Este es el blog de un equipo de Cuidados Paliativos... trabajamos "a pie de cama", en el domicilio del paciente, en su espacio más íntimo y personal.

Todos los días hay un viaje distinto, duro, sorprendente, triste, emocionante... y con un final.

¿Nos acompañas?.



lunes, 30 de mayo de 2011

Ahora, el cabello de Carmen empieza a caerse de verdad. Por la mañana, su almohada está llena de pelos. Desde ayer, puede arrancarse mechones enteros sin que le duela.

Por la noche se mira en el espejo del cuarto de baño con la cabeza un poco inclinada hacia abajo.

- Se está quedando en nada, verdad?
- Bah, aún puede pasar.

... El momento que vengo temiendo desde hace semanas se acerca a pasos agigantados.

- Y si lo eliminamos del todo? - tantea indecisa.
- Quieres que te lo corte yo?, - propongo mirándola a través del espejo. (Uf! Lo he dicho en serio??)
- Te atreves... lo harías? - pregunta con vacilación, casi con timidez.
- Por ti claro que lo haría.
- ... Tiene que quedar bien lisa, que no pique debajo de la peluca.

Por dónde empezar?, alguien me lo puede decir? Por la parte de atrás, pienso, para que ella no vea de golpe el primer trozo de cuero cabelludo desnudo cuando le pase el aparato. Sí. Primero la parte de atrás.

... Doy un profundo suspiro, pongo en marcha la máquina de afeitar y se la paso desde la nuca hacia arriba, rapando una franja de unos cuatro centímetros de ancho. Le doy inmediatamente un beso en la mejilla. Ella ve en el espejo su largo cabello caído sobre la toalla, se tapa la boca con la mano y empieza a llorar. Yo trago saliva, pero sigo afeitando imperturbable, besándola cada par de segundos en la cabeza. No decimos nada.

Diez minutos más tarde, Carmen está calva.


Del libro “Una mujer va al médico” de Ray Kluun

jueves, 26 de mayo de 2011

Guía Clínica: Vía Subcutanea





Aquí dejo un enlace a la Guía clínica sobre VIA SUBCUTANEA: USOS Y RECOMENDACIONES DE LA VIA SUBCUTANEA EN CUIDADOS PALIATIVOS editada hace cinco meses por el Observatorio Regional de Cuidados Paliativos de Extremadura.



La guía, basandose en la bibliografía revisada, trata de responder a las siguientes cuestiones habituales en el manejo de la via subcutanea en el paciente en situación terminal:


¿Cuáles son las principales indicaciones y contraindicaciones de la técnica?

¿Qué ventajas e inconvenientes presenta el manejo de la vía subcutánea?

¿Cómo son las técnicas del manejo, las formas y modelos de administración?

¿Cuáles son las complicaciones derivadas de su uso?

¿Qué fármacos son administrables por vía subcutánea?

¿Cómo es la técnica de hidratación a través de la vía subcutánea?

¿Qué fuentes de información pueden consultarse?

¿Cuáles son las principales necesidades y perspectivas de los familiares
como usuarios de esta vía en domicilio?


miércoles, 25 de mayo de 2011

DeJaRLo CoMo eSTá...

A propósito del artículo del post anterior, que gran verdad es que "... la mentira nunca es lícita, aunque ocasionalmente pudiera ser saludable". Y que “... todo esto queda muy pulcro escrito sobre una página en blanco... pero más peliagudo es ponerlo en práctica en la consulta, y mucho más todavía, entre las cuatro paredes de la casa con el enfermo en ella”.

Hoy hemos estado en casa de E. y, hablando con él, nos ha dejado claro que no quería saber nada acerca de su enfermedad. Antes de irnos, su esposa nos acompañaba buscando hablar a solas con nosotras, ha comenzado a llorar y a preguntar todos los “por qués” que tantas veces hemos oído y para los que no hay respuesta... (muchas veces la respuesta no está en el viento, como dice la canción). También expresaba con pesar la falta de comunicación con su marido, el disimulo constante, aunque ella opinaba que él sabía... lo había visto llorar a hurtadillas, cuando creía que nadie podía verlo.

Pero él nos ha adivinado por una rendija de la puerta y al despedirnos, mientras me cogía con suavidad la mano, los ojos al borde del llanto y un amago de sonrisa en su cara, me ha dicho: “Por favor, déjelo como está”.

