Ojalá este año... la VIDA
nos bese en la boca !!!
Este es el blog de un equipo de Cuidados Paliativos... trabajamos "a pie de cama", en el domicilio del paciente, en su espacio más íntimo y personal.
Todos los días hay un viaje distinto, duro, sorprendente, triste, emocionante... y con un final.
¿Nos acompañas?.
Todos los días hay un viaje distinto, duro, sorprendente, triste, emocionante... y con un final.
¿Nos acompañas?.
jueves, 31 de diciembre de 2015
miércoles, 23 de diciembre de 2015
eL GoRDo De NaViDaD...
En casa de Adela hay un belén y un árbol decorado con bolas,
espumillón y luces de colores… "Todas las Navidades ponemos un gran belén. El de
este año es más pequeño porque si no la silla no pasa”.
Adela tiene 57 años, un
marido, un hijo… “mucho vivido y… creía que mucho por vivir”. Diagnosticada e
intervenida de un tumor cerebral en mayo pasado, cuando despertó de la
anestesia sintió una gran alegría, “estoy viva!!”. El mazazo llegó después, el
tumor seguía progresando y una hemiplejia se instaló en el lado izquierdo de su
cuerpo, dejándolo paralizado por completo y recordándole cada día que “el
intruso” que conviviría con ella a partir de entonces iba a condicionar, y de
qué manera!, su futuro. Cambio de planes, cortitos y oscuros.
La sonrisa se pasea por su rostro mientras nos cuenta lo que
le gustaba hacer antes… coser, hacer arreglos en la ropa, vestirse y
maquillarse para salir a tomar algo los sábados con sus amigas, cocinar, leer, viajar,… al poco asoman las
lágrimas al hablar de lo que le ha sido arrebatado, así, de golpe,… de la
dependencia de los demás para todo, “para vivir simplemente”,… de esa losa que
cayó un día sobre ella y que no le deja pensar en nada más,… "NADA MÁS",… de lo
que han menguado sus sueños y sus proyectos, hasta llegar a ser un puntito en
el horizonte, “porque la esperanza es lo último que se pierde”.
Mientras habla, en la tele encendida al fondo y en silencio,
de repente, cantan el gordo de Navidad. Lo vemos mudos todos. Nos miramos y un
silencio se instala en la sala. Las miradas hablan y ahora dicen algo así como:
En la gramola que acompaña a la vida, con la música adecuada a cada instante
tras echar la moneda y elegir la melodía,… nos hemos equivocado de pista,… qué
baile tenemos que danzar ahora y cómo, con qué, con quién,… siguiendo a qué pareja… o bailo sola… qué pasos son los apropiados,... hacia donde,… sin qué, sin quién,… y
sobretodo: por qué?
viernes, 4 de diciembre de 2015
TRuMaN...
Una
película sobre la vida, el vivir y el morir, sobre la amistad y el respeto, la
comprensión y la aceptación, la generosidad y el agradecimiento, la dignidad,… sobre el amor
en definitiva. La he visto dos veces en quince días y aún me quedo con ganas de
ver más, de hacerla más larga, más adentro todavía, más intensa si puede ser.
Me gustaría zambullirme en ella y ser más que una simple observadora.
domingo, 29 de noviembre de 2015
Qué eS CaLiDaD De ViDa?...
Como todas las preguntas importantes en la vida, la respuesta
está dentro, desde fuera solo podemos imaginar, adivinar, nunca sentir. Sólo viviéndolo
se encuentra la respuesta,… y en el más absoluto silencio, con todos los
sentidos, atentamente y sin pestañear, escuchamos.
Hace un tiempo la respuesta nos la ofreció Carlos, un paciente
de 55 años con cáncer de páncreas, que falleció hace pocas semanas en su
domicilio. En una de nuestras últimas visitas, sonriendo, nos dijo: "¿Cómo
puede ser que me esté muriendo si ahora es cuando mejor me siento"? Ese
momento para nuestro equipo fue un regalo, su regalo de despedida. Carlos tuvo
una buena calidad de fin de vida.
La calidad de vida es el bienestar, la satisfacción que logra
tener el paciente consigo mismo y con sus relaciones, pese a su enfermedad. Es
un concepto absolutamente subjetivo y está influido por su salud física
(síntomas descontrolados -especialmente
dolor, disnea, astenia, insomnio, estreñimiento- y efectos adversos del
tratamiento), su estado emocional (sufrimiento, miedo, desánimo, pérdida de
autoestima, incomunicación, ansiedad, incertidumbre), su nivel de independencia
y sus relaciones sociales.
Es cada paciente quien determina y defiende su estado de
bienestar, aunque sea cada día más limitado. Debemos ser muy respetuosos en ese
sentido, es el paciente el que toma sus decisiones. (Autonomía y dignidad).
Mar Ordoñez
miércoles, 4 de noviembre de 2015
QuiéN es?...
Hoy por primera vez, al despertar de la siesta, mi padre me
ha preguntado que quién era esa señora que estaba sentada a su lado.
Desde que falleció mi hermana la tristeza le poseyó, haciéndole
perder el interés por todo, excepto por su compañera, su esposa, su amante, su mujer.
Era lo único que le mantenía en pie hacia no sé dónde, mientras iban cogidos de
la mano, siempre. De vez en cuando ha tenido algún despiste, pero su función
cognitiva ha estado conservada hasta ahora…. hasta ahora.
Y hoy mi madre, intuitiva como buena demente, ha señalado una
foto en la que aparece ella y acto seguido, llevándose la mano al pecho, ha
empezado a decir: “yo, yo,… soy yo, soy yo”.
sábado, 31 de octubre de 2015
domingo, 18 de octubre de 2015
"éL"...
Teresa está diagnosticada de un carcinoma de colon a escasos centímetros
del ano, en progresión. No llega a los cincuenta años.
