Cómo te encuentras hoy Luisa?
- Nada vale la pena, dices, no puedo más.
- Mamá no digas eso, te vas a poner bien... tenemos que luchar,... ya verás como todo va a ir bien.
- No, no, dices negando con la cabeza, mientras las lágrimas empiezan a caer por tus mejillas, no puedo,… Cierras los ojos y callas.
Hace días que María, la hija de Luisa, no lloraba, que se “controlaba” ante su madre. Pero hoy no deja de hacerlo. Ella lo pasa muy mal, porque “aguantar el tipo” delante de su madre le impide mostrarse y dejar fluir sus emociones. A la vez, Luisa, no puede hablar de lo que de verdad le preocupa, de sus incertidumbres, de sus miedos, porque encuentra el muro de las palabras de su hija que van cerrando las puertas por donde ella podría colar sus sentimientos y temores.
A veces, cuando uno no sabe qué decir ni cómo hacerlo, cuando las palabras no llegan porque un nudo las retiene allí donde el corazón se rompe, el silencio puede ser el cómplice que deshaga el lazo y cree espacio suficiente para que los sentimientos fluyan y el aire se llene de emociones intensas, sinceras y valientes.
- Nada vale la pena, dices, no puedo más.
- Mamá no digas eso, te vas a poner bien... tenemos que luchar,... ya verás como todo va a ir bien.
- No, no, dices negando con la cabeza, mientras las lágrimas empiezan a caer por tus mejillas, no puedo,… Cierras los ojos y callas.
Hace días que María, la hija de Luisa, no lloraba, que se “controlaba” ante su madre. Pero hoy no deja de hacerlo. Ella lo pasa muy mal, porque “aguantar el tipo” delante de su madre le impide mostrarse y dejar fluir sus emociones. A la vez, Luisa, no puede hablar de lo que de verdad le preocupa, de sus incertidumbres, de sus miedos, porque encuentra el muro de las palabras de su hija que van cerrando las puertas por donde ella podría colar sus sentimientos y temores.
A veces, cuando uno no sabe qué decir ni cómo hacerlo, cuando las palabras no llegan porque un nudo las retiene allí donde el corazón se rompe, el silencio puede ser el cómplice que deshaga el lazo y cree espacio suficiente para que los sentimientos fluyan y el aire se llene de emociones intensas, sinceras y valientes.
2 comentarios:
El silencio es cómplice del que sufre..y del que ama.
El silencio te acompaña en la risa porque es cómplice de tus alegrías y en las penas porque lo es de tus desdichas.
Quien tiene dolores es cómplice de su mismo silencio.
Quien acompaña a quien le duele, es sufridor con esa persona.
Silencios callados y mudos para los lamentos ahogados.
Un beso.
Hola princesa!
Bonita definición del silencio. Además, el silencio habla y en muchas ocasiones es fácil escucharlo.
Un besote
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