Por supuesto E., no te preocupes por eso.


domingo, 22 de mayo de 2011

La verdad... ¿toda la verdad y nada más que la verdad?...

 Artículo de:
Ricardo Cubedo es oncólogo del Hospital Universitario Puerta de Hierro Majadahonda de Madrid y colaborador de ELMUNDO.es




Hace pocos días, José Luis de la Serna, el director de la web de El Mundo, señalaba en un artículo cómo muchas necrológicas publicadas en la prensa siguen disfrazando la palabra 'cáncer' con el eufemismo de 'una larga y penosa enfermedad'.
Jürgen, un paciente alemán al que todavía no conozco demasiado bien, acudió a mi consulta con una impresión de este artículo, sorprendido y algo escandalizado por la forma en la que los españoles seguimos abordando de refilón la información sobre el cáncer, ya sea en calidad de pacientes, médicos o familiares. Él es de la opinión de que entre la verdad y la mentira no cabe un alfiler, que todo lo que no sea 'la verdad, sólo la verdad y toda la verdad' no constituye otra cosa que un engaño hipócrita.
Yo no estaba tan seguro de que la mayoría de las personas que aguardaban en la sala de espera estuviesen de acuerdo en todo con Jürgen, de modo que, medio en serio medio en broma, le propuse lo siguiente: si persuadía a un puñado de pacientes o acompañantes para participar en un intercambio de opinión, digamos para entendernos rápido, 'a calzón quitado', yo me prestaría con gusto a la encerrona. El amigo alemán encajó el envite y, con mucho empeño y no poca dificultad, consiguió reunir a unas 16 ó 17 personas con las que me reuní informalmente, ayer por la tarde, en una de las salas de juntas del Puerta de Hierro.
El peloteo de opiniones y contraopiniones resultó de lo más interesante, aunque, al contrario de lo que le sucedió a Jürgen, creo que podría haber adivinado lo que allí se dijo. La composición de los participantes ya significaba algo. Más o menos la mitad eran pacientes, y la otra mitad familiares. Pero mientras los primeros eran sujetos curados, de los que acuden a mi consulta cada mucho a realizar sus revisiones periódicas, casi todos los familiares lo eran de enfermos en situaciones incurables que estaban recibiendo quimioterapias de distinto tipo. Me gustaría resumir en unos cuantos párrafos breves las posturas más comunes entre los asistentes y, sobre todo, me interesa formular al final tres preguntas a los ciberlectores.

Uno.

La información da miedo. Mucho miedo. A veces, más que la propia enfermedad. Es chocante que casi todos los afectados (llamemos así al conjunto de pacientes, acompañantes y familiares) expresaban su aprensión a la primera consulta no como 'a lo que tengo' o 'a lo que me van a hacer', sino 'a lo que me van a decir'. No pocos confesaron haber retrasado su primera consulta al médico, a veces durante meses e incluso soportando síntomas penosos, precisamente por ese terror 'a tener que escuchar lo que no querían'.

Dos.

Las malas noticias dejan bloqueados a quienes las reciben. Una y otra vez en la reunión de ayer se comentaban cosas como 'a partir de que escuché la palabra cáncer -o quimioterapia, o cirugía- ya no entendía absolutamente nada de lo que decía el médico. Al llegar a casa, no recordaba ni una palabra de lo que me había contado'. Cuando hay asuntos graves que comunicar, los enfermos, independientemente de su edad o nivel cultural, prefieren muy poca información y muy concreta, aunque sea incompleta o se dejen muchos flecos pendientes para otras visitas.

Tres.

Hay dos pecados capitales que los médicos cometemos al informar en la consulta; dos faltas que nuestros pacientes no perdonan y que les ofenden particularmente. Uno es no explicar las cosas de manera sencilla, huyendo de palabrejas técnicas. La otra, más importante todavía, es negar importancia al lenguaje corporal: no mostrar ni una sonrisa, no mirar a los ojos, teclear al ordenador o escribir recetas mientras los pacientes hablan...

Cuatro.

Al contrario de lo que nos pueda parecer a los médicos, todos los participantes de la reunión insistieron en que no necesitan en realidad demasiado tiempo en la consulta, que comprenden bien que hay muchos otros pacientes que atender. Bastan cinco o diez minutos, si se saben transmitir un par de ideas con claridad y cercanía.