Entramos en su casa y la encontramos recostada en el sofá. “No me deja estar sentada, cuando
lo intento no hace más que quejarse… duele con un dolor insoportable!” Quien es
él?
“A veces se despierta de repente por la noche y tengo que levantarme y dar
vueltas por la casa a ver si lo calmo”. Parece un extraño dentro de ella y
claro que lo es, pero define la sensación perfectamente.
“Cuando va estreñido
le doy verduras y unos sobres de laxante, pero le da igual… a veces hace y
otras no.”
“Sólo quiero que me deje vivir, que le calméis para que pueda
disfrutar un poco de lo que me queda…”.
miércoles, 14 de octubre de 2015
viernes, 9 de octubre de 2015
miércoles, 7 de octubre de 2015
#paliativosVisibles. Haz tu historia visible.
El Sábado10 de octubre se conmemora el Día Mundial de los Cuidados Paliativos. Y porque no es un día cualquiera queremos contar contigo para llamar la atención sobre la necesidad y el derecho de una atención integral al final de la vida.
La campaña que han lanzado desde World Hospice and Palliative Care Day aporta el lema "Hidden Lives / Hidden Patients" es decir “Vidas Ocultas / Pacientes Ocultos”.
Una manera de alinearnos en la campaña, el mismo grupo Paliactivos2.0 que el año pasado impulsamos junto a Secpal y Aecpal la campaña#maspaliativos14, este año queremos lanzar una nueva iniciativa.
Lo que os proponemos consiste en que en estos días previos y durante el día 10, nos expliques tus vivencias entorno a los cuidados paliativos. Para hacerlos más visibles. Sabemos que son muchas las historias que como anuncia el lema de World Hospice and Palliative Care Day quedan ocultas, provocando que la necesidad de los cuidados paliativos quede oculta a los ojos de la sociedad.
Para ello te proponemos el hastag #paliativoVisibles para que con él nos expliques tus vivencias entorno a los cuidados paliativos. Vivencias como paciente, familia, como profesional o acompañante, te pedimos que publiques al menos un comentario en facebook,Twitter, google + o tu red social favorita explicando o comentando tu vivencia.
Si lo deseas puedes hacerlo comentando en esta misma entrada de blog, o haciéndolo en tu propio blog. Creemos que la causa, merece, y mucho, la pena..., porque así como nos ayudaron a nacer, también necesitamos ser ayudados en el momento del adiós a la vida, y hay que visibilizarlo
Para ello ponemos a vuestra disposición una serie de material para ilustrar y para ser compartidos, bajo el hastag:
#paliativosVisibles
¿Qué son los cuidados paliativos?
Los cuidados paliativos constituyen la respuesta más adecuada para disminuir el sufrimiento de quienes se encuentran al final de la vida. Esta disciplina es fundamentalmente sanitaria, pero debe coordinarse también con otras políticas de tipo laboral, educativa o social.
Los cuidados paliativos, a grandes rasgos, consisten en una combinación de medidas como el control de los síntomas, la comunicación sincera, y la atención a la familia. Son más efectivos cuando se prestan desde equipos interdisciplinares especializados (médicos, psicólogos, enfermeras y trabajadores sociales, principalmente), aunque deben aplicarse por parte de cualquier profesional sanitario cuando la persona a la que atiende se encuentra en situación terminal.
Cada año, en España, más de 200.000 personas precisan cuidados paliativos en los meses previos a sui fallecimiento por cáncer u otras enfermedades. De ellos, aproximadamente 100.000 necesitarán la intervención de completos equipos, especializados en la atención al final de la vida, ya que su situación puede ser compleja de forma esporádica o permanente. Está demostrado que la intervención de los equipos de cuidados paliativos es altamente eficaz en la reducción del dolor, la disnea, las náuseas, la ansiedad, la tristeza y otros síntomas relacionados con la enfermedad en fase avanzada.
Se calcula que el 60% de los pacientes que fallecen por cáncer, y el 30% de los que fallecen por insuficiencias avanzadas de órgano o enfermedades neurodegenerativas, incluida la enfermedad de Alzheimer, precisan ser tratados por equipos de cuidados paliativos.
Se calcula que menos de un 50% de los pacientes que requieren acceso a equipos de cuidados paliativos consiguen ser evaluados por uno de estos equipos. Las dificultades en el acceso son mucho mayores para los pacientes con enfermedades no oncológicas, para las personas más jóvenes y para los niños.
En España existen más de 400 equipos de este tipo, aunque no se encuentran distribuidos de forma homogénea. En algunas Comunidades Autónomas la cobertura es más completa que en otras, y el acceso es más complicado para quienes padecen enfermedades diferentes al cáncer, o para los niños. Según algunos estudios, dos terceras partes de la población no conoce lo que son los cuidados paliativos ni sabe cómo acceder a ellos.
Este es uno de los motivos por el que queremos contar contigo. SÚMATE!
Sociedad Española de Cuidados Paliativos (SECPAL), Asociación Española de Enfermería en Cuidados Paliativos (AECPAL) y Grupo PaliActivos 2.0
viernes, 2 de octubre de 2015
"SóLo" CuiDaDoS PaLiaTiVoS...
En el blog: Curar a veces, aliviar a menudo, consolar siempre, he encontrado esta perla tan de actualidad estos días en los
medios, y no me resisto a compartirlo. También os animo a que visitéis el
blog ya que tiene entradas muy interesantes.
Paliativos para Andrea
Ayer saltaba a una cadena de
radio y hoy muchos medios se han hecho eco. Se llama Andrea y tiene 12 años.
Sufre una enfermedad neurodegenerativa y está muy malita. Sus padres han pedido
que se le retiren las máquinas que la mantienen con vida. El comité de ética lo
aprueba. Y sus médicos, qué malvados, se niegan. Los medios hacen sangre. Es
que cómo son los médicos.
