J. es un hombre alto y bien plantado, poco hablador, según su esposa, pero gran trabajador y buena persona.
La astenia y el dolor le tienen postrado en la cama. Al lado una gran ventana por la que entra el sol y desde la que se divisa todo el valle.
Al principio nos miraba desconfiado, casi mudo, nos observaba y valoraba si le íbamos a ser de alguna utilidad, como nos ha confesado luego. A medida que transcurría la visita se le notaba más confiado pero algo incómodo. Miraba a su mujer como si dudara... más tarde hemos descubierto el por qué.
Después de hablar de su enfermedad, de los síntomas que padece, de lo que le preocupa y confesar que no sabe qué pensar pero que si piensa algo no es bueno, en un momento dado y con mucho esfuerzo, se ha sentado en el borde de la cama y mirándonos a los ojos, nos ha preguntado si su enfermedad, o sea, el cáncer (la ha nombrado con todas sus letras) tenía posibilidades de curación, si algún día volvería a ser el que era. Sus ojos decían mucho más de lo que su boca ha pronunciado. “Por favor, respóndeme - te hablo de tú si no te importa - con sinceridad,... quizás en algún momento lo oí pero no quise escucharlo... en ese caso, no quiero que se alargue inútilmente, no quiero estar quejándome, tener dolor, hacerme todo encima, depender para lo más íntimo, sufrir... por mí y por mi familia,... cuando ya no tenga calidad de vida... quiero que todo termine cuanto antes. La vida ha sido muy feliz para mí,... si ahora toca ponerle fin, pues qué le vamos a hacer, pero no quiero sufrir. No sé si me entiendes... Cuando llegue el momento, en lugar de ponerme un calmante ponme tres, pero que se acabe cuanto antes. Quiero un final feliz... Confío en ti”.
Hemos dicho alguna vez que si existe un buen control de síntomas y un buen apoyo emocional, no suele ocurrir que un paciente pida que le ayuden a morir,... aunque sí a bien morir llegado el momento, que es muy distinto.
Cuando llegue el caso, nos miraremos, hablaremos y decidiremos juntos. Antes queda mucho por vivir.
1 comentario:
Ojalá y la vida nos permita encontrar "ángeles" que cuiden para despedirnos con dignidad.
Un abrazo
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