Cinco.

Nadie quería mentiras en cuanto al diagnóstico, aunque fueran piadosas, ni para sí mismos ni para sus familiares. Aunque algunos se mostraban dispuestos a hacer excepciones en personas muy ancianas, el acuerdo general fue que si hay un cáncer, hay que decirlo, desde el principio y, además usando precisamente el término 'cáncer' en lugar de subterfugios.

Seis.

Otra cosa bien distinta es cuando se trata del pronóstico. Si todo el mundo parecía estar de acuerdo respecto a que hay que desvelar el diagnóstico de cáncer, era mucho más difícil coincidir en la conveniencia de revelar con crudeza el pronóstico. La mayoría de los pacientes presentes querrían saber si su tumor, una vez operado, tiene muchas papeletas de recaer. En cambio, nadie se atrevía a asegurar claramente que quisiera conocerlo si su enfermedad fuese incurable y todos (menos Jürgen) parecían coincidir en que la ignorancia era la mejor opción ante una muerte muy probable en cuestión de meses o pocos años. En realidad, de todos los presentes, nadie había preguntado abiertamente si el cáncer se podía curar o si era incurable y, por lo tanto, mortal en un plazo más o menos breve. Tanto en el caso de las situaciones curables como de las que no lo son, parece que todos los enfermos llegan a ese conocimiento con sobrentendidos, sin necesidad de abordar la cuestión abiertamente.

Siete.

Un asunto interesante es el papel de la familia como intermediaria y administradora de la información. En mayor o menor medida, a todos los contertulios les parecía natural que la familia se entrevistara, al menos una vez, a solas con el médico para conocer el auténtico alcance de la situación; y a nadie se le antojaba muy inapropiado que la familia pidiera al médico que, sin mentir, dulcificara un poco la información. Mi pobre paciente alemán se desesperaba con esto. Le parecía una intromisión inaceptable en la autonomía del individuo y, a su modo de ver, debía de suceder justo al contrario; que el enfermo conociera toda la verdad, buena o mala, y decidiese qué parte de ella decidía compartir con quién y cuándo.

Ocho.

Una queja universal resultó ser la frustración por carecer de información para llevarse a casa. Casi todo el mundo había recurrido a fuentes alternativas, como amigos, revistas, libros y, por encima de todo, internet. Y casi todos reconocían haberse confundido más que aclarado. Cualquiera de los presentes echaba mucho de menos que su médico le proporcionara alguna clase de folleto o documento escrito con la información esencial sobre los tratamientos y la enfermedad en general. La idea de poder recibir información en DVD o una página de internet mantenida por los propios médicos le pareció maravillosa a todo el mundo.

Nueve.

Se habló bastante y con vehemencia del 'derecho a no saber'. Los pacientes presentes reclamaban tanto saber lo que querían como ignorar lo que preferían no conocer. Varios expresaron su temor a que el médico les hablara de lo que no habían preguntado, y hubo mucha coincidencia en señalar que el especialista que mejor informa es el que, sin engañar nunca, va amoldando la cantidad y precisión de la información a las preguntas de los pacientes y, más aún, a la manera de formularlas. Para los enfermos y sus familias parece muy importante que los médicos mantengamos las orejas aguzadas a si lo que nos reclaman es una respuesta esencialmente cierta pero vaga, o bien detalles concretos.

Y diez.

