Cuando hacía bueno salían al patio de su casa, ella caminaba
con dificultad pero aun así se acercaba a la nave donde estaba el viejo
tractor, ese tractor rojo que les dio la vida y alimentó a toda la familia
durante años, y lo tocaba como acariciándolo. Alfredo la dejaba unos minutos y
ella, apoyada en la rueda, le hablaba bajito susurrando palabras que sólo ella
entendía y, probablemente, el tractor también. Al cabo de un ratito lo besaba y
daba media vuelta. Alfredo siempre supo que se estaba despidiendo de él.
Otro día y a unos cuántos kilómetros, Elisa nos hizo un
regalo. Su esposo de 93 años está encamado y padece una enfermedad en fase
terminal. Ella, que ha sido profesora de lengua, está sentada en un sillón
viendo películas del oeste en la tele. También los recuerdos fueron resbalando de
su mente hasta ese precipicio que, al final, se los tragó como un gran agujero
negro.
Tienen trece hijos, desperdigados por el mundo, y su casa es
enorme. Cuando ya nos vamos la hija le pregunta a su madre si quiere cantarnos
algo “para agradecer a estas chicas que hayan venido a vernos…”. Su madre se
levanta contenta y juntas, a dúo, nos interpretan una canción inolvidable, que
se quedará en los archivos de nuestra memoria mientras dure.
Pedro tiene apenas 60 años. Le gustan las motos y ha viajado
por casi toda Europa con una Honda enorme. Hace 5 años le diagnosticaron un
cáncer y empezó el tratamiento de quimioterapia. En algunas ocasiones éste
coincidía con algún viaje, “… y el oncólogo me retrasaba la quimio. Me dejaba vivir,
qué gran persona! Cuándo volvía, yo creo que el gotero me sentaba mejor…”. Tiene un dolor que le ha obligado durante
semanas a quedarse en la cama y que con un infusor de morfina hemos controlado
bastante bien, ya se levanta e incluso baja a darse una vuelta del brazo de su
hijo. Desde el principio ha asumido la enfermedad y el final no lejano. Su hijo
dice que su padre siempre ha afrontado los problemas de cara, intentando buscarle
a la realidad los rincones donde se esconde la sonrisa y, si se encuentra, el
humor. Nos dice: “Vaya, este año que me voy, seguro que nos toca la lotería de
Navidad!”. A lo que su hijo responde: “No papá, este año… tampoco nos tocará la
lotería!”. Se ríen suavecito, nos reímos todos… suavecito.
La vida: sabiduría, aprender a lidiar, ser junco, amar, saber
dejar, saber estar, reír, llorar si toca, callar, escuchar,... Seguir caminando
mientras podamos.
1 comentario:
Precioso
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