A mí, acostumbrada como estoy a
poner casi todo en tela de juicio, sobre todo si se ha convertido en una
campaña mediática, hay muchas cosas que no me cuadran. Es raro que un médico se
empeñe en una medida futil cuando un comité de ética le dice que la puede
retirar. Es raro que un médico (más un pediatra) se empeñe en hacer sufrir a su
paciente. ¿Habrá truco? Y leo (en una mininota de prensa sin ninguna
publicidad, tan escondida que no he podido volver a encontrarla para citarla
aquí) lo que estaba sospechando: Andrea no depende de máquinas que le mantengan
sus funciones vitales. Su corazón y sus pulmones funcionan sin ayuda.
Simplemente recibe alimentación, según sus médicos “por la vía menos invasiva”.
Algo que, por cierto, autorizó un juez en julio.
Lo suponía. El debate de si la
sonda de alimentación enteral es o no un tratamiento extraordinario (que se
puede retirar) o un cuidado ordinario (que se debe mantener hasta el final)
viene de lejos y dista mucho de estar resuelto. Y si sus médicos piensan que se
les está pidiendo retirar los cuidados ordinarios tienen todo el derecho a la
objeción de conciencia. Pero no es este el debate que quería plantear (si
queréis, lo retomamos otro día).
El problema ahora no es ése. El problema es el tono de la noticia. “Muerte
digna para Andrea” se titulaba la primera noticia que leí. Hoy ya he visto a
los del Derecho a la Muerte Digna entrar al trapo (manipulando lo que dice la
ley de autonomía en sus declaraciones a 20 minutos, por cierto). Y a un
político de la oposición aprovechando la coyuntura para prometer que aprobará
la eutanasia si gana.
El problema es que esta gente
(podéis incluir aquí a quien queráis) ha tergiversado hasta el infinito el
concepto de muerte digna. Porque todos queremos que Andrea tenga una muerte
digna. Sus médicos, sus padres, la sociedad. Y la muerte digna no es otra cosa
que la que se vive bajo el paraguas de los cuidados paliativos. Pero, por
desgracia, solo una minoría de los pacientes españoles tiene acceso a estos
cuidados, menos aún si son niños.
No sé si Andrea necesita que le
quiten la sonda porque no conozco el caso. Pero sí sé lo que no necesita: no
necesita una campaña mediática más que polarizada, que seguro que influye (para
mal) en la difícil toma de decisiones a la que nos enfrentamos, no necesita
convertirse en icono de los del derecho a la muerte digna, no necesita aparecer
en todas las tertulias televisivas (no, no he visto Espejo Público)… No
necesita declaraciones oportunistas. Porque, para rematarlo, una política
despistada ha pedido que los médicos revelen el dato clínico por el que no
quieren retirar el tratamiento (sea cual sea, pues ella no habla de la alimentación)
a la niña. Parece que no sabe lo que es el secreto médico, que obliga incluso
aunque su custodia te suponga ser sometido a un juicio mediático. Un poco de
sensatez, por favor.
Ya sabemos lo que Andrea no
necesita pero entonces, ¿qué le ofrecemos? Mucho me temo que lo único que
Andrea necesita es un grupo experto en cuidados paliativos pediátricos, formado
por profesionales especialistas en control de síntomas, en toma de decisiones
al final de la vida, en ética, en apoyo psicológico al paciente pediátrico y a
su familia. Porque Andrea y su familia lo están pasando mal, y esta campaña no
les ayuda nada. Y no es justo. Y es una pena, porque un grupo así es difícil de
encontrar en nuestro país.
Creeré en las campañas “pro
muerte digna” cuando les oiga defender el acceso universal a los cuidados
paliativos. Creeré en los políticos que proponen debatir sobre la eutanasia
cuando se hayan preocupado antes de que haya cuidados paliativos para todos. Mientras
tanto, lo único que puedo hacer es compadecer a los padres de Andrea, que en
medio de su enorme sufrimiento no parecen haber encontrado la ayuda que
necesitan, compadecerme del sufrimiento de Andrea, que no sé si lo tiene. Y
renegar de todos los que pretenden utilizar este caso para hacer campaña,
llámense políticos, medios, organizaciones o lo que sea.
Ojalá encuentres pronto un
paliativista que te devuelva la sonrisa, Andrea. Un beso.
sábado, 19 de septiembre de 2015
Por una muerte apropiada.
Si morir es inevitable, morir mal no debería serlo.
Este libro repasa algunos de los aspectos más relevantes que rodean en nuestra sociedad el final de la vida, desde el ámbito más íntimo y familiar al profesional. Su lectura ilustra lo que se entiende ahora por buena práctica, con el objeto de contribuir a que la ayuda que brindemos al enfermo sea lo más personalizada posible, y que así el proceso le resulte «apropiado», como indica el título. Partiendo del hecho de que todo el mundo deberá hacer frente a la propia muerte o a la de alguien cercano, conviene que tengamos un conocimiento realista de las decisiones que hay que tomar en esos momentos, para hacerlo con lucidez y tranquilidad.
A lo largo de su experiencia como cirujano, el doctor Marc Antoni Broggi ha frecuentado a personas que se acercaban a la muerte o temían acercarse a ella. Y a través del cultivo de la bioética, que siempre ha considerado una reflexión crítica y humanista de la práctica, ha deliberado con otros profesionales de la medicina, enfermería, cuidados paliativos, y de otros campos (del derecho, la filosofía o la psicología) sobre los derechos y las necesidades de los ciudadanos, las dificultades con que se encuentran y la mejor compañía y ayuda que podemos ofrecerles.
sábado, 5 de septiembre de 2015
PaLaBRaS Que CoNSueLaN...
… nuestra profesión es
especial. Especial en el sentido de estar en uno de los momentos más difíciles
de la vida de una persona: la pérdida de alguien querido. Aprendemos
constantemente de la muerte y de la vida.