La palabra 'esperanza' apareció docenas de veces durante nuestra tertulia. Una paciente especialmente lúcida dijo algo así como que "la información veraz es un derecho de los enfermos, pero el que se tiene a la esperanza es un derecho humano". Aun en las peores circunstancias, a nadie le parecía mal que el médico intentara encontrar una perspectiva positiva, una rendija abierta en la puerta de la esperanza.
Después de un par de horas de conversaciones cruzadas, me quedó claro que la cuestión de la información a los enfermos con cáncer incurable (que son menos de un cuarto del total de los que atiendo) es bien espinosa, uno de esos asuntos para los que no hay solución buena; se trata de acertar en la menos mala. A mi modo de ver, los cuatro mandamientos de la información a los pacientes con cáncer avanzado son:
  1. No decir jamás una mentira tan tajante que cierre el paso a la verdad
  2. Empezar con un poco de información verdadera e ir luego de a pocos
  3. Dejarse guiar por las preguntas del paciente y el tono en el que las formula
  4. Y no negar la esperanza.
Si me viese forzado a resumir aún más, pediría auxilio como en otras ocasiones a mi admirado Padre Feijóo, acaso el único auténtico ilustrado español del siglo XVIII, cuando escribía "... la mentira nunca es lícita, aunque ocasionalmente pudiera ser saludable".
Pero todo esto queda muy pulcro escrito sobre una página en blanco y puede que no sea más que esgrima de salón; más peliagudo es ponerlo en práctica en la consulta, y mucho más todavía, entre las cuatro paredes de la casa con el enfermo en ella. Siempre hay mil asuntos que vienen a recomplicar lo complicado: los problemas de la pareja, la existencia de niños, las desavenencias entre distintas partes de la familia, problemas de dinero, un médico antipático, un paciente grosero. Hace falta serenidad, sentido común a raudales y, en las encrucijadas, pensar siempre: 'Si yo fuera el enfermo, ¿cómo me gustaría que me trataran?'.


Para pensar...
  • Si usted tuviese un cáncer, ¿querría saberlo o preferiría que le engañaran?
  • Si ese cáncer no se pudiese curar, aunque pudiese vivir con él varios años, ¿querría saberlo a ciencia cierta o preferiría que esa información la recibiese su familia?
  • Y, si la muerte fuese inevitable en un plazo relativamente breve, de algunos meses o poco más de un año, ¿piensa usted que lo preguntaría abiertamente al médico, o preferiría vivir el día a día sin pensar en el futuro?

jueves, 19 de mayo de 2011

Expectativas de la FaMiLia....

Hoy hablaremos sobre las expectativas de la FAMILIA del paciente paliativo ( porque todavía parece que hay gente a la que se le olvida o confunde conceptos).

Sobre asistencia:
• Posibilidad de ingresar en Hospitales de distintos Sectores.
• Disponer de asistencia continuada en Cuidados Paliativos.
• Disponer de ayuda institucional para hacerme cargo de mi familiar enfermo.
• Poder acompañar a mi familiar enfermo sin impedimentos.
• Apoyo psicológico suficiente para superar la situación y ayudar a superarla al enfermo.
• Ayuda social (agilización de recursos).

Sobre información:
• Que me indiquen los trámites a realizar cuando llegue el fallecimiento.
• Poder tener una segunda opinión.
• Que se me informe sobre los recursos asistenciales disponibles (sanitarios y sociales)
• Recibir información precisa y con delicadeza, tanto de la enfermedad como de sus incidencias, así como de las decisiones que habrá que tomar en cada momento hasta el final de la vida del enfermo.
• Tener la seguridad razonable de que los cuidados paliativos son la mejor opción para ayudar a mi familiar.

Sobre cualidades del equipo:
• Equipo de referencia competente, con el que poder consultar.
• Trato apropiado y personalizado.
• Que me enseñen a cuidar de mi familiar y me den la posibilidad de participar en los cuidados desde el comienzo.



Y yo añado... " Gracias por ayudarme.... no sabéis la cantidad de dudas y temores que me asaltan a la hora de tomar decisiones sobre los cuidados de mi ser querido y de saber qué es lo mejor para él ".



martes, 17 de mayo de 2011

Expectativas del PaCieNTe...

A propósito del anteproyecto de la Ley reguladora de los derechos de la persona ante el proceso final de la vida, que comentó mi amiga/compañera hace unos días, se me ocurre volver a insistir sobre las expectativas del paciente tributario de Cuidados Paliativos y de su familia, porque parece que todavía hay gente a la que se le olvida o confunde conceptos.

Hablaremos primero del
PACIENTE.

