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jueves, 20 de agosto de 2009

eL DueLo XI


DUELO ANTICIPATORIO

Un tipo especial de duelo, que no tiene por qué ser complicado y que suele corresponder a las familias de enfermos terminales en el ámbito de los cuidados paliativos, es el Duelo Anticipatorio.

Cuando a una persona le dicen que su familiar padece una enfermedad incurable y que fallecerá en un corto-medio espacio de tiempo, le suceden dos cosas: tristeza infinita por lo que acaba de oír y una adaptación más o menos inconsciente a la nueva situación. A partir de ese momento comienza lo que se llama Duelo Anticipatorio.

Es vivido por los enfermos y sus familiares, sobretodo en el caso de enfermedades terminales. Ayuda a tomar conciencia de cuanto está sucediendo, ofrece la oportunidad de compartir los sentimientos y prepararse para la despedida. Puede aumentar a medida que se hace más inminente la muerte esperada, pero, si la pérdida se retrasa, el duelo anticipatorio puede llegar a extinguirse y el individuo muestra pocas expresiones de duelo agudo cuando acontece la muerte.

El hecho de establecer un “pronóstico de supervivencia” puede crear problemas en los familiares. Cuando éstos esperan la muerte del ser querido en un plazo más o menos concreto y ésta no acaece (algo bastante frecuente...), se produce el llamado “Síndrome de Lázaro”: los familiares han ido realizando el trabajo de duelo anticipatorio y se han preparado para la pérdida en una “fecha” más o menos esperada. Cuando la muerte no se produce, a los familiares les cuesta restablecer los vínculos emocionales con el enfermo, pueden sentir frustración, angustia y un cierto resentimiento porque la muerte esperada no ha ocurrido.

Durante el proceso de enfermedad, el duelo anticipatorio puede atenuarse por la esperanza de que no vaya a producirse la pérdida, negando inconscientemente (tanto el enfermo como el cuidador) el diagnóstico y el pronóstico, sobretodo si el paciente entra en una fase de mejoría como consecuencia de la terapéutica adicional (QT, RT o cirugía). El “flujo y reflujo” del dolor moral puede ser muy traumático, haciendo más compleja la relación y el curso posterior del duelo.

Con frecuencia llega un punto en el que el familiar siente que “ya no puede más”, generándose un sentimiento de culpa, ya que en algún momento se “deseó que el paciente falleciera” (mencionándolo incluso después de la muerte).

Es importante saber reconocer la tensión emocional a la que están sometidos los familiares, a veces durante mucho tiempo.

En cualquier caso, el duelo anticipatorio (en el que predomina la angustia) culminará en duelo propiamente dicho después del fallecimiento (en el que predominará la depresión).

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