Antonio Segura Cabral tenía 69 años y era un paciente en
situación de enfermedad terminal, ingresado en una Unidad de Cuidados
Paliativos. Un periodista, Pedro Simón, decidió sumergirse con él en los
últimos días de su vida. Charlaron, se conocieron, se rieron, supongo que
también lloraron, compartieron… y, casi estoy segura, de que la vida de Pedro
cambió a partir de vivir esos momentos con Antonio. Rescato algunas de las frases
de esas conversaciones entre los dos. El artículo completo y un video (que no
he sabido descargar) de Antonio lo podréis ver en el enlace que dejo al final
de la entrada.
'Creí que tendría
miedo, pero no'
… Este cronista recuerda la suavidad del último beso. También
cómo de fuerte da la mano un hombre que sabe que no te verá más.
Tenía 69 años recién cumplidos, una mujer de la edad primera,
tres hijos, tres nietos, dos pulmones comidos por el cáncer, el candado de la
morfina, los días contados y ningún miedo. Ningún miedo a derrumbarse. Ni a las
despedidas. Ni a hablar de su muerte después de muerto.
Esta es la vida explicada por él pero sin él.
Esta es la vida explicada por él pero sin él.
-¿Nos vemos el lunes, Antonio? Yo creo que no.
De alguna manera te
rindes. No se siente miedo. Ni angustia. La muerte es lo más natural de la
vida. Hay que irse sin traumas. No quiero dramatizaciones entre los míos. Sino
que recuerden lo positivo.
El puntito. Todo empezó
cuando vi el puntito en la placa. Llevaba tiempo encontrándome muy cansado, con
síntomas extraños, sin apetito, me daban tiritonas. En abril de 2013 me
mandaron unas pruebas y allí estaba el puntito. Me senté frente al médico y le
dije que fuera al grano, que no me viniera con historias. Así supe lo que
tenía: cáncer.
A mí me ayuda muchísimo
la fe: estoy muy esperanzado con que, cuando esto acabe, me voy a encontrar con
algo plenamente satisfactorio. Creo que Dios me está dando fuerzas. Para los
creyentes es más fácil: como cruzar una puerta. Pensaba que iba a tener miedo,
pero no. Pensaba que iba a estar enfebrecido con la angustia, pero tampoco...
He elegido no aislarme. Sino disfrutar de todo y de todos: de la familia, de
los amigos, de esta conversación... Cuando termina el día, acabo agotado de
vivir. Pero me encuentro mejor que nunca. No me duele nada. Siento mucha paz.
¿Cómo es posible que
esté muriéndome y disfrute tanto de esta luz y de estos árboles? Dime tú, ¿por
qué tiene uno que estar muriéndose para disfrutar de esto? No fastidies... No fastidies.
El tiempo se escurre entre los dedos. El tiempo tiene una
connotación distinta con Antonio, donde reloj son cinco letras sin sentido...
….Y se acabó la quimio.
Desde entonces ya supe que empezaba el final. Aquí llegué a últimos de octubre.
No vienes a curarte. Sino a lo más difícil de todo: a morir".
Creo que perdemos el
tiempo con tonterías... Vivir es menos complicado de lo que pensamos. También
morir.
…. Y a Pilar, su esposa, no le da la gana de llorar….Y habla
como si ella diera ánimos al visitante y no al revés. Qué cosas. Por qué será
que ninguna revista saca jamás a una mujer tan relevante como ella en su
portada.
Siempre que amanece me
digo: aquí empieza otro día. A ver si lo termino.
Antonio se alimenta de abrazos. Abrazos grandes y calientes,
esféricos, como tortas de pan recién hechas. Un corazón con miga.
He pedido que me bajen
la morfina. Porque me genera como una especie de ensoñación que no me deja
pensar con lucidez y tengo la sensación de que me quita la poca fuerza que
tengo.
He cumplido un ciclo.
Estoy a punto de empezar otro. Y voy muy sereno.
Me gustaría que me
recordaran como una buena persona, leal, que puso empeño en dar. (...) No
quiero dramatizaciones. Ausencia es una palabra muy relativa. Yo andaré por ahí.
Siempre nos estrechamos las manos en la despedida. Apretando
como el que quiere traspasar al otro. Mirándonos a los ojos con entusiasmo. No
sé por qué hoy nos hemos dado un beso.
Espero haber puesto todo lo que me contaste, Antonio. Espero
haber sido fiel a tus últimas tardes. Espero que tu testimonio "les sirva
de algo" -como tú querías- a los que saben que no hay vuelta atrás.
Pocas cosas tienen tanto sentido en esta profesión como
haberte conocido. En cualquier caso, no olvides algo: allá donde estés, me
debes un vino.
DIARIO DE UN ENFERMO
TERMINAL . Diario El Mundo. PEDRO SIMÓN Madrid