Sobre la asistencia:
• Que me eviten toda acción dolorosa.
• Que eviten en lo posible mi sufrimiento y el de mi familia.
• Que el control sintomático sea óptimo y dirigido por un equipo formado para ello, en perfecta coordinación con los demás recursos asistenciales (centros de salud, hospitales...)
• Apoyo psicológico, social y espiritual (ayuda para solucionar problemas sociales como pensiones, obtención de medicamentos...)
• Que la asistencia sea personalizada.
• Que se me atienda hasta el final.
• Que se lea mi historia clínica.
• Que no se prolongue mi vida innecesariamente.
• Evitar en lo posible mi traslado a Urgencias y, en caso necesario, que se tenga una consideración especial conmigo en dicho Servicio.
• No perder nunca mi dignidad, incluso en la muerte.
• Que me dejen siempre en casa recomendaciones para resolver cualquier complicación que pudiese aparecer.
• Que mi familia esté siempre atendida, y no sea abandonada cuando yo no esté.

Relativo a información y consentimiento:
• Que la información que reciba sea apropiada: que se responda a mis demandas con veracidad y prudencia, y que se respete también mi derecho a no querer saber.
• Que se respete mi derecho a recibir información limitada.
• Que pueda resolver mis dudas.
• Recibir la atención en el lugar que desee (domicilio/hospital).
• Poder elegir el sitio donde voy a ser atendido.
• Poder elegir el lugar donde voy a fallecer, tanto si es en el Hospital como en mi casa.
• Poder ingresar para fallecer en el Hospital en condiciones apropiadas a mi situación.
• Que se me deje decidir.
• Que no me hagan pruebas cruentas si no van a servir para mejorar mi calidad de vida.
• Que no me incomoden con determinaciones de constantes si no son necesarias para mejorar mi calidad de vida.
• Que respeten mis decisiones aunque yo no esté consciente.
• Que se facilite el trámite administrativo del registro de voluntades anticipadas y la consulta del mismo.
• Poder elegir el médico.
• Poder tener una segunda opinión.
• Posibilidad de ingresar en hospitales de distintos Sectores.
• Que se me informe sobre los recursos asistenciales disponibles.

Relativo a cualidades del equipo:
• Que el equipo que me atiende esté pendiente de mí y sea accesible; a ser posible, tenerlo disponible siempre que lo necesite.
• Competencia profesional.
• Que sepan acompañarme cuando lo necesito.
• Que no me dejen solo cuando me esté muriendo.
• Que no eviten el contacto físico conmigo.

Relativo a hostelería:
• Que durante mi estancia en el Hospital mis allegados puedan visitarme.
• Que se respete mi descanso y mi intimidad sin impedimento, en un lugar y con un horario adecuados.
• Que mi dieta sea apropiada, y adecuada a mis gustos.
• Que durante mi estancia en el Hospital pueda estar acompañado siempre.
• Posibilidad de elección de menú y de media ración.
• Que dejen pasar a mis hijos a verme, aunque sean pequeños.
• Posibilidad de que me traigan comida “de fuera”, caprichos.
• Que mi habitación reúna condiciones especiales (individual, aseo, espacio para acompañantes…)


Y yo añado....." Gracias por pensar en mí e intentar poneros en mi lugar".


sábado, 14 de mayo de 2011

Anteproyecto de Ley





Os copio un artículo publicado hoy en ABC digital firmado por Javier Rocafort, presidente de la SECPAL, y Jacinto Batiz, vocal de ética, en relación con el Anteproyecto de la Ley reguladora de los derechos de la persona ante el proceso final de la vida.








"La atención al final de la vida es una necesidad, y que esta ley desee transformarla en un derecho, es una oportunidad para garantizar una atención adecuada y accesible a quien la precise.



No obstante, con independencia de la aprobación del anteproyecto, desde la Sociedad Española de Cuidados Paliativos entendemos que los ciudadanos españoles, y particularmente los pacientes con enfermedades avanzadas y sus familias, están ya en manos de profesionales capacitados para garantizar una buena calidad de vida y ausencia de sufrimiento intenso, incluso cuando la muerte está muy cercana.

Los profesionales que nos dedicamos a la atención a estos pacientes contamos actualmente con medios adecuados para tratar el dolor y otros síntomas relacionados con las enfermedades en fase avanzada, para orientar la adaptación emocional de los pacientes y familias, para acompañar en el sufrimiento existencial, para comunicar adecuadamente o para promover el máximo bienestar familiar y del entorno social. Que esto se convierta en un derecho real es muy importante, pero como profesionales no podemos olvidar otras consideraciones.