… La primera sensación tras la
pérdida es la soledad. La pena es propia y difícilmente compartible.
“El verdadero dolor es
indecible. Si puedes hablar de lo que te acongoja estás de suerte: eso
significa que no es tan importante. Porque cuando el dolor cae sobre ti sin
paliativos, lo primero que te arranca es la palabra.” (La ridícula idea de no volver a verte, de Rosa Montero).
… No hay tiempo para consolar.
Y con la frase recurrente de que el tiempo todo lo cura, en sus manos lo
dejamos. Ya se pasará, decimos. Es ley de vida. Y cuando no lo es, la gente se
queda muda, no sabe qué decir, o lo que es peor, se dicen cosas sin sentido
alguno, porque esa muerte, efectivamente, no tiene ningún sentido. O eso nos
parece.
… Sólo quien ha sido consolado
sabe consolar. De la misma forma que ama el que ha sido amado.
… Tras la muerte de mi hermano
en accidente, a los veintiocho años, sufrí mi propia y más directa pérdida. A
pie de tumba, una prima se nos acercó a mi hermana y a mí y nos dijo que aunque
nos pareciera mentira llegaría un día en que nos daríamos cuenta de que había
sido mejor tenerlo esos años que no haberlo tenido nunca. Y es cierto. La vida
compartida con el que se ha ido tiene mucho más valor que el dolor de la
ruptura y el vacío que deja.
“Puedes llorar porque se ha ido
o puedes sonreír porque ha vivido; puedes cerrar los ojos y rezar para que
vuelva o puedes abrirlos y ver todo lo que ha dejado; tu corazón puede estar
vacío porque no le puedes ver o puede estar lleno del amor que compartisteis.
Puedes llorar, cerrar tu mente, sentir el vacío y dar la espalda o puedes hacer
lo que le gustaría: sonreír, abrir los ojos, amar y seguir.”
Escrito por Ana M. Gassió, es
parte del prólogo de Palabras que consuelan, de Mercè Castro Puig.
Imaginaos lo que es libro!!
jueves, 27 de agosto de 2015
GeNTe BeLLa...
Las personas más
bellas con las que me he encontrado son aquellas que han conocido la derrota,
conocido el sufrimiento, conocido la lucha, conocido la pérdida,… y han
encontrado su forma de salir de las profundidades.
Estas personas tienen una
apreciación, una sensibilidad y una comprensión de la vida que los llena de
compasión, humildad y una profunda inquietud amorosa.
La gente bella no surge
de la nada.
Elisabeth
Kubler-Ross
sábado, 22 de agosto de 2015
No QuieRo Que...
“No
quiero que… se muera! Desde enero sé que se va a morir, pero yo no quiero que
se muera.”
Entramos
en una vieja casa de un pueblo perdido en el pre pirineo. Nos recibe la hermana
del paciente, tranquila, cree en Dios y está segura de que aquí sólo estamos de
paso y su hermano por fin va a volver a casa, nos dice mientras señala al
cielo. Su madre, detrás de ella, aún no se lo cree por lo que apenas habla de
su hijo, nos cuenta de donde es, sus años de casada en Zamora, a qué se
dedicaba y cómo era la calle donde vivían, cómo volvieron al pueblo cuando su
esposo se jubiló,… ríe recordando algunas anécdotas, nos enseña un carnet de la
sección femenina,…
Nos
conducen al jardín y desde allí a la casa contigua donde vive nuestro paciente
con su esposa. Una casa nueva, grande y llena de ventanas. Una vez dentro
conocemos a P. la esposa del paciente desde hace 7 meses, 7 meses y tres años
llenos de felicidad, según nos cuenta. Espacios amplios en los que entra la luz
tamizada por cortinas para que el ambiente no sea tan claro, ya que la claridad
molesta a M., su esposo.
Hace
diez meses le diagnosticaron una enfermedad oncológica y actualmente se
encuentra en fase terminal. “Desde el principio he tenido la esperanza de se
iba a curar, y aún la tengo aunque sé que se muere… Pero no se va a morir, porque
yo no quiero que se muera. Ya sé lo que me quieres decir, pero no sigas, no
quiero oírte”, me dice.
M.
está desorientado y muy inquieto. Tiene dolor y tiene miedo, incluso llega a
verbalizarlo. Constatamos un gran sufrimiento emocional. Ya es muy difícil para
él tomar la medicación por vía oral, así que proponemos colocarle un infusor
subcutáneo. Al principio ella no quiere, prefiere que no tome el tratamiento a
que hagamos ninguna actuación sobre él que le haga caer en la cuenta de que sí,
de que estamos ya en el principio del final. Hablando mucho con ella llegamos
al acuerdo de que es un riesgo para él no tomar la medicación para el dolor que
lleva pautada, ya que le haríamos sufrir lo indecible. La ayudamos a cambiarle
las sábanas de la cama y el pañal. Se queja y ella nos dice que nos vayamos,
que no le hagamos sufrir más.
“Me
alegro de que seáis vosotras las que le hagáis sufrir, así yo me quedo más
tranquila”. “Aunque yo os haya llamado, estoy deseando que os vayáis y que
dejéis de hacerle sufrir, que nos dejéis tranquilos de una vez!”
Cuando
se tranquiliza un poco, dejamos que hable, que llore, y llora mucho,
escuchamos, todo lo vivido, todos los proyectos derrumbados, todos los por qués
sin respuesta,… "y me pregunto, mejor haberlo tenido estos años que no haberlo
tenido nunca?, no sé,… no creo". Intentamos reforzar todo lo que está haciendo,
lo hecho, lo que está por venir. No me hago una idea del tiempo que hemos
pasado en su casa, la vida se ha detenido y la entrega ha sido absoluta, como
casi siempre.
