Este es el blog de un equipo de Cuidados Paliativos... trabajamos "a pie de cama", en el domicilio del paciente, en su espacio más íntimo y personal.

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miércoles, 19 de junio de 2019

Y DeSPuéS... Qué?



ReNaCeR  DeSPuéS  DeL  CáNCeR

Tener un cáncer es una experiencia traumática que impacta en la vida de cualquier persona. Puede ser una enfermedad más o menos dolorosa, más o menos larga y además, puede acarrear muchos efectos colaterales. Hay veces que ataca sin cuartel y nos lo hace pasar muy mal; también a nuestras familias. Otras deja una tregua para tomar aliento, para sentirnos un poco aliviados, para reflexionar. Muchos pacientes dicen que el cáncer les ha hecho ser mejor persona. Que ha sido para bien. Que prefieren esta vida de ahora (aunque sería mejor sin “cáncer”) a la de antes.

Yo creo que lo que el cáncer hace es devolverte a ti mismo, aceptarte como eres en realidad, a despojarte de todas esas capas que has ido sobreponiendo o a aceptar las vivencias que has ido reprimiendo, en un intento, muchas veces inconsciente, de tener una mayor aceptación social.

El cáncer es como un frenazo brusco en nuestro camino, una amenaza que nos paraliza durante un tiempo o para siempre. Nos sitúa en una nueva senda que no hemos elegido. A todos nos da miedo, por supuesto que sí. Nuestra vida acaba de tomar un rumbo que no controlamos y cuyo final vislumbramos incierto y lleno de peligros. “No puede estar ocurriéndome esto a mí”, es frecuente que digamos. Es como vivir una pesadilla frente a la cual uno puede deprimirse o por el contrario, adoptar una actitud desafiante.

De nada sirve. Y a la negación inicial sucede el enfado y más tarde la negociación con nosotros mismos, intentando vislumbrar porqué me ha pasado esto, no sin un cierto complejo de culpa. En ese momento nos prometemos una vida más sana, cumplir a rajatabla los tratamientos, abandonar los malos hábitos a los que aún permanecemos enganchados, hacer ejercicio, comer bien y un largo etc., de buenas intenciones con las que seguro vamos a erradicar el mal.

Un camino de beligerancia que, bien encauzado, puede transformarnos en pacientes activos y esperanzados. Otros, afortunadamente cada vez menos, se instalan cómodamente en su actitud de enfermos para dejarse cuidar y permanecen de forma pasiva en esa actitud. Por duro que pueda resultar, lo mejor es enfrentar la realidad tal como es. Cada cual tenemos que hacer nuestro propio camino. El de la fortaleza y la resiliencia, pero también el de la introspección.

Después de tener un cáncer, aprendemos a ver de nuevo, porque el impacto ha sido tan fuerte que lo único importante es la constatación inexorable de nuestra propia finitud. Dejamos de ser banales consumidores de la vida para disfrutarla plenamente sin necesidad de acomodarnos a convencionalismos o a tener que dar gusto a los demás. Nuestra agenda cambia por completo. Después de tener un cáncer aprendemos a ver desde esa posición relativa que ocupamos en el universo y que revela nuestra propia insignificancia. Pero a partir de ahí nos convertirnos en lo que somos, uno mismo, acompañados de un fortalecimiento espiritual hasta ahora desconocido. Como ungidos por ese aceite de oliva, considerado en la antigüedad como símbolo de luz, que crece en tierra árida y a pesar de ello, da su fruto.

Después de tener un cáncer, se abre una puerta de nuevo a la vida y nuestros propios objetivos vitales cobran más interés que nunca. No, el cáncer no se olvida. El cáncer y los tratamientos son una experiencia dura que sirve para reflexionar, para conocerse a uno mismo más en profundidad. Nos anticipa a un nuevo proyecto existencial, nos devuelve al protagonismo de nuestra propia vida.


Autor: Dra. Ana Casas



1 comentario:

Albi dijo...

Totalmente de acuerdo. Actitud sobre todo