Cuando trabajamos en cuidados paliativos somos conscientes que esta atención debe tener en cuenta varios imperativos éticos: no abandonar al enfermo, aliviar su dolor y cualquier otro síntoma con los tratamientos necesarios, evitar exploraciones diagnósticas y aquellos tratamientos que son más insufribles que la propia enfermedad y que en ese momento se consideran inútiles, y sedarle si a pesar de todos los tratamientos empleados no hemos conseguidos aliviar su sufrimiento, teniendo en cuenta siempre los deseos del enfermo.

De esta forma estamos trabajando ya en cuidados paliativos. Quisiéramos que esta ley nos ayude a poder hacerlo así en cualquier lugar de este país, en el lugar que el enfermo desee, siempre que sea posible, y por profesionales reconocidos oficialmente, algo que la nueva ley deja pendiente, según esta valoración inicial que no podrá ser más profunda hasta conocer su articulado completo. "






El informe del Anteproyecto podéis leerlo pinchando aquí.


SoMeTiMeS....

"Sometimes,.... sometimes,.... sabe qué significa, eh??" Es M. la que grita desde el fondo del pasillo, con cara de satisfacción y mirada por encima del hombro.
M. ejerció de maestra de pueblo durante la época del “hambre”, así la describe ella. Es soltera “porque tuve que hacer de madre de mis hermanos pequeños al fallecer ella siendo yo una jovencita y, claro, después ya no encontré a nadie con quien festejar....”. Padece una enfermedad oncológica en estadio avanzado y desde el principio quiso que nada se le ocultara, habló con los médicos en primera persona, leyó acerca de su diagnóstico y pronóstico y.... pasó por las diferentes fases de aceptación de la enfermedad.
La conocimos con ira, rabiosa contra el mundo y contra Dios, preguntándose todos los "por qués" que a alguien en su situación se le pueden ocurrir. Su discurso era coherente y duro, no creía que se mereciera esto para remate de una vida difícil y abnegada, no era justo, todavía se supone que le debían quedar unos cuántos años para vivir y disfrutar de una vejez tranquila y sosegada.... Y tenía razón. Calladas y atentas asistimos a su explosivo alegato por la vida.
Sin embargo su discurso fue variando, consiguió aceptar el destino que los hados o Dios le habían reservado, y decidió actuar, no esperar, como toda su vida había hecho.
Desde siempre había querido aprender inglés...




martes, 10 de mayo de 2011

El dolor: El enemigo más temido.



El País Semanal, La Mañana de la 1 (TVE) y Diario Médico han sido los medios de comunicación ganadores de la II Edición de los Premios de Periodismo Plataforma SinDOLOR, iniciativa que tiene el objetivo de reconocer los mejores trabajos periodísticos que más hayan contribuido a sensibilizar a la sociedad española acerca de la problemática del dolor, su diagnóstico, evolución y tratamiento. El pasado 5 de mayo se dio a conocer el fallo del jurado durante el acto de entrega de Premios, que tuvo lugar en el Hotel Intercontinental y que congregó a destacadas personalidades del mundo de la medicina y del periodismo.
El artículo El dolor. El enemigo más temido, publicado por Luis Miguel Ariza en El País Semanal, ha recibido el premio en la categoría de Prensa General. Por su parte, el reportaje La vida con dolor crónico, de Marta Serrano, que se emitió en el programa “La mañana de la 1” de Televisión Española, ha recibido el premio en la categoría de Medios Audiovisuales, mientras que el artículo Formar en dolor, una necesidad generalizada, publicado por María José Puertas en Diario Médico ha sido reconocido con el premio en la categoría de Prensa Especializada. 


El Pais Semanal

viernes, 6 de mayo de 2011

Solamente un "hasta luego"...


Hace unos días mi compañera de blog Violeta añadía a uno de sus post esta frase:

“La noche de la víspera de un viaje, al cesar el entumecimiento de las costumbres que están a punto de terminar, nos juzgamos”.

Marcel Proust





Hoy esta frase la hago mía, puesto que describe perfectamente lo que estoy viviendo en estos días... un nuevo trabajo (pero nunca lejos de estas "Carreteras Secundarias"), una nueva ciudad, una nueva vida en definitiva.
Y tal y como un día nos conocimos... Violeta, Amarilis, María... hoy llega el momento de decirnos solamente un "hasta luego". Aunque no nos veamos a diario, estoy segura que coincidiremos en alguna esquina o rincón paliativo y seguiremos cruzándonos en estas "Carreteras Secundarias".
Nos vemos... muy pronto.


jueves, 5 de mayo de 2011

Mediación y derechos de las personas en el proceso de morir.


