Hace casi 70 años que se conocen, ella tenía 16. Han vivido una guerra civil y el largo y duro periodo de la postguerra. Festejaron medio a escondidas, el abuelo no tenía muy claro quien era el que haría feliz a su niña pequeña (acertó!), a la niña de sus ojos. Sin embargo para los casi suegros de ella, siempre fue la hija que no tuvieron. Eso me contaron. Entre salas de cine, paseos, helados, trabajo y estudios nocturnos transcurrió un largo noviazgo, que terminó en una boda con viaje de novios a Mallorca. Siguió una vida de trabajo y recreo, atendían una tienda que les robaba muchas horas pero las que sobraban las recuerdo bien disfrutadas y compartidas.
Se quieren y se han querido mucho y, como les sobraba, lo han repartido a manos llenas con nosotras, sus hijas.
Han compartido todo, creo yo, han hablado de casi todo y se han reído mucho. Discusiones, las justas.
Han pasado muchas cosas y el camino siempre ha estado repleto de posibilidades e ilusiones.
Ahora él la cuida y la mima mientras ella camina perdida a su lado.
A veces pierde la paciencia y se enfada, más por no saber hacerlo mejor, que por las situaciones que ella provoca. Quien inventó la palabra cuidador y todo lo que encierra??
Cogidos del brazo pasean y siguen viviendo lo que toca. Siempre han amado lo que han tenido y nunca desearon lo que pudo ser y no fue... no han perdido ni un minuto de su vida pensando en ello. Y ahora, tampoco.
A menudo pienso que me han dejado el listón muy alto.