidas al servicio de su bienestar, de su recuperación -si cabe alcanzarla-, del alivio de su dolor y al consuelo de su sufrimiento.

¿Por qué se ha deformado la imagen de unos profesionales como personas obstinadas en provocar agonías interminables o en impedir que la muerte, cuando se anuncia como irremediable, acaezca?

¿Acaso parece que no aspiramos ya a aliviar los síntomas y el dolor como objetivos prioritarios en todo momento?

Por fin me decidí a leer el contenido del sobre, dispuesta a conocer cuáles eran sus Instrucciones, redactadas para el momento en que ya nos encontramos.

 
No me rehuyáis la mirada

«Éstas son mis instrucciones previas, por si cupiera la duda de qué es lo que deseo que se haga hacia mi persona cuando la enfermedad me conduzca a una situación irreversible, terminal. Van dirigidas a mis médicos, a mis amigos, a mi familia.

Nunca me digáis: No podemos hacer nada más, porque eso nunca será cierto.

No me rehuyáis la mirada, cuando la mía sea angustiada; no desviéis vuestra atención cuando no sepáis qué responder o qué decirme; prefiero vuestro silencio respetuoso cubriendo y amparando mi dolor. Es vuestra presencia cercana, oportuna y... a veces breve, la que me consuela, no vuestro afán por intentar encontrarle  respuesta a todo.
 
No intentéis nutrir mi esperanza cambiándome de tema, como he visto hacer a veces, derivándolo al dolor que también vosotros padecéis a causa de vuestro juanete izquierdo, o de la jaqueca que tuvisteis ayer,... o a cualquier otra trivialidad. No administréis a mis quejas fáciles colofones, que a veces se vuelven patochada, del tipo de ¡ya vas a ver que esto no es nada! Regaladme con el consuelo que para mí supone desahogarme comunicándoos mis dolores, mi pena, mi preocupación y sentirme comprendido.

No me sometáis a pruebas inútiles en este momento, como apelar a mi fortaleza anterior ante las adversidades, la de mis tiempos de salud. Me rechinaría escucharlo, porque eso no haría más que hacerme presente alguna de las pérdidas que me ha conllevado ciertamente la evolución de mi enfermedad.

No me hagáis sentir vergüenza por mi miedo; lo que necesito es estar seguro de que voy a ser tratado en mi final como lo fui cuando empezó esta vida que se me acaba: querido, cuidado y asistido.

Cuando mis efectos vayan decayendo, necesitaré mayor dosis de vuestros afectos.

Ayudadme a reconciliarme con mi muerte, dejándome hablar de ella con vosotros, si así lo deseo. No sabéis el bien que recojo cuando me permitís hacerlo, sin mitos, sin morbo, sin censura. Éste es el único medio extraordinario del que quiero beneficiarme. Ya sé que os es muy duro, que os provoca ansiedad, pero acompañadme en este proceso. No me dejéis solo.

Acercadme todos aquellos procedimientos que contribuyan a que pueda vivir con paz este tiempo, técnicos, psicológicos, espirituales...

Asistidme, o hacedlo por mí si yo no puedo, para que la hora anunciada en el rezo tantas veces -en la hora de nuestra muerte- se realice ya en mi propio ahora. En mi ahora».

Al terminar la lectura de sus Instrucciones anticipadas, yo, querido paciente, me he permitido responderle mediante esta carta: gracias por pedirnos aquello por lo que ya es noble hacerse médico.

 Dra. África Sendino Revuelta