Hoy me ha llegado por el correo el siguiente curso que va a llevar a cabo la ASOCIACIÓN MADRILEÑA DE MEDIADORES (A.M.M), se trata de la III JORNADA DE MEDIACIÓN SANITARIA, con el título:

“Mediación y derechos de las personas en el proceso de morir: Otra manera de resolver los conflictos derivados de la toma de decisiones en las etapas finales de la vida”.



Puedes pinchar sobre la imagen para verla a mejor tamaño.






Desde antiguo, uno de los asuntos que más han preocupado al ser humano es el morir, como desenlace natural de la propia vida, y en especial hacerlo “de la mejor manera”, a ser posible evitando el padecimiento innecesario. De una forma u otra, casi en todas las etapas de la Historia han estado presentes conceptos que concuerdan con lo que ahora conocemos como muerte digna, cuidados paliativos, eutanasia, limitación del esfuerzo terapéutico, etc. Así, son muchos los pensadores, filósofos, juristas, teólogos u hombres de ciencia que han debatido acerca de todo ello: desde Platón a Koestler, pasando por Hipócrates, Francisco de Vitoria, Schopenhauer, Moro o el propio Gandhi.

Por otro lado, los avances técnicos han hecho que hoy en día pueda prolongarse la vida humana hasta límites insospechados hace cuatro o cinco décadas, así como que muchas dolencias irreversibles, provocadoras de estados de dependencia total e incluso vegetativos, acompañen durante mucho tiempo a quien las padece. Los actuales soportes vitales, que contribuyen a mantener con vida a tantas y tantas personas, casi siempre dejan en manos de otros seres humanos la decisión de poner límite a su utilización y, en consecuencia, desencadenar el fallecimiento. Salvo en los casos en que alguien haya manifestado claramente su voluntad al respecto (testamento vital), cuando llega el momento de aplicar determinados tratamientos o retirarlos, será el equipo sanitario y/o los allegados del paciente quienes determinen qué hacer. El dilema entre curar y cuidar a menudo produce discrepancias entre todos ellos, siendo difícil ponerse de acuerdo. En tales casos, acudir a la decisión de los tribunales de justicia no siempre resuelve el verdadero problema de fondo, pudiendo enquistar el conflicto indefinidamente.

A través de la mediación se pueden resolver esos problemas, pues se ayuda a las partes interesadas, con la intervención de la persona mediadora, a dialogar, buscar soluciones y alcanzar acuerdos consensuados, restableciéndose la confianza y previniendo confiictos futuros. En este sentido, los mediadores son profesionales neutrales e imparciales que intervienen en el proceso sin decidir por nadie y sin usurpar la voluntad de nadie.

En este Curso se pretende analizar desde diversas ópticas (sanitaria, jurídica, ética, etc.) el amplio abanico de dificultades y dilemas que pueden darse en torno a la toma de decisiones en situaciones de enfermedad terminal. Junto a ello, se presenta la mediación como un método eficaz para disminuir la controversia y acercar posturas, resolviendoel conflicto de forma pacífica y devolviendo a las personas involucradas (enfermo, allegados y personal sanitario) su verdadero protagonismo.


Desde aquí se llega al boletín de INSCRIPCION



lunes, 2 de mayo de 2011

oRaCióN FiNaL

Queridos amigos,
hace pocas horas murió mi padre.
Sé que todos ustedes comparten la tristeza que sentimos en la familia.
Porque mi padre no nos pertenecía sólo a nosotros.
Con orgullo, con alegría, sabemos que lo compartimos con mucha gente, que lo quiso y lo necesitó tanto como nosotros.
Desde las cinco de la tarde, lo vamos a despedir como él lo deseó. En el club de su barrio, Defensores de Santos Lugares.

"Cuando me muera, quiero que me velen acá, para que la gente del barrio pueda acompañarme en este viaje final... Y quiero que me recuerden como un vecino, a veces cascarrabias, pero en el fondo un buen tipo... Es todo a lo que aspiro."



Mario Sabato, hijo de Ernesto Sabato (fallecido el 30-04- 2011).