Presiento
que está viviendo un duelo anticipado muy doloroso y que el duelo que seguirá a
la pérdida lo va a ser aún más.
lunes, 3 de agosto de 2015
SER mortal.
Este es uno de los mejores libros que he leído ultimamente. Diría que de lectura obligada para todos aquellos que trabajan en Cuidados Paliativos y añado que especialmente recomendada para Ministros, Consejeros de Sanidad, Gerentes Sanitarios y de Servicios Sociales y un largo etc... ya que "en sus manos" está la elaboración de las políticas sanitarias y sociales e incluso perfiles profesionales, que van a dibujar el futuro más inmediato de pacientes y profesionales... y recordar que pacientes hemos sido, somos y seremos... todos.
Para la mayoría de los médicos el objetivo principal de una conversación sobre una enfermedad terminal es determinar lo que quieren los pacientes- si quieren someterse a quimioterapia o no, si quieren que les resuciten o no, si desean cuidados paliativos o no-. Nos centramos en exponer los hechos y las opciones y eso es un error.Gran parte de la tarea consiste en ayudar a los pacientes a lidiar con la angustia que les desborda: angustia ante la muerte, ante el sufrimiento, angustia por sus seres queridos, angustia por la situación de su economía... Hay muchas preocupaciones y verdaderos terrores. Es imposible abordarlos todos en una sola conversación. Llegar a aceptar que uno es mortal, y a comprender claramente los límites y las posibilidades de la medicina es un proceso, no una revelación.No existe una única manera de guiar a lo largo de ese proceso a un paciente con una enfermedad terminal: Te sientas con el paciente. Le dejas que se tome su tiempo. No estás ahí para averiguar si prefiere el tratamiento X frente al Y. Estás intentando averiguar lo que es más importante para él dadas las circunstancias. Ese proceso requiere no sólo hablar sino también escuchar. Si estás hablando más de la mitad del tiempo, estás hablando demasiado.
Si las conversaciones sobre el final de la vida fueran un fármaco experimental, la Agencia de Medicamentos y Alimentos (FDA) lo aprobaría.
viernes, 10 de julio de 2015
Escribiendo... en voz alta.
En ocasiones el paciente no reacciona
como tú habías previsto y se han de tomar y cambiar decisiones sobre la marcha, con
todo lo que eso conlleva para y con la familia.
Otras veces la enfermedad es mutilante y
difícil de asumir por el propio paciente y/o los familiares, tanto que se
rechaza a si mismo y/o es rechazado.
A veces cuesta ajustar el
tratamiento por muy diferentes motivos. Pueden ser acerca de la enfermedad y su
evolución o por problemas de los cuidadores y su familia cercana...o lejana.
Si son varios hijos y aceptan de
diferente manera la enfermedad y la información que quieren que reciba su
familiar, entonces es difícil sostener las miradas del paciente que sin
preguntar, preguntan,...sabiendo que los hijos lo “protegen” y no dejan que fluyan
las dudas. Habitualmente, lo hemos dicho en otras ocasiones, el paciente sabe y
sabe mucho más de lo que uno imagina. Saben y lo certifican en las sonrisas que
se expresan sólo con la boca mientras los ojos casi lloran, en los silencios a
medias, en las miradas que no se atreven y se desvían, en las conversaciones en
voz baja en el pasillo, en los gestos excesivos,...
Si el dinero (herencias,...) es
el tema de discusión entre los familiares, el paciente percibe el desapego, y
otra pena añadida se instala en él.
Hay familias que delegan el
cuidado en el hijo/a que siempre ha vivido y ha cuidado de ellos porque los
demás hijos ya tienen sus propias familias (...y si éste hijo no ha tenido
oportunidad de formar la suya por ese motivo?), así como el papel de la hija
cuidadora principal (muy habitual) que, además de cuidar a su progenitor
enfermo, tiene que atender a su propia familia, renunciar total o parcialmente
a su trabajo,...
En otros casos no hay hijos (o
aunque los haya se desentienden,...que los hay), el cuidador principal tiene
más de ochenta años y, a su vez, también está enfermo y/o le cuesta asumir los
cuidados (claro!). Aunque en nuestra experiencia, los cuidadores, cónyuges
normalmente, de avanzada edad, suelen actuar de forma impecable, dándolo todo y
haciéndolo muy, pero que muy bien.
En pocas ocasiones ocurre que el
paciente y la familia ya tienen asumido el proceso de la enfermedad y lo están
llevando bien después de sucesivas visitas, y, de repente, aparece el famoso
“hijo de Bilbao” (también hemos hablado de él), que cuestiona la situación y
culpabiliza a los cuidadores por la forma de tratarlo, de tenerlo en casa “en
esas condiciones”, sin hacerle más pruebas, ingresos, acudir a urgencias,...es
necesario un gran esfuerzo por parte de todos para reconducir la situación. (Lo
de Bilbao, está descrito así, simplemente significa que no está habitualmente
en el domicilio, que vive y viene de lejos en contadas ocasiones,...pero puede
proceder de cualquier otro lugar, eh!).
Otra situación difícil es cuando
el paciente está solo. Esta situación es especialmente dura, a pesar de los
recursos de se disponen (escasos por otra parte...y no siempre los más
adecuados).
A veces la relación en el
domicilio es menos fácil, simplemente no estás cómoda, sin saber muy bien por
qué, el subconsciente, experiencias previas, el estado de ánimo, momentos
personales. Porque, aunque al entrar en la casa te centras y te olvidas de todo
lo demás (aunque parezca increíble, es cierto), hay contadas ocasiones en que cuesta
más...
Otras veces, sin darte cuenta, te
implicas demasiado y te llevas esa mirada, esas palabras o el tono de voz,
durante mucho tiempo... y todo esto es (más o menos) trabajar en Cuidados Paliativos.
jueves, 25 de junio de 2015
iN aRTiCuLo MoRTiS...
Berta había fumado toda su vida y durante años condujo un
camión por toda Europa. En la casa del pueblo, sus padres tenían campos que
entre todos sacaban adelante. Conoció a su pareja y tuvieron dos hijos que
ahora rondan los treinta años.
Hace 6 meses le diagnosticaron un cáncer de pulmón en fase
avanzada. Hacía meses que no se encontraba bien pero los médicos y los
hospitales siempre le dieron grima, le acobardaban. A sus 60 años recién
cumplidos, y sabedora del final próximo, le rondaba una cosa que le hubiera gustado
cumplir, “bueno ésta y tantas otras….”. Su pareja siempre le decía que ellos ya
estaban casados aunque no tuvieran papeles que así lo certificaran, pero Berta
siempre quiso casarse.
Hace unos días Alberto, su pareja, viendo que a Berta la vida
se le iba más deprisa de lo que ambos imaginaban, habló con el alcalde del
pueblo y lo organizó todo para que la
boda fuera lo más pronto posible. Se casaron “in articulo mortis”, ella en la
cama de la que ya no salió, y su familia cerca de ellos. Esa mañana estuvo
tranquila y sonriente, cuentan, repartió besos para todos y se hicieron fotos. Por
la noche Berta se durmió y no volvió a despertar. Durante dos días su cuerpo
estuvo acostado pero ella no volvió a abrir los ojos. Falleció tranquila la
madrugada del tercer día de casada.
Su marido nos cuenta que unos días antes Berta necesitaba
cada vez más dosis extra de medicación porque los dolores y la inquietud iban
cada día en aumento. El día de su boda, nadie se acordó de la morfina.
martes, 23 de junio de 2015
Una habitación sin vistas
Viene cada martes puntual a su cita... más que viene, lo traen. Cada vez se percibe más frágil, sin embargo siempre sabes que está ahí porque desde el fondo del pasillo ya se acerca en su silla de ruedas hablando en voz muy alta y contando algún chiste.
Mirándolo a los ojos te das cuenta de la gran biografía que hay detrás de ese ser humano. Una biografía que en algún momento la vida decidió que debía escribirla solo, tal vez porque él así lo quiso, tal vez porque las circunstancias así lo decidieron.
Estar SOLO cuando se ha de lidiar con una enfermedad de esas que pueden acabar con TODO lo que uno es, no tiene que ser nada fácil. No poder compartir preocupaciones, recuerdos, que nadie se acuerde de lo que uno ha sido y sigue siendo, supongo que es también una forma de perder esa dignidad tan importante al final de la vida, porque morir con dignidad no es sólo que a uno le quiten el dolor, o los síntomas molestos, también significa ofrecerle su respeto y reconocerlo como persona, en lugar de únicamente como paciente. Hay quien dice que la soledad (obligada) es otra enfermedad y estoy de acuerdo. Y desgraciadamente cada vez es más y más frecuente.
Y ahí está él, solo en una habitación sin vistas, esperando a que alguien aparezca para aprovechar ese breve tiempo y contarle un chiste, o simplemente para preguntar cómo se llama. Imagino que para saber que ahí, al otro lado hay alguien, por si esa es la última vez que ve abrirse la puerta.
lunes, 22 de junio de 2015
De PuNTiLLaS...
A menudo oímos, leemos o vemos en el cine historias que nos
encogen el alma. Lo que no imaginamos es que, de repente, en un instante,
entren de puntillas y se instalen en el día a día, en la cotidianidad, en la vida de uno. Estas son algunas
Cartas del Alzheimer .
NO ME ACOSTUMBRO AL OLVIDO
No me acostumbro a que
los nombres de personas que le son queridas caigan en el olvido, ni a ver su
mirada perdida, ni a su caminar sin sentido, a que se quede en blanco buscando
una palabra. A no saber qué le pasa por la cabeza cuando no quiere comer, a no
saber ya qué contestarle cuando me dice que quiere ir a casa.
Sé que está perdiendo
la memoria, que los médicos le han diagnosticado que tiene demencia tipo
Alzheimer, me he informado ampliamente sobre la enfermedad de Alzheimer e
intento seguir todos los consejos que me ofrecen los profesionales y los
cuidadores que tienen o han tenido algún familiar con la misma dichosa
enfermedad.
Pero, me duele verle
así, tan indefenso ante esta cruel pandemia que está azotando nuestras vidas
por completo, tan perdido luchando por recordar algo olvidado en su memoria,
perdido en un mundo que no entiendo y en el que no puedo entrar.
Sé que cuando no estoy
me extraña, (o por lo menos, eso quiero creer) y que nadie le cuidará tan bien
como yo lo hago, a pesar de que a veces, hago lo que puedo y como puedo. Pero
también necesito de mis ratos propios para poder descansar de sus idas y
venidas, de sus preguntas incesantes. Necesito más tiempo para ordenar todo
aquello que desordena buscando no sé qué cosas.
Esta situación me ahoga
el alma, no consigo habituarme a esta maldita enfermedad que le está robando
todos y cada uno de sus recuerdos y cada vez le cuesta más situarse en los
sitios, las palabras fluyen menos y tengo miedo de no saber si tiene dolor,
molestias ni la palabra justa que quiere expresar.
Lo más gratificante de
toda esta vivencia, es cuando su mente conecta con un simple detalle: una
caricia, una sonrisa, un niño, alguien conocido, una vieja fotografía, una
palabra y, entonces me doy cuenta, su mirada se vuelve más limpia y una sonrisa
asoma de sus labios y sé que está bien.
No sé si lo hago bien o
mal, sólo mi amor, mi buena fe, mi intuición, todo lo que hemos vivido juntos y
mi propia memoria de lo que he aprendido con el tiempo, es lo que me guía para
cuidar.
SI ME OLVIDAS, YO
RECORDARÉ POR TI
UN LOCO ANDA SUELTO!
Exactamente así es como muchos consideran que estoy, pero
dejemos de lado el ámbito personal y nos centramos como es habitual en el Mundo
del Alzheimer.
Como muchos sabéis ya son más de 15 años los que mi vida por
suerte está vinculada a esta Enfermedad. Desde el primer momento supe que en el
mundo en el que me adentraba no era fácil y que el camino sería de momento duro
(por falta de conocimiento) y tan largo como la Enfermedad lo permitiese.
En esto me equivocaba pues desde un principio me sentí como
un bicho raro donde tod@s hablaban de una enfermedad cruel, maldita, terrible…
y no sé si por mi forma de ser o por qué arte divino, para mí nunca lo fue.
No voy a negar que tuve unos comienzos difíciles, pero de la
noche a la mañana y gracias a mi locura, todo dio un vuelco pues no podía ser
de otra manera; si quería que la enfermedad tanto para mi madre como para mí,
fuese entre comillas “un camino de rosas”, al menos lo intenté y conseguí que lo
fuese para mi madre.
Los comienzos fueron muy duros como para tod@s, yo jugaba con
la ventaja que el neurólogo de mi madre se implicase conmigo en esos comienzos
y me marcara unas pautas y camino a seguir, a pesar de ello seguía siendo duro.
Mi ansiedad iba aumentando por momentos, y esa angustia se la transmitía a mi
madre, el ambiente cada vez era más insostenible y una de esas muchas noches
que nos pasamos sin dormir l@s cuidadores y después de mucho meditar sobre el
tema, llegue a la conclusión de que debía volver a ser el de antes, el de toda
la vida, el que siempre se estaba riendo, contando chistes, cantando…, pues
además esto sería beneficioso para mi madre.
A la mañana siguiente entre en la habitación de mi madre como
Leticia Sabater (me falto cruzar la mirada), y note que la reacción de mi madre
era muy diferente a la de días, semanas, meses, años atrás. Esta era la actitud
amigos y lectores, aprender a convivir con la enfermedad, no intentar luchar
con ella pues la batalla ya estaba pérdida.
Mi madre cambio de la noche a la mañana, estaba más
participativa, los días se hacían más cortos, y yo llegaba igual de agotado o
más si cabe, al final de cada jornada. Pero con la tranquilidad de que había
convertido mi casa en un circo. Donde no faltaba, la alegría, el buen humor, la
ilusión, la fantasía, la música, los juegos… Donde superar cada día tenía su
fin de fiesta, que no era otro que el haber conseguido que algo tan negativo
para muchos como era la Enfermedad de Alzheimer, en mi casa se viviese de forma
positiva. Aprendimos a convivir con la enfermedad, a reírnos con ella y de
ella.
Y ahora llamarme loco si queréis.
Juan Carlos Romero Estudillo. Ex Cuidador de
Alzheimer.
martes, 16 de junio de 2015
sábado, 6 de junio de 2015
ReSPeTo a LaS DeCiSioNeS...
Hace unos días vivimos una situación que, aunque ha pasado alguna
otra vez, es bastante excepcional en nuestro quehacer diario.
La familia quería que su madre, nuestra paciente, no
falleciera en casa. Así nos lo transmitieron en la primera visita. Los hijos desbordados por lo que estaban viviendo, nos contaron
que su padre de 62 años fue diagnosticado de un cáncer de páncreas un año antes.
Seis meses más tarde la madre sufrió una recidiva de su neo de mama, con mtx
óseas y cerebelosas.
Hace tres meses su padre falleció en casa un fin de semana y no contaban con medicación suficiente.
Los servicios de urgencias que acudieron al domicilio, según contaban ellos, le
aliviaron, pero se quedaron con la sensación de que había muerto con dolor.
Hace unos años, un hermano falleció en una sala de
observación de urgencias de un hospital mientras esperaba la ambulancia que lo
llevaría a fallecer a su casa.
Las experiencias vividas fueron tan dramáticas para la
familia que los hijos habían decidido, junto a su madre cuando ella podía
decidir, que cuando “empezara a morir” la trasladarían
a su hospital de referencia. Ni ella ni ellos querían que ocurriera en casa.
A pesar de que les explicamos que podían contar con nosotras
hasta el final, que nuestra intención era controlar y prever cualquier incidencia
que pudiera ocurrir, que íbamos a estar allí cuando nos necesitaran,… no
logramos convencerles. Así que respetamos su decisión. Todo un reto.
Después de varias visitas, nos llamaron una mañana porque la
veían “diferente y mal”. Cuando un
cuidador que pasa veinticuatro horas al día con un enfermo, te dice que le ve
diferente y mal, es que está diferente y mal.
Cambiamos el plan de visitas de aquella mañana y fuimos a
verla. Efectivamente estaba en situación de agonía. Con mucha calma les hicimos
ver que la situación era dura y difícil pero también que ella estaba tranquila y con síntomas controlados. Se mantuvieron
firmes en su decisión e iniciamos los trámites para el ingreso.
Hablamos con su
oncólogo (ya lo habíamos hecho anteriormente para comentarle lo decidido y
estaba de acuerdo), nos aseguramos de que hubiera cama en el hospital, no queríamos
que falleciera en un box de urgencias, tramitamos la ambulancia de acuerdo con
su médico de familia, y esperamos a que estuviera dentro para irnos. No queríamos
que estuvieran solos si el fallecimiento ocurría durante la espera. Todo lo
contado no nos demoró más de una hora.
B. falleció a las 8 de la tarde de aquel día, en su cama del
hospital.
No es lo habitual,... pero la
decisión de la familia y el paciente, si puede tomar decisiones, es prioritaria
y debemos respetarla.
lunes, 1 de junio de 2015
eL CoLoR DeL CRiSTaL...
Juana cuida a su madre enferma desde hace años.
Juana era feliz en las Islas Canarias, así lo describe ella, junto a su pareja y la
hija de ambos, las cosas iban bien y decidieron adoptar otra niña. Su padre cayó enfermo y el único hermano de Juana, mayor que ella, decidió
que él debía dedicarse a su trabajo y a su familia en la ciudad en la que
residía desde hace años y que era distinta a la que vivían sus padres; así que
habló con su hermana y le recordó la necesidad de que "alguien" se hiciera cargo
de sus padres. Juana volvió de Canarias, separada y con sus hijas. Buscó un
trabajo y se planteó otra forma de vida, la suya y la de sus hijas con sus
padres.
Un mal día se quedó sin trabajo. Pero siguió haciendo lo que ella creía
que tenía que hacer. Su padre falleció y Juana cuidaba de su madre viendo
crecer a sus hijas.
Algún fin de semana podía arreglárselo para tenerlo libre y poder
salir con sus amigos con el fin de airear su vida. A la vuelta de uno de ellos,
Juana tuvo un accidente en el que se fracturó 7 costillas, no se mató de
milagro. Tuvo que ir a rehabilitación durante meses a otro pueblo más grande
que distaba cincuenta kilómetros del suyo.
Cuando la veo le digo: Pero qué mala suerte, con todo lo que
tienes y encima te lesionas, necesitas rehabilitación tanto tiempo y… Mala suerte, dices? Yo creo que qué buena
suerte tuve de no morir en aquel accidente. Figúrate qué hubiera sido de mi madre y mis
hijas... Pero qué buena suerte tuve aquel día!!
martes, 26 de mayo de 2015
También esto pasará.
La protagonista, una mujer en la raya de los cuarenta -algo burguesa, algo moderna y algo intelectual- va a visitar por primera vez al cementerio a su madre recién fallecida, de la que está haciendo un duelo difuso, en el que la voluntad de agarrarse a la vida y la consciencia de que la ausencia se agarra a ella crean emociones oscilantes y una estrategia existencial indecisa. Así lo explica el personaje:
"No estoy enfadada. Pero mentalmente ya he empezado a calcular los minutos que faltan para que se vaya y me quede sola y tu muerte vuelva a asaltarme y todo vuelva a empezar. Todo el amor de mis amigos y de mis hijos no es suficiente para resistir la embestida de tu ausencia, necesito estar bien agarrada a un tío para no salir volando por los aires.".
Al llegar al cementerio se encuentra con que el portalón de la entrada tiene el cerrojo echado. El sitio está cerrado. Se apoya sobre el portalón. Empieza a empujarlo con su cuerpo, a mover el pomo. Piensa que puede llamar al alcalde. Nota que se ha echado a llorar. Trata de tranquilizarse. Todo tiene solución. Entonces llama suavemente a la puerta y dice: "Mamá, mamá."
Es la imagen de la niña llamando a la casa donde vive su madre, sólo que la niña ya no es una niña, y la madre ya no está, aunque sí su casa. La mayor desolación: un niño que vuelve de algún lugar remoto (la edad adulta, por ejemplo) y llama a la puerta de la casa en la que ha vivido con los seres que le amaron, pero donde no queda nadie ni tampoco donde buscar. El significado puro de la ausencia es un regreso nuestro adonde estuvieron aquellos que una vez amamos. Y ese regreso es el final de un duelo (el de lo perdido), y el principio de otro (el de que lo perderemos todo).
Curiosamente, este segundo duelo hace que el primero sea realizable o superable, pero no por elevación de la desgracia o por extensión de la ausencia, sino porque pronto nos reuniremos con lo que se fue y se irá, en el alma de todo. Entonces amamos verdaderamente, acaso más que nunca, a los que ya no están.
miércoles, 20 de mayo de 2015
... mucho más que morirse.
Ley de muerte digna, mira que me gusta poco esa expresión, me refiero a las palabras, porque las palabras con las que nos referimos a algo son importantes, muy importantes. Yo prefiero Ley de conservación de la dignidad al final de la vida. Sí, es más largo pero dice “más y mejor”.
Cuando se habla de “muerte digna”, da la sensación de referirnos sólo a ese momento de morirse uno, del momento en que todo acaba, de un instante y no de un proceso. En general consideramos normal que un paciente-familia lo pase MUY MAL durante todo el proceso de enfermedad avanzada (descontrol de síntomas físicos, psíquicos, espirituales, sociales, sensación de soledad, de abandono por parte del sistema sanitario y un largo etc… ) pero eso sí, le garantizamos que al final la muerte será digna ¿?(oye!! y nos quedamos tan convencidos). Creo que en esos casos la dignidad se ha perdido a lo largo del camino y ya no queda más dignidad que perder, y por desgracia… todavía pasa.
Creo que lo que se tiene que garantizar por LEY, es que el proceso del final de la vida por el padecimiento de una enfermedad avanzada-terminal sea lo más DIGNO (con mayúsculas) posible. Que el paciente sea partícipe de ese momento, que se reconozca como persona y no como paciente, que sienta que tiene el control de la situación, que tenga la oportunidad de preguntar y de ser respondido a lo que él pregunte (lo que quiera saber), cuando él pregunte (cuando lo quiera saber). Que se le dé la oportunidad de ESTAR y DECIDIR sobre su situación, sobre su tratamiento, sobre sus planes, sobre dejar todo resuelto, sobre sus preocupaciones por dejar un legado, sobre la importancia de su “sentido de la vida”. Que en todo ese proceso sienta que no está solo, porque profesionales formados para atender ese momento tan importante de la vida como es el último, ESTARÁN (también con mayúsculas) ahí. Todo esto es MUCHO MÁS que morirse.
Creo que eso es lo más parecido a lo que yo entiendo como VIVIR DIGNAMENTE HASTA EL FINAL, porque no hay persona (que no paciente) que esté y se sienta más viva que aquella que sabe que se va a morir.
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