DUELO POR MUERTE SÚBITA
Es justamente lo contrario del duelo anticipatorio. Actualmente es muy frecuente por el gran número de muertes por accidentes de tráfico, enfermedades cardiovasculares, homicidios y suicidios. El duelo por las muertes súbitas es más difícil de elaborar que otros duelos en los que hay algún aviso previo de la inminencia de la muerte.
J.W. Worden ha enumerado algunas características del duelo tras una muerte súbita:
-Tras conocer la muerte inesperada de un ser querido, se crea una sensación de irrealidad que puede durar algún tiempo, la sensación de que “la pérdida no es real”. La persona suele sentirse aturdida e insensible.
-Es frecuente que exista una exacerbación de los sentimientos de culpa que, aunque son habituales tras cualquier tipo de muerte, pueden expresarse en frases como “si no le hubiéramos dejado ir”, “si no hubiera estado solo”,...A veces los niños manifiestan deseos hostiles hacia sus padres y sus hermanos, y si se produce la muerte súbita de la persona hacia la que se dirigía ese deseo, les puede dejar con una carga de culpa muy fuerte.
-Aparece la “necesidad de culpar a alguien”, puede ser un familiar o el personal sanitario.
-Para aquellos cuyo ser querido ha sido víctima de un homicidio, proseguir con las tareas del duelo es difícil o imposible hasta que no se hayan resuelto los aspectos legales del caso. Los retrasos, los detalles del juicio pueden evitar y retrasar el afrontamiento del proceso del duelo.
-En la persona superviviente se provoca una “sensación de impotencia y rabia”, que necesita desahogarla con alguien, a veces con el personal sanitario.
-Quedan “asuntos no resueltos” y muchos remordimientos por cosas que no dijeron y por cosas que no tuvieron tiempo de hacer con el fallecido.
-Se produce un “aumento de la necesidad de entender”. En cualquier muerte existe el interés por saber por qué ocurrió, pero en el caso de la muerte súbita este interés es especialmente fuerte. Con frecuencia, además de saber por qué y cómo, también puede haber el deseo de encontrar un culpable.
La muerte producida por un suicidio suele ser extremadamente dramática. Para la mayoría de los autores, el suicidio es la crisis de duelo más difícil que ha de afrontar y resolver cualquier familia.
Es frecuente en los familiares un “gran sentimiento de culpa”. Lo primero que piensan es algo así como “¿En qué nos hemos equivocado?, ¿Qué hemos hecho mal?”,....Asumen la responsabilidad de la acción del fallecido y tienen el sentimiento de que había algo que ellos debían o podían haber hecho para evitar la muerte. Este sentimiento es particularmente complicado cuando el suicidio ha ocurrido en el contexto de algún conflicto personal entre el fallecido y el superviviente.
Debido a la intensidad de la culpa, las personas pueden sentir necesidad de ser castigadas y pueden interactuar con la sociedad. Algunos delincuentes, drogadictos o alcohólicos pueden ser ejemplo de esta conducta de autocastigo.
Otro sentimiento que predomina en los supervivientes de un suicidio es la vergüenza. En nuestra sociedad hay un estigma asociado al suicidio. Es una presión emocional añadida que puede afectar las relaciones familiares y con la sociedad.
El miedo es otra respuesta normal, miedo al propio impulso autodestructivo, arrastrando una sensación de destino o predestinación, y más si se han dado varios casos en una misma familia.