Una muy buena amiga con la que comparto horas en el hospital y en todas partes, me contaba situaciones con las que me identifico plenamente. Las resumo... Va por ti María.
... Y pasamos el domingo en el hospital, de guardia (para completar horario, lo llaman. Hemos propuesto mil formas de completar el horario, más acordes con el trabajo que desarrollamos y que darían cobertura durante más horas a nuestros pacientes y a sus familiares, bien de apoyo telefónico y/o con presencia física... pero no hay manera). El hospital, un sociosanitario concertado, consta de unas 200 camas (198 creo, nunca me acuerdo del número exacto), de las cuales 26 pertenecen a la UCP y el resto están ocupadas por pacientes convalecientes con o sin rehabilitación, crónicos con patologías reagudizadas, hospital de día, centro de rehabilitación, hemodiálisis y, desde hace poco, una unidad de agudos, otra de ortogeriatría y, en breve, una de ictus. No entraremos a valorar la conveniencia o no de ciertas decisiones, la forma en que se han llevado a cabo algunas medidas u otros menesteres (podríamos estar horas hablando), ya que no es el tema que ahora nos ocupa. Quizás en otra ocasión.
Sólo queremos compartir alguna de las sensaciones que acaecen ahí dentro durante todas las horas en que permanecemos encerradas. Porque los que trabajamos en la atención domiciliaria durante toda la semana nos sentimos, en general, recluidos cuando pasamos tanto tiempo entre esas cuatro paredes.
Cuando nos avisan para que acudamos a visitar a un paciente que no es paliativo (además de leernos la historia, evoluciones y todo lo que hacemos con los pacientes paliativos, que en el siguiente párrafo veremos), solemos sentirnos descolocadas (más las que llevamos muchos años dedicadas a los paliativos), pero, bueno, intentamos recordar lo que hacíamos antes... y es habitual que salgamos airosas (la experiencia es un grado), unas veces más que otras.
Pero cuando nos avisan de la Unidad de Cuidados Paliativos por un paciente con un síntoma que se ha descontrolado, tenemos la costumbre de leernos bien la historia, motivo de ingreso, valoración y plan inicial de actuación, de donde partíamos y donde estamos... y, por supuesto, la valoración familiar y la situación social (la cabra tira al monte!).
Entramos en la habitación y nos dejamos envolver por las sensaciones intensas a las que ya estamos acostumbradas, a saber: pena, dolor, angustia, desesperanza, miedo,... tonos ocres y oscuros se ciñen a nuestro ser. Prestamos atención a los pequeños detalles, intentamos no dejar ningún cabo suelto, solucionar el problema y lo que se prevé que pueda suceder, al tiempo que hablamos con la familia que está deseosa de que alguien les preste atención y dé respuesta a todas sus quejas, dudas y preguntas varias, más si, porque están trabajando durante las horas en que el médico de la planta pasa visita o bien porque viven fuera, aparecen por el hospital únicamente por las noches o los fines de semana.
Hemos de entender que no se encuentran en su ambiente, que la situación que viven es muy dura, que suelen encontrarse al límite de sus fuerzas y emocionalmente frágiles, muy cansados,... y que todo eso, precisamente eso, les hace sentirse amenazados en un entorno que ellos consideran en muchas ocasiones hostil y amenazador, por desconocido y variopinto (ellos son los invitados, nosotros los anfitriones... en el domicilio es justo lo contrario, y eso se nota). Además, en el hospital, la soledad del paciente y la familia se hace más patente,... eso si hay familia.
Ya hemos comentado alguna vez que como el impermeable que llevamos puesto es poroso, casi siempre se cuela alguna que otra emoción, por eso cuando salimos de la situación y nos lo quitamos, parte de nuestra fuerza, de nuestras emociones y de nuestra vida (creo) se queda en la percha donde lo colgamos.
Y como las llamadas de esta planta se suceden a lo largo del día (recordemos que una de las características de los pacientes paliativos es que presentan síntomas múltiples, multicausales y variables en muy corto espacio de tiempo) y son visitas en las que dejas una gran cantidad de energía, además de la derrochada durante toda la semana, acabas las guardias como una serpiente arrastrándose por las escaleras que dan al patio de entrada donde (oh, alegría!!) corre un poco de aire fresco e incluso a veces ves la luna, haciéndote consciente de que por fin, por fin!, se ha terminado el domingo.
Y mañana es lunes...
8 comentarios:
Yo siempre lo he dicho... y lo sigo pensando. Vosotras dos como médicos estáis hechos de otra pasta.
Besos enOOOOOOOOOOOOOrmes.
Si no se conoce vuestro trabajo es muy difícil valorarlo, yo que solo me imagino a vuestros pacientes, cuando veo algún familiar en consulta porque raramente llegan a poder venir a que les "evaluemos", doy fe de que es muy duro, y lo de los domingos inexplicable, pero habrá que seguir sobreviviendo, por vosotras vuestras familias y amigos y por los pacientes.
Un abrazo
Tú si que eres de otra pasta, y al dente!!
Tenemos que vernos pronto o no vamos a conocernos, hermosa!!
Más besOOOOOOOs.
Hola Jesús!
Sobreviviendo... y viviendo, que aún es mejor.
Un besote
Las admiro!
No, Cassiopeia, es cuestión de piel. Hay, por suerte, mucha sensibilidad por el mundo, lo que pasa es que se desliza sin hacer ruido.
Un abrazote fuerte.
No imaginaís lo mucho que os admiro... me encantaria trabajar con personas como vosotras..
No dejeís de escribir en este blog... a mi me encantaís.
jc
Todo el apoyo nos ayuda a seguir adelante, sobretodo el que recibimos día a día.
Gracias Anónimo jc!!
Creo que tenéis el trabajo mas gratificante del mundo...o a mí,al menos me lo parece, después de vivir muchas experiencias personales y profesionales en este campo. Mucho ánimo:::!Lo de los Domingos también tiene sus puntos positivos y es conocer la otra cara; pienso que los profesionales hodspitalarios también deberían salir de vez en cuando a los domicilios y a la A.P. para mejorar en su calidad asistencial; todas las experiencias deben de ser bienvenidas, es la única forma de conocer un poquito mejor como se pueden sentir nuestros pacientes...Un saludo "Chumuca"
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