Los días pasan y las situaciones aparentan ser cada vez más
cotidianas, compatibles con momentos cualesquiera de un día de verano de un año
cualquiera.
La esperanza nos sorprende en cualquier postura, aunque de
repente asome la tristeza a los ojos y borre la sonrisa de un plumazo.
“Cuando te dicen que tienes… eso,… cáncer,… En un instante, toda
tu vida se transforma, ya nada será nunca igual, aunque sobreviva. Todo tiene
otra dimensión, más grande o más pequeña, pero nada, nada es como antes. Es tan
pequeña la línea que separa el estar vivo de estar muerto, o de estar muerto en
vida. No sé, nunca había sentido igual ni se me habían pasado cosas semejantes
por la cabeza. Esto hay que vivirlo. Sí, vivirlo, aunque suene a paradoja... A veces se me olvida, me despierto por la mañana, miro hacia la ventana y sonrío viendo el sol; de repente me acuerdo y me entran unas ganas inmensas de llorar, todo se vuelve del revés. Es horrible.” Y yo
la escucho sin pestañear.
"Mientras haya vida habrá cáncer; es el precio que tenemos que pagar por estar vivos", entrevista a Joan Massagué. (pincha en el título para leerla completa)
"… A una enferma le pregunté si a la
quimioterapia la llamaba “mi amiga la quimio” o “mi enemiga la quimio”. Me
contestó: “Mi amiga la puta quimio”.
La quimio mata lo malo… pero
también lo bueno. A veces cura, siempre aniquila. Cruel paradoja….
El entorno del enfermo casi siempre
tiene claro que merece la pena seguir con la quimio o con la radio. No siempre
es el caso del enfermo…
Hay enfermos que dicen basta, y
otros que están calvos, con llagas y demás, pero maravillados porque saben que,
de otra forma, ya no estarían aquí. La quimio es… lo que tenemos.
……. "