Un día más la muerte a nuestro lado, moviéndose silenciosa, con cuidado de no adelantar un paso, paciente y respetuosa, pero cumpliendo su tarea al fin. Desnuda ya del equívoco, nombrándose, implacable, dolorosamente triste, rodeada de ausencia y desamor, asquerosamente hueca y vacía.
Pensando...qué sinsentido, por qué todo y luego nada, como agua entre los dedos escapándose lejos, no sé bien adónde. Paseando sin rumbo por la casa vacía, los rincones llenos de recuerdos, su plato en el escurridor, la minipimer imprescindible durante las últimas semanas, su sillón al lado de la ventana (que todavía huele a él), los pañales (a los que nunca se acostumbró y que le recordaban su recién perdida independencia) en un armario junto a los jabones y las cremas que le seguían recordando tiempos mejores, mientras lo aseaban en la cama. Soledad y silencio.
Su coche aún en el garaje junto a sus herramientas, algunas desordenadas tras utilizarlas la última vez. Lo veo ahí de pie, sonriendo mientras arreglaba algo. Le oigo pronunciar mi nombre si necesita algo o simplemente para cerciorarse de que estoy cerca, de que no está solo. Porque los últimos días tenía miedo, miedo a quedarse solo, a la noche cuando el silencio ocupa los espacios y todo está quieto, demasiado quieto.
El día antes de morir me dijo que ya no podía más, que sentía que ahí estaba la muerte, decía señalando con el dedo, que quería que dejaramos de sufrir y él también quería dejar de sufrir, que para qué iba a hacer el esfuerzo de comer sin hambre, como venía haciendo últimamente ante nuestra insistencia, si esto ya se estaba acabando.
El teléfono no deja de sonar y qué quieren qué les diga?? Que su ausencia es como un puñal que llevo clavado, que el dolor no creo que lo pueda soportar, que nada me conforta ni un solo segundo, que siento que me quedaron muchas cosas que decirle, muchas caricias que darle y muchos enfados que podría haber evitado...Que ha muerto mi padre, que era el mejor padre del mundo, mi referente, lo que me mantenía firme cuando todo parecía que se derrumbaba a mi alrededor, mi confidente, mi amigo.
Carmen