DE LA CONSPIRACIÓN DE SILENCIO:
Si bien es cierto que el momento, sea de forma más o menos explícita, de hablar con un paciente de la gravedad de su enfermedad, de expresar miedos o preocupaciones es de gran impacto emocional al menos a corto plazo, no es menos cierto que ello a medio y largo plazo suele producir un alivio de la tensión -angustia- de paciente, familia y médico.
Consecuencias para el enfermo
Problemas emocionales
Imposibilidad de realizar todas aquellas cosas que facilitan la despedida
Mayor frecuencia de traslados en la fase final de la enfermedad, a hospitales o centros en los que el acompañamiento familiar no pueda ser el más adecuado.
Consecuencias para la familia
Problemas emocionales
Mayor riesgo de claudicación emocional
“Síndrome de la botella de champán”. Durante el proceso de enfermedad, se han camuflado todos los sentimientos a través de la conspiración del silecio, pero ante la aparición de cualquier cambio, y especialmente ante un estímulo tan traumático como puede ser el fallecimiento del enfermo, brotan con energía , dificultando posteriormente además el trabajo de duelo de los familiares.
Sentimientos de culpa en los familiares tras la muerte del paciente.
En el caso de los miembros de la familia señalados previamente como víctimas de la conspiración y que son más vulnerables es frecuente la aparición de problemas emocionales derivados de:
· El recurso de la imaginación y la aparición de fantasías (niños).
· La aparición de sentimientos de baja autoestima, aislamiento (adolescentes y ancianos principalmente).
Consecuencias para el profesional sanitario
Mayor dificultad para que los pacientes acepten y se adhieran a los programas de tratamiento.
Aumento de la vivencia de frustración de los profesionales. Mayor riesgo de padecer el síndrome de estrés ocupacional.
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