UNA VIDA DIGNA Y PLENA (Continuación)
RENACIMIENTO
Entonces decidí trabajar mi fortaleza interior con el fin de ayudar a mis seres queridos y a mí mismo, para convertir la angustia, el dolor y el miedo en breves e intensos chispazos de felicidad.
¿Podría llegar a ser capaz en medio de tan terrible enfermedad de vivir momentos de dicha y paz?
Pues sí, con no pocos esfuerzos logré crecer en medio de tanta dificultad y he podido vivir días espléndidos de alegría, amor, amistad y bienestar.
Se ha tratado de un crecimiento desde el interior de mí mismo hacia el exterior, de manera que conforme la enfermedad ha ido avanzando, mi fuerza interna y mis ganas de vivir han ido creciendo, merced en gran medida a esas personas que tanto me quieren y me apoyan, a los que siempre he tenido ahí, a mi lado, antes y durante la enfermedad.
Nunca me he sentido solo en este viaje vital, ya que estoy seguro de que cuando llegue el momento de mi despedida definitiva, de mi muerte, también estarán ayudándome o empujándome para dirigirme hacia la luz. Estoy plenamente convencido de que en esa luz encontraré los espíritus de mi padre y de mi madre. Por esto ahora mismo vivo confiado y sin miedos.
Nunca me he sentido solo en este viaje vital, ya que estoy seguro de que cuando llegue el momento de mi despedida definitiva, de mi muerte, también estarán ayudándome o empujándome para dirigirme hacia la luz. Estoy plenamente convencido de que en esa luz encontraré los espíritus de mi padre y de mi madre. Por esto ahora mismo vivo confiado y sin miedos.
Todos tenemos que saber y aceptar que la muerte es el tributo que se paga por vivir.
Desde que estoy postrado en la cama sin poder moverme me cuesta vivir cada vez más y estoy perdiendo los alicientes que la vida me regaló generosamente. Pero aun en estas circunstancias siempre existe un momento en el que con un chispazo prende la alegría, se ilumina la vida con el milagro del amor o se aviva el consuelo con el cariño generoso de la amistad.
Morir es la última acción de la vida, expirar, sólo una. Vivir, sin embargo, es un constante torrente de acciones, por eso vale la pena esforzarse para disfrutar de cada instante de la vida, aunque tengamos una grave enfermedad, pues siempre que dispongamos de un mínimo de calidad de vida vale la pena gozarlo.
Morir es tan sólo un cambio de dimensión, un volver a nacer para sentirse abrazado y unido a la misma luz que nos trajo a la vida.
AGRADECIMIENTO
Desde esta paz que ha crecido en mi interior deseo dar las gracias a todas aquellas personas que a lo largo de mi vida me han ayudado, así como también a aquéllas que no lo han hecho, pues gracias a ellas he aprendido a valorar todo cuanto tenía.
La vida de cada ser humano es como una gran obra de teatro que hay que aprender a interpretar; yo he tratado de ajustarme a mi papel con la mayor dignidad posible.
Vivir es un gran don y haréis bien en procurar estar atentos y despiertos a cada instante del presente. Invertir tiempo en discusiones y pensamientos banales es un modo de desperdiciar esta gran oportunidad que es la vida de cada persona.
Hay que vivir como si tuvieras que morir mañana y trabajar como si tuvieses que vivir siempre. Éste ha sido el lema de una vida digna y feliz, como así valoro que ha sido la mía.
Fernando Abarca
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