No quiero pecar de falsa modestia, ya no tengo edad para
tonterías,… por eso hoy me dedico el post a mí.
Mi amiga Paula, la que vive el cáncer desde las trincheras,
en primerísima línea de fuego, escribió esto hace unos meses. Gracias y…
gracias!!
LAS SONRISAS
DE PILAR
La visita a una amiga que vive en una provincia lejana, me
llevó a conocer a otra amiga.
De mirada viva, cara sonriente y sonrisa fácil. Pilar es
médico y trabaja parte del año visitando a enfermos terminales en sus casas,
dentro del programa de Cuidados Paliativos del Alto Aragón.
Trabaja con agrado, sin perder el ánimo ni tampoco la
esperanza, a pesar de la dureza de su trabajo.
Visita las viviendas de los enfermos en compañía de su
enfermera, ambas acuden solícitas, sean bien recibidas o no.
Ella conoce bien la crueldad que puede llegar a presentar una
enfermedad, y la impotencia y el enfado que suelen presentar los cuidadores. Lo
ha vivido en sus carnes.
Pérdidas muy cercanas la acompañan todos los días,
incluso alguno de ésos días la atacan a traición y sin consuelo.
Sabe de la importancia de vivir aquí y ahora porque, a
diario, se mueve en esas arenas movedizas que hay entre la vida y la muerte.
Con su voz te traslada a otros lugares donde habitan la
serenidad y la reflexión. Esa misma voz pausada te incita a pensar, te invita a
vivir. Y su risa fuerte y sincera te dice que estás en el lugar adecuado en el
momento adecuado.
Por todo esto, cuando Pilar te abraza, sientes que el mundo
se detiene, porque abraza tu cuerpo, pero sobretodo abraza tu alma. Con tal
fuerza que todo tu ser se estremece.
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