Pepe Martínez está convencido de que no se va a morir hasta que llega al hospital, esta mañana.
La puerta de la sala de espera es la segunda a la derecha. Espere allí hasta que le llamemos por su nombre, por favor.
… Ahora, cuando llega el momento de elegir, se da cuenta de que las cosas buenas, las personas a las que ha querido, las que le han querido a él, los momentos y los lugares donde ha sido feliz, la memoria de las risas, de los besos, la complicidad de sus amigos, la emoción del amor, el vértigo del sexo, ocupan casi la totalidad de su memoria.
Lo bueno ha invadido el espacio de lo malo, los huecos del rencor, del dolor, de la rabia, todas esas viejas cuentas pendientes que ha ido acumulando a lo largo de los años como un equipaje incómodo pero imprescindible, y que ahora, de pronto, le dan igual. Es mejor empezar por la alegría, y eso hace.
Tiene que decirle a mucha gente que la quiere, y tiene que decírselo muchas veces. A su mujer y a sus hijos, desde luego. A sus padres, a sus hermanos, a esos amigos que ya son como de su familia, pero también a personas más distantes, hombres y mujeres a los que no ve todas las semanas, compañeros de otras épocas, algunos tíos y tías, algunos primos, mucha gente que no ha compartido con él toda su vida, pero siguen ocupando un lugar importante en su memoria.
Tiene que volver a leer algunos libros, volver a ver algunas películas, escuchar de nuevo algunas canciones muchas veces. No puede marcharse sin las palabras, sin las imágenes, sin el ritmo y los colores de su vida.
Estaría bien que el Atleti ganara algún título, pero como con eso no se puede contar, tendrá que conformarse con ir al Calderón mientras pueda, ya no con sus amigos, sino con su hijo Pablo, que siempre se queja, y con razón, de que no cumple sus promesas. Esta sí que la cumplirá, y volverá con Diana al hotel de su primer verano… Tiene tantas cosas por hacer….
Arreglar todos los papeles, poner en orden las cuentas, dejar instrucciones sencillas para resolver lo complicado.
… Todos los caminos llevan al mismo nudo, al mismo hueco, al mismo miedo.
Entonces alguien dice su nombre y el número de una consulta por megafonía.
De Los besos en el pan.
Almudena Grandes