Casi desde el principio de su matrimonio sus vidas se vieron atrapadas entre tormentas y tempestades.
Vivian juntos pero no convivían, apenas si compartían, no se comprendían, y así fueron transcurriendo casi cincuenta años de complicada relación.
De repente, él que estaba acostumbrado a vivir bajo el mismo techo con una mujer fuerte, independiente y de carácter, comenzó a comprobar cómo ella se apagaba, a verla confusa y envejecida. Un día le tendió su mano y ella no la rechazó.
“Hay que llevarla a un buen médico” decía cuando le expliqué la enfermedad que padecía (Alzheimer) y lo que eso significaba. No llegó a comprenderlo del todo.
A pesar de los nubarrones que se avecinaban, sus vidas dieron un giro tan impredecible como inesperado.
Desde entonces se desvive en atenciones, cuidados y mimos. A ella, aunque le costó, comenzó a aceptarlos. Ahora conversan, ríen juntos recordando momentos felices de su infancia y juventud. Comparten pequeñas cosas de la vida cotidiana y familiar.
Las tormentas del pasado se fueron disipando ante la nave del olvido.
Con el tiempo la terrible enfermedad ha comenzado a sobrevolar sobre él.
Pese a todo, el naufragio que lleva sus vidas a la deriva los ha inundado de cariño y comprensión, traducido en Calma y Paz, de la que siempre carecieron.
Rosa Campoy,
Cuidadora y formadora del Aula de Personas Cuidadoras
del Distrito Sanitario Sur de Granada.
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