M. y su madre han mantenido un pacto de silencio durante toda la enfermedad de S., su padre y esposo. Él no preguntó nunca, ni siquiera a nosotras, y cuando apenas rozábamos el tema de la enfermedad, se nos escurría hacia otras cuestiones. Aunque hemos hablado varias veces con ellas para que valoraran otras opciones (otra forma de hacer las cosas con naturalidad, también con dolor pero compartido, sin disimulos), durante todo el proceso hemos respetado su decisión y, sobretodo, la del paciente.
Pero hoy, cuando ya era imposible mantener una conversación coherente con él, cuando ya nos queda muy poco tiempo,... su hija, llorando y mostrando sin disimulo toda la rabia y el dolor acumulado durante todos estos meses, ha lanzado una pregunta al aire: “Qué voy a hacer con todo lo que me queda por decirle?... Si no me he despedido de él... ”
Pero hoy, cuando ya era imposible mantener una conversación coherente con él, cuando ya nos queda muy poco tiempo,... su hija, llorando y mostrando sin disimulo toda la rabia y el dolor acumulado durante todos estos meses, ha lanzado una pregunta al aire: “Qué voy a hacer con todo lo que me queda por decirle?... Si no me he despedido de él... ”
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