Este es el blog de un equipo de Cuidados Paliativos... trabajamos "a pie de cama", en el domicilio del paciente, en su espacio más íntimo y personal.

Todos los días hay un viaje distinto, duro, sorprendente, triste, emocionante... y con un final.

¿Nos acompañas?.



domingo, 24 de febrero de 2019

eL DeSPuéS...


Cuando tras una larga enfermedad fallece un ser querido, el armazón que habíamos montado con tanto dolor y mimo se tambalea el día después. El material del que está hecha la estructura resulta que no era tan fuerte como pensábamos y por las rendijas entra frío. Un aire helado que nos desordena los muebles y revuelve la pelusa que estaba oculta debajo. A veces el viento calla y la calma vuelve. De repente, al cabo de los días o de los años, un remolino te levanta del suelo y en un instante pone tu mundo patas arriba, de nuevo.

Son frecuentes los sentimientos de culpa, de no haber llegado a todo, de no haberlo sabido hacer mejor. Porque cuando uno cuida no lo hace como quiere, sino como puede. También cuando uno sufre no lo hace como quiere, sino como puede. Pero realmente no tiene sentido fustigarnos por lo que pudo ser y no fue. Las cosas, las situaciones, en la distancia miden diferente a cuando estás en el ojo del huracán.

Ayer por la mañana, D. se sentía culpable por no haberle dejado comer a su madre yogures con azúcar… con lo que a ella le gustaban! Hace casi dos meses que falleció y aún no sé dormir con la luz apagada y cualquier murmullo me despierta. A veces, me sorprendo llorando y otras, esperando llorar, no lloro.

Ni siquiera yo misma sé si lo hice bien, creo que podía haberlo hecho mucho mejor y mucho más. Más de verdad… pero nunca lo sabré.



sábado, 16 de febrero de 2019

oTRa HiSToRia...



Julio es alto, de figura imponente. Serio, aunque una sonrisa amarga se asome a sus labios de vez en cuando.

Tiene 86 años. Fue un alto cargo de la administración junto a su esposa, que estudió dos carreras y que ahora, callada y sentada a su lado, se balancea continuamente debido a esa enfermedad que borra los recuerdos y embadurna a todo el que se acerca.

Hace dos meses, tras un catarro casual que no acababa de curarse, le hicieron una placa y, tras posteriores pruebas, le diagnosticaron un cáncer. Él llama a las cosas por su nombre. Por su patología y sus antecedentes era complicado hacer un tratamiento efectivo.

Nos relata su vida de manera ordenada, tiene necesidad de decirla. No fue fácil... en varias ocasiones las lágrimas fluyen y el silencio nos envuelve a todos. La emoción entra y sale, las incertidumbres flotan en el aire, las preguntas se alargan sin encontrar las respuestas. No las hay, o yo no las conozco.

Salimos tocadas, para variar. Bendito tocamiento… que nos infla las alas para seguir volando.




domingo, 10 de febrero de 2019

uN iNTRuSo...


Esta tarde haciendo limpieza de papeles he encontrado esta joya. Es lo que tiene guardarlo casi todo, que cuando decides poner orden, aparecen cosas de las que no te acordabas y que te devuelven a intensos momentos vividos. La verdad es que no sé si ya lo compartí, pero creo que, aunque así fuera, no está de más recordarlo.


Un intruso decidió instalarse en mi ovario. Lo hizo de manera cobarde, en silencio y nadie sabe cuándo sucedió. Vivió agazapado, parasitándome poco a poco, invadiendo toda mi cavidad abdominal. Tan solo dio la cara cuando la gravedad ya era demasiada. Su estadío, el 3.

Al conocer la noticia me quedé en estado de shock. Y aún me mantuve así una temporada, entre que me sometían a cirugía y llegaban los resultados finales. Cuando éstos llegaron, hubo que tomar una decisión. En realidad fueron varias. La primera fue decidir que iba a salir adelante, que no pensaba morir, y la segunda fue la de buscar toda la información y los recursos necesarios para llevar a cabo la primera idea.

En los momentos en que el ánimo flojeaba, me imaginaba la cara de mis hijos sin mí y volvía a recuperar fuerzas.

Es complicado, pero hay que intentar las decisiones adecuadas al principio, aunque lógicamente habrá que seguir tomándolas durante todo el proceso.

Yo decidí cerrar el camino a la rabia o al enfado, pensando el por qué me había tocado a mí. Consideré que estas preguntas sin respuestas sólo me llevarían a meterme en una dinámica de desánimo que no me ayudaría a superar la enfermedad.

Por el contrario, decidí enfrentarme a la situación sin rencor, sin luchar contra él, porque pensé que, quisiera o no, el cáncer era una parte de mí y si luchaba contra él, lucharía contra mí misma. Por otro lado, creo que cuando luchas contra algo lo legitimizas y le das poder, yo no deseaba eso. En todo momento he querido ser yo la dueña de la situación. Nada de lucha, pero haciendo todo lo posible para que desaparezca, pero siempre con amor, sin darle tregua ni fuerza. La fuerte soy yo, no él.

Y con esta filosofía van pasando los meses y, contra pronóstico, voy avanzando y él retrocediendo mucho más rápido